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El Telégrafo
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La vigilancia a los volcanes se mantiene

Las erupciones no permiten una recuperación permanente

La Basílica de la Virgen de Agua Santa (en Baños) sigue siendo un referente turístico de la región, pese a la crisis que generaron las erupciones volcánicas.
La Basílica de la Virgen de Agua Santa (en Baños) sigue siendo un referente turístico de la región, pese a la crisis que generaron las erupciones volcánicas.
Foto: Roberto Chávez / El Telégrafo
16 de agosto de 2016 - 00:00 - Redacción Regional Centro

Los procesos eruptivos de los volcanes Cotopaxi y Tungurahua son recordados con eventos en diferentes pueblos de la región centro del país.

Durante todo el mes, los miércoles y jueves, se realizan foros de información y reflexión para conmemorar los 10 años de la más grande y violenta erupción del volcán Tungurahua del 16 de agosto de 2006.

Las charlas son organizadas por el Instituto Geofísico (IG) de la Escuela Politécnica Nacional y se cumplen en el hemiciclo politécnico desde las 15:00. El IG ha invitado a las autoridades de los cantones y provincias involucradas en el proceso eruptivo del coloso que empezó en octubre de 1999.

“El objetivo de estos foros es mantener fresca la memoria colectiva sobre el coloso. El fin es exponer las lecciones aprendidas y contar con autoridades que toman decisiones concretas, seguras y oportunas, ya que el proceso eruptivo no ha terminado”, explicó el vulcanólogo Patricio Ramón.

Entre los expositores están los expertos Minard Hall, Pablo Palacios, Cristina Ramos, Patricia Mothes y Jean Luc Le Pennec.

El jueves 18 de agosto, Cristina Ramos, jefa de instrumentación del IG, abordará el tema sobre las lecciones aprendidas de la erupción de 2006 y la visión del futuro. El jueves 25 de agosto, Patricia Mothes, vulcanóloga del IG, expondrá sobre la red de vigías y su contribución al sistema de alerta temprana.

Finalmente, el miércoles 31 de agosto, el vulcanólogo francés Jean Luc Le Pennec hablará de las implicaciones generales y las comunidades aledañas al volcán.

El nuevo despertar del volcán empezó el 14 de julio de 2006 con una explosión que levantó una columna de gas y ceniza que alcanzó 15 kilómetros de altura.

Flujos de lahares dañaron definitivamente la carretera Baños-Penipe y por primera vez desde 1999 se registraron flujos piroclásticos que llegaron al evacuado caserío de Cusúa y el puente de Las Juntas.

La actividad continuó parcialmente  intensa hasta la mañana del 16 de agosto. A las 08:25, refieren los datos del IG, ocurrió una gran explosión que dio inicio al mayor evento del proceso eruptivo registrado hasta hoy.

Una columna de lava de 8 kilómetros emergió del cráter y dejó escapar inmensas cantidades de rocas ardientes y cenizas.

En el transcurso de la noche, la totalidad de la provincia, incluidas las ciudades de Ambato, Pelileo, Baños y Riobamba y Penipe en Chimborazo fueron cubiertas con capas de polvo volcánico y en ciertos sectores cayeron rocas. Hubo cañonazos que hicieron temblar las ventanas.

“El día se oscureció. Agarré a mis hijos y nos refugiamos en la casa de mi madre. El polvo volcánico cubría todo en la parroquia Augusto N. Martínez en Ambato. Creíamos que el fin del mundo había llegado”, recordó Mónica Guevara.

El 18 de agosto, los informes del Ministerio de Salud Pública (MSP) dieron cuenta de 6 fallecidos y 8 personas con quemaduras de diferente gravedad. Además, 4 mil refugiados en 15 albergues de Chimborazo y Tungurahua.

“¿Qué hemos aprendido? Que es importante una red de vigilancia adecuada, la información continua de la población, mantener a los vigías en las mismas comunidades de Chimborazo y Tungurahua y la necesidad de que se tomen las decisiones oportunas por parte de las autoridades de turno”, reflexionó Patricio Ramón. (I)

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