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El Telégrafo
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Es uno de los principales destinos turísticos y religiosos de Cotopaxi

Cuicuno debe su progreso al Señor del Árbol

Pese a que la devoción por el Santo nació en Cotopaxi, hoy la fe se ha extendido por todo el país.
Pese a que la devoción por el Santo nació en Cotopaxi, hoy la fe se ha extendido por todo el país.
Foto: Silvia Osorio / para EL TELÉGRAFO
16 de septiembre de 2017 - 00:00 - Silvia Osorio

Latacunga.-

A 13 km al norte del centro del cantón Saquisilí, en la provincia de Cotopaxi, se encuentra uno de los sitios religiosos más turísticos de la Sierra central.

Se trata del santuario de Cuicuno, barrio perteneciente a la parroquia Guaytacama de Latacunga. Hasta allí cada semana llegan más de 5 mil visitantes atraídos por un impresionante e histórico atractivo religioso.

La devoción a la imagen del Señor del Árbol, cuya leyenda se remonta al año 1640, ha sido considerada por siglos un ‘imán’ de turistas y el ‘motor’ del desarrollo sostenible de la localidad.

Lucía Chicaiza, latacungueña de 70 años, como la mayoría de sus coterráneos recuerda que su abuelita le relató la historia de fe que acompaña a la llamativa imagen.
“Dicen que en Cuicuno había mucho pajonal, y poca cosa más, hasta que llegó un comerciante de Quito, quien sembró muchas variedades de árboles. De uno de ellos, el más frondoso, al ser derribado salió sangre, más tarde apareció la impresionante y bien formada efigie del Señorcito milagroso, como también se conoce a la imagen”, manifestó la mujer.

Leyenda

La anciana hace referencia a la conocida leyenda de Domingo Barahona, quien, se dice, llegó desde Guapulo (Pichincha), adquirió unos terrenos con el afán de que algún día se conviertan en una estancia.

Como veía que hacía falta vegetación trajo del pie de los Ilinizas arboles de quishuar, especie también conocida como ‘árbol de Dios’, mismos que se adaptaron con éxito al suelo de la propiedad de Domingo.

Con los años muchos de ellos fueron utilizados para leña. De ellos fue quedando un hermoso ejemplar de quishuar que el colono conservó con el propósito de que su rebaño de ovejas pueda descansar en su sombra. Sin embargo pensó en derribarlo, pues sospechó que era un escondite de ladrones.

Para tumbarlo utilizó un hacha, tras varios golpes con la pesada herramienta notó que de la rama más frondosa salió una significativa y resplandeciente cantidad de sangre.

Atónito por lo ocurrido el sorprendido hombre fue en busca del sacerdote de Saquisilí, quien le aconsejó mantener la rama aislada del resto de leños que utilizaba frecuentemente en los menesteres del hogar, entre ellos cocinar.

Con el tiempo, Domingo se percató asombrado que en el casi marchito tronco se formaba de manera inexplicable una efigie que se asemejaba a Cristo crucificado.
“Muchos dicen que es solo una leyenda, pero otros la consideran una figura muy milagrosa. Es mi caso, pues hace algún tiempo me sanó por completo de una gastritis aguda, la cual para muchos médicos ya no tenía cura”, aseguró Ángel Ocaña, morador de la vecina parroquia de Toacaso.

Como muestra de fe y agradecimiento al Señor del Árbol, él asiste todos los domingos a la misa de las 11:00, oficiada en el ahora santuario de esta venerada imagen, al igual que miles de devotos que también agradecen infinidad y multiplicidad de favores divinos.

Diseño de la iglesia

En el templo destaca la nave central del imponente edificio. Está cruzada por una nave lateral a la altura del atrio, y en los alrededores existen pequeñas edificaciones que acuñan en sus entrañas cientos de velas blancas de todos los tamaños que los fieles dejan en acto de devoción o agradecimiento.

“En una robusta y bien conservadas rama se extienden los brazos del Cristo, las cuales son fotografiados por los turistas y devotos. Es tradición que las mujeres embarazadas visiten el templo para la consagración de sus hijos así como los viajeros para que encomienden al Santo su travesía”, señaló Lorena Masaquiza, devota latacungueña.

Las paredes