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El cambio fue causado por el proceso eruptivo del volcán Cotopaxi

La bulliciosa Mama Negra se volvió sobria y religiosa

Los personajes de la Mama Negra también acataron las disposiciones de la Secretaría de Gestión de Riesgos. Foto: Silvia Osorio / para El Telégrafo
Los personajes de la Mama Negra también acataron las disposiciones de la Secretaría de Gestión de Riesgos. Foto: Silvia Osorio / para El Telégrafo
22 de noviembre de 2015 - 00:00 - Redacción Regional Centro

Tradicionalmente el segundo sábado de noviembre, Latacunga recibe a miles de turistas para la comparsa de la Mama Negra.

Esta costumbre empezó en 1963, con un grupo de jóvenes del barrio Centro, que decidió parodiar la comparsa de la Mama Negra que en septiembre realizan las vivanderas de El Salto y del mercado Pichincha en honor a la Virgen de La Merced.

Lo hicieron en noviembre por las fiestas de independencia. Poco a poco esta comparsa tomó fuerza y el Municipio tomó a cargo su organización y se popularizó.

En 2014 arribaron 20 mil turistas nacionales y del exterior. Ellos bailaron y gozaron con personajes como los ashangueros, negros loantes, cholas, curiquingues, chapuceros, que irradiaban alegría con su paso por las empedradas y coloniales calles de Latacunga.

Este año fue diferente. El súbito despertar del Cotopaxi, tras 138 años de letargo, cambió todo. La declaratoria de la alerta amarilla, que aún se mantiene, avaló la carta de suspensión de la fiesta.

Esto, no obstante, trajo un cambio profundo en la esencia de la fiesta: el sentido sincrético de la celebración, que se ha mantenido por 50 años, fue sustituido por un sentimiento más religioso y de fe.

Este año la Mama Negra hizo su aparición con el único objetivo de peregrinar con fe detrás de la ‘patrona del volcán’, la Virgen de La Merced. El recorrido fue corto.

Los personajes pocos, los espectadores mínimos, pero la devoción se manifestó con intensidad. La Mama Negra, el Ángel de la Estrella, el Capitán, el Rey Moro y el Abanderado llegaron con plegarias ante la imagen y se ofició una ceremonia religiosa campal que se mantuvo a pesar del frío y la lluvia.

Victoriano Naranjo, obispo de Latacunga, manifestó que la devoción en la madre santísima es el reflejo de un pueblo humilde de corazón que no se olvida de Dios.

En esta época del año, la economía local se revitalizaba con el movimiento turístico en hoteles, hostales, restaurantes, mercados y plazas. Hoy no fue así, y algunos sectores registraron pérdidas.

A pesar de todo, a Ángel Cañizares, la suspensión de la comparsa le pareció positiva. “Se detuvo el consumo de grandes cantidades de alcohol, accidentes automovilísticos y escenas de violencia e inseguridad que había después del desfile”, aseguró. (I)

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