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El Telégrafo
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Crónicas humanas

Lágrimas y esperanzas por los 8 niños perdidos

En la Unidad Educativa del Milenio Santa Rosa han colocado imágenes de los 8 menores que sufrieron el accidente.
En la Unidad Educativa del Milenio Santa Rosa han colocado imágenes de los 8 menores que sufrieron el accidente.
Daniel Molineros / El Telégrafo
27 de junio de 2016 - 00:00 - Patricio González

Han pasado 12 días y en El Chaco y sus alrededores se siente una profunda tristeza colectiva. Todos, algunos entre lágrimas y sollozos, hablan del accidente del miércoles 15 de junio, ocurrido en el km. 148 de la vía a Santa Rosa, provincia del Napo.

 Aquel fatídico día, una camioneta doble cabina, en la que se movilizaban nueve niños de entre 4 y 12 años y el joven conductor de 22 años, perdió pista y cayó, de manera inexplicable hasta el momento, del puente de hormigón al caudaloso río Oyachachi. El accidente ocurrió cerca de las 07:15, cuando el vehículo se dirigía desde El Chaco a la Unidad Educativa del Milenio (UEM), en Santa Rosa, donde estudiaban los menores.

 Todos los habitantes del lugar están de luto, a su manera, expresan su solidaridad con los familiares de los niños desaparecidos. Unos colaboran en la búsqueda, otros contribuyen con dinero, alimentos y vituallas para los rescatistas. Las emisoras locales se han sumado a esta cruzada. Los domingos acuden a misa a orar para que cesen las lluvias… Todos anhelan encontrar a los ocho niños, pues el mismo día del accidente, se recuperaron los cuerpos de una niña y del conductor.

 "Mis hijas eran todo, nuestra razón de vivir, eran educaditas, buenas estudiantes. Ahora nos quedamos solos, ya no sé qué hacer", se lamenta Atilio Guapi, padre de Giomara Estefanía, de 5 años, alumna de Inicial 2, y de Erika Silvana, de 12 años, del Noveno de Inicial.

 El cuerpo de Giomara fue encontrado el día del accidente y fue sepultada dos días después, pero el de Erika no aparece. Esta situación impactó tanto a la madre, Yolanda García, quien tuvo que ser internada en el Hospital de Baeza tras sufrir una crisis nerviosa que le afectó la presión. Aún convaleciente y en silla de ruedas asistió el velatorio de Giomara, y a la semana del accidente recién pudo ir al lugar del siniestro, donde se realizó una misa. Ahí el impacto fue grande y nuevamente cayó en crisis, mientras sus hermanas la abrazaban y le secaban las lágrimas con pañuelos.

 Tras atender a su esposa, Atilio Guapi recordó que el miércoles 15 de junio, sus dos niñas se alistaron para ir la escuela desde las 06:00, una hora antes de que pasara el recorrido. Desayunaron, se peinaron, tomaron sus mochilas y pidieron un beso y la bendición de su

madre. "Ellas me decía ‘mi papito’ – recuerda-, y ese día me dieron un abrazo, salieron de la casa, se subieron a la camioneta, pero no regresaron". Al recordar ese día ante este diario, algunas lágrimas corren por sus mejillas.

 Elvia Caguatico, madre de dos alumnos de la UEM, uno de Inicial 1 y otro de Primer Grado, extiende su pesar a los padres de los niños accidentados y abraza a sus dos pequeños, pues ellos se libraron del percance, ya que esperaban el mismo recorrido escolar. "Yo les enviaba siempre en el carro que se accidentó, pero a mis hijos los recogía pasando el puente de Oyacachi, donde fue el accidente. Ese día -como todos los días- les esperábamos frente a la quesera, porque pasaba a las 07:10. Pero viendo que ya eran las 07:22 y no llegaba el carro, fui a dejarles en la escuela. Recién al mediodía me enteré de la tragedia", revela esta madre apesadumbrada. Ella ha tomado sus recaudos desde ese día: lleva y trae a sus niños personalmente, por lo que dejará de pagar los 20 dólares por la movilización de los dos menores.

