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La Casa del Árbol es una parada obligatoria del visitante de Baños

Pese a la espesa niebla que cae de vez en cuando en el lugar, los turistas se balancean en el columpio de más de 7 metros, colgado sobre una quebrada profunda. Foto: Roberto Chávez
Pese a la espesa niebla que cae de vez en cuando en el lugar, los turistas se balancean en el columpio de más de 7 metros, colgado sobre una quebrada profunda. Foto: Roberto Chávez
06 de julio de 2014 - 00:00 - Redacción Regional Centro

Dentro de la amalgama de lugares turísticos que el cantón Baños de Agua Santa ofrece a sus visitantes, uno se ha convertido en parada obligatoria en el itinerario de las miles de personas que la visitan año tras año.

Se trata de la fascinante y encantadora Casa del Árbol, una pequeña edificación de madera montada sobre un árbol gigante.

El sitio permite a los aventureros disfrutar de vistas inolvidables, increíbles y directas del cráter, cono, faldas, quebradas, desfiladeros y comportamiento del volcán Tungurahua.

Esto porque se encuentra ubicada justo en frente del flanco occidental del coloso, sobre una pequeña colina, a escasos 2,5 kilómetros en línea recta de la cima del macizo.

Vistas inolvidables

Debido a que el árbol que sostiene a la simpática casa de color blanco está plantado en el filo de una quebrada, existe un columpio que supera los 7 metros de altura en su rama más grande.

Los turistas audaces que se atreven a subir y balancearse sobre la peña aseguran que disfrutan de una experiencia única y asombrosa cada vez que se columpian sobre la profunda quebrada.

“Creo que nunca olvidaré la sensación de estar volando sobre la montaña que se experimenta al subir a este balancín”, señala Jorge Bustamante, turista argentino.

Ideal para fotos y meditación

De igual forma, quien se atreve a subir a uno de los 2 pisos de la diminuta casa, aprovecha la oportunidad para hacerse fotos, contemplar el panorama, meditar o simplemente sentir el viento frío en la cara, ya que en esta altura el aire corre con fuerza y a temperaturas de 5 y 9 grados centígrados.

“Cuando el día está despejado, se puede apreciar el volcán en todo su esplendor. Con la ayuda de binoculares incluso se puede divisar el interior del cráter, ya que vista desde este ángulo la cima del macizo tiene una ligera inclinación que permite mirar y retratar su interior”, asegura Lourdes Benítez, turista quiteña.

Incluso en días nublados la visita al lugar es posible, ya que existe un paseo ecológico que rodea la propiedad, por el cual se puede caminar guiados por una cuerda habilitada para este fin.

Estación de Monitoreo

Este lugar comparte ubicación con la Estación de Monitoreo Ventanas, construida en 1999 cuando empezó el último proceso eruptivo del volcán Tungurahua.

Allí, Carlos Sánchez, vigía de la estación, analiza a diario el comportamiento del coloso y además acoge y asesora a los intrépidos y curiosos turistas que llegan.

“Este lugar es 100% seguro. Incluso se puede acampar, ya que al estar en la cima de una colina, existen lugares descendientes protegidos del viento”, dice Sánchez.

Para acceder al lugar donde se encuentra esta singular casa se debe seguir la vía que lleva a Runtún. El ingreso es libre durante los 365 días.

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