Pese a que su lugar de trabajo está a 2 horas de caminata desde su casa, atravesando un gran tramo de selva, un deteriorado puente colgante y la tarabita más larga del país, Filomena cumple su labor diaria con puntualidad. Originaria de la parroquia Bomboiza, del cantón Gualaquiza en la provincia de Morona Santiago, la profe ‘Filo’, como la conocen sus alumnos, amigos y familiares, labora desde hace 5 años en la Escuela Unidocente José Joaquín de Olmedo, de la vecina parroquia San Carlos de Limón, del cantón San Juan Bosco.

Quienes la conocen la describen como una abnegada maestra que le gana terreno al analfabetismo y la ignorancia, pese a las dificultades de la docencia en este lugar tan recóndito de la Amazonía ecuatoriana. “Antes que Filomena llegara a San Carlos, por la escuelita pasaron al menos 10 profesores pero no duraron ni un mes en el cargo debido al calor, la humedad, la lejanía de los centros poblados y el limitado material didáctico. Pese a tener un pequeño de 6 años, la profe ‘Filo’ se da tiempo para enseñar y además para hacer las veces de sicóloga y consejera, tanto con alumnos como con padres”, dijo Moisés Llantis, padre de familia de un estudiante.

Filo tiene a su cargo 25 chicos, en edades de entre 8 y 16 años, a los cuales enseña por medio de largas sesiones de lectura y dictado.

“En clase alternamos libros escritos en kichwa amazónico y en castellano, a fin de reforzar el aprendizaje de ambas lenguas. De la lectura participamos todos los alumnos y luego de ella iniciamos una ronda de preguntas y debates sobre temas relevantes como salud, educación superior, respeto a la Pacha Mama y la unión familiar”, señaló Roberto, uno de sus alumnos.

En 5 años de labor en la escuela de San Carlos, Filomena ha sufrido picaduras de serpientes, atracos, caídas al río y hasta un ataque armado a la parroquia, lo cual afirma aún más su compromiso con la enseñanza. (I)