Se estima que el vehículo se precipitó al río cerca de las 07:20. A las 07:30, entraban a clases los alumnos, pero a las 07:40 el guardia de la Unidad y los profesores se percataron de que el recorrido de la camioneta no llegó.

 La profesora Inés Montesdeoca, de Primer Grado, recuerda que "a 10 minutos de la hora normal de ingreso, una madre de familia de un alumno de educación inicial vino a dejarle una moneda a su hijo, pero éste no había llegado a clases; ahí se enteró que la camioneta no llegó. La mamacita salió de inmediato a ver qué pasaba, pues había dejado al niño en el recorrido de las 07:00; entonces comenzó la búsqueda". Inmediatamente, esta misma profesora advirtió que tampoco estaban presentes sus alumnas Jamileth Erazo Herrera y Danna Chingal Muriel, quien también usaban el mismo medio de transporte.

 Pocos minutos después, la rectora del plantel, Laura Granda, fue informada de la desgracia por parte de la Policía Nacional. "Fue terrible –recuerda- porque entramos en nervios, nos abrazamos algunos profesores, otros corrían para ver a sus alumnos". Luego de hablar con autoridades del 911 se activó el Comité de Operaciones de Emergencia (COE) y comenzaron las tareas de rescate. "El señor Presidente de la República me llamó el jueves 16 para darme sus condolencias a nombre del país. Nos dio fuerza, envió un mensaje a los padres de familia, alumnos y docentes y me dijo que, además, colaboremos en todo con los padres afectados".

 El clima no ayuda al rescate

El COE sigue con la búsqueda. Se reúne todos los días a las 06:30 y planifica su trabajo diario. A las 17:00 evalúa y revela los resultados de cada jornada. El vicealcalde del Chaco, Arcenio Díaz, dice que las familias de los niños desaparecidos asisten constantemente para conocer el avance de las tareas.

 ¿Quiénes buscan a los menores desaparecidos? Alrededor de 150 rastraeadores de los cuerpos de Bomberos del Chaco, Quito, Lago Agrio y Baeza, efectivos del GOE, GEMA y GIR de la Policía Nacional y expertos del Ejército. A ellos se suman grupos ciudadanos especializados en rafting, familiares, vecinos, amigos y voluntarios.

 Trabajan desde el río Oyacachi que se convierte más adelante en el río Quijos y su caudal aumenta. Los socorristas se desplazan además por los ríos Santa Rosa y Salado. La zona donde hay más posibilidad de hallar los cuerpos es Moradillas, donde se descubrió el cadáver de Giomara; ahí están las aguas tranquilas del embalse, donde se unen los ríos Oyacahi y Salado, cerca de la planta hidroeléctrica ­Coca-Codo Sinclair. Así lo explica el teniente Coronel, Jonhs Salazar, Comandante de Bomberos de la localidad.

 Allí se forman remolinos y una especie de laguna donde se depositan palos y piedras. Los familiares tienen la esperanza de que allí estén los niños, por lo que acuden a este lugar a la espera de resultados.

 Escenas conmovedoras se registran a diario en el lugar. Son un centenar de personas, entre padres, abuelos, tíos y otros familiares de los menores que estudiaban en la Unidad Educativa del Milenio, Santa Rosa, al igual que voluntarios. Ellos imploran a Dios para encontrar los cuerpos que aparentemente fueron arrastrados por el río

 Desafortunadamente, las tareas no son fáciles por las condiciones climáticas de la zona, anota el Capitán de Ejército Santiago Caiza, quien comanda el equipo Rocom de la Brigada de Selva 17 Pastaza. El gran problema –revela este militar especializado en rescates- es que por las lluvias el caudal del río ha crecido y llegó hasta cuatro metros más de altura, al punto que en algunos sitios se pierde orilla. Por tierra y por agua se suspende algunos días temprano la búsqueda, esto es alrededor de las 15:00 para no arriesgar la vida de nadie".

