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El Telégrafo
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La fiesta religiosa más antigua de Salcedo empezó hace 440 años

Los priostes y ‘jochantes’ se turnan para cargar en andas la imagen del arcángel por las calles céntricas.
Los priostes y ‘jochantes’ se turnan para cargar en andas la imagen del arcángel por las calles céntricas.
Foto: Silvia Osorio / para El Telégrafo
24 de septiembre de 2016 - 00:00 - Silvia Osorio

Una imponente imagen del arcángel San Miguel es lo que ven los viajeros tan pronto arriban al cantón Salcedo por la Panamericana Norte, en Cotopaxi. Lo que no todos saben es que esa efigie sentó las bases de la fiesta más antigua de esa jurisdicción, con más de 440 años.

Hizo posible también la convivencia entre indígenas, mestizos y blancos mediante la práctica de rituales católicos y andinos en fiestas cargadas de sincretismo que facilitaron la evangelización.

El arcángel, que está de pie con la espada en alto y vence al dragón que yace a sus pies, se volvió el ‘protector’ de esta urbe conocida en el país y el mundo por sus helados de frutas y el pinol a base de harina de maíz tostada con azúcar.   

Según el historiador Oswaldo Navas, en 1573 Salcedo era conocida como el Tambo de Molleambato. Se volvió un pueblo de reabastecimiento para los comerciantes que iban Quito a lomo de mula.

“Por aquel tiempo llegó un arriero que cargaba la imagen procedente de Roma. Su destino era Quito. Pero en Salcedo la carga se volvió más pesada y fue imposible moverla. La gente y los curas franciscanos interpretaron que era voluntad divina que el arcángel se quedara allí y así fue”, refiere Navas.

Como los indígenas presenciaron el supuesto portento, los sacerdotes idearon una fiesta católica para el 29 de septiembre de 1573. Solo que en los actos se toleró la participación de personajes andinos ligados a las celebraciones incas.

Y para asegurar su continuidad se designaron priostes u organizadores cuya principal función hasta ahora era gestionar el financiamiento de los eventos y ‘jochar’ a personas o instituciones para que hagan sus donativos.  Los primeros priostes y ‘jochantes’ fueron 13 caciques que eran jefes de grupos aborígenes nombrados por los españoles.

“Hubo una dinastía indígena famosa, la de los Ati, ellos eran ricos, poderosos y amigos de engrandecer la fiesta. A cambio se añadieron  más personajes a esta fiesta como el  guaco negro, el urcuyaya, el chamán, la vaca loca. Luego aparecieron los toros,  capitanes, guarichas, caporales, los capariches, gitanos y más. Hoy hay más de 30 alegorías y en 1997 se añadió la de los helados y el pinol”, explica Navas.

Sin embargo, a mediados del siglo XX los sacerdotes decidieron disminuir las manifestaciones ancestrales, a pesar de la oposición indígena, para dar supremacía a la eucaristía y las misas. En 1997 se optó por retomar las manifestaciones culturales y folclóricas andinas sin conseguirlo totalmente.  Cuando los caciques desaparecieron con la independencia, quedaron sus familias que siguieron con la organización. Con el tiempo en la fiesta se acentuó el tema religioso y se incluyó  la eucaristía para que el círculo de la evangelización se cerrara.

En el siglo XIX, los blancos, mestizos e indígenas  participaban juntos en la celebración del que para entonces ya era reconocido como el Patrono de Salcedo.  
“Hoy  cada 29 de septiembre empiezan los festejos con la presencia de hasta 30 mil personas”, explica William Naranjo, director de la Escuela de Conducción San Miguel Drive,  prioste mayor 2016.

Naranjo es uno de los 5 priostes que se nombran con un año de anticipación. Así se cuenta con el tiempo suficiente para organizar cada acto con detalle. (I)

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