 El drama es mayor a nivel de las familias. "No tengo miedo, mientras Dios me de fuerzas y vida seguiré buscando a mi hijo", expresa con voz entrecortada Paulo Morales, padre del niño Baruc Morales Cárdenas, luego de retornar enlodado y empapado, tras el recorrido. Estas palabras provocan el llanto del resto de familiares y amigos que siguen en la zona de captación de la represa Coca Codo-Sinclair, en espera de buenas noticias.

 Buscaban dar la mejor educación

La educación es la mejor herencia que dejan los padres a sus hijos. En Ecuador, el sistema educativo avanzó notablemente en la última década, logrando cifras históricas que superan en algunos indicadores, los alcances regionales, reconocidos en otras latitudes.

Los niños reciben en forma gratuita uniformes, libros, alimentación. Existen alrededor de 60 unidades educativas del milenio (UEM), que tienen infraestructura moderna, servicios y adelantos tecnológicos, laboratorios, centros de cómputo, bibliotecas, espacios para recreación, etc. Una de ellas se inauguró el 9 de septiembre de 2014 en Santa Rosa, a 15 minutos de El Chaco. Esta UEM reemplazó a cuatro pequeñitas escuelas del lugar.

Esta nueva oferta educativa despertó el interés de la población que con agrado y orgullo matriculó a sus hijos en la (UEM). La calidad del sistema se divulgó, por lo que a pesar de la distancia, familias de El Chaco prefirieron la educación pública de la UEM y matricularon a sus hijos, sin imaginar que esto les llevaría al peor sufrimiento de sus vidas.

La búsqueda no se detiene

En kayaks, botes inflables y por las orillas son buscados los ocho niños desaparecidos en el río Oyacachi. Aguas abajo de las compuertas de la hidroeléctrica Coca Codo-Sinclair, en El Chaco, se ampliaron las tareas. El COE dispuso continuar, ante la posibilidad de que los menores, debido a las fuertes corrientes de agua, hayan atravesado estas compuertas hacia el cauce del río Coca. Así lo explica Duval García, alcalde de El Chaco, quien preside el COE cantonal.

A su vez, Jonhs Salazar, comandante del Cuerpo de Bomberos de El Chaco, señala que, "vamos a continuar con los operativos hasta obtener resultados", aunque admite que con el pasar de los días las esperanzas de encontrar con vida a los niños se desvanecen lentamente.

Con relación a las causas que provocaron el accidente, aún no hay respuestas oficiales. Pero las versiones preliminares señalan que la camioneta doble cabina blanca que transportaba a los pequeños, perdió pista y se precipitó al río.

La fiscal del lugar, Judith Torres indicó que se tomaron muestras de sangre y de orina del cadáver del conductor para determinar si había ingerido licor. El Servicio de Investigación de Accidentes de Tránsito también hace su tarea.

En cuanto a los permisos y seguridad del transporte escolar en El Chaco, el vicealcalde del Cantón, Arcenio Díaz, hace una preocupante revelación, cuando anota que está prohibido hacer recorridos escolares en unidades autorizadas, pero la camioneta accidentada no tenía autorización legal. "Como Municipio –admite Díaz- damos los permisos, pero los cantones pequeños no tienen policías municipales, entonces en realidad damos el permiso pero los control no lo podemos hacer". Y añade: "A veces el sentido de los padres es buscar la facilidad antes que la seguridad y parece que este es el caso".

 Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), Ecuador es uno de los países de Latinoamérica con mayor número de siniestro de tráfico. Por impericia o imprudencia del conductor (en el que caería el caso de El Chaco), los percances llegan al 50,1%, seguido con  un 13,2%: por irrespeto a las normas de tránsito.

Otra fuente especializada señala que el Ecuador ocupa el segundo lugar en mortalidad por accidentes de tránsito en América Latina, según el Reporte del Estado Global sobre la seguridad de las vías de la OMS (2013). Ahí se precisa que los traumatismos causados en accidentes de tránsito son la principal causa de muerte en los niños de 5 a 14 años y la segunda del grupo entre 15 y 44 años. Con 28 por cada 100 mil habitantes, nuestro país es el segundo de la subregión en número de muertes por accidentes de tránsito.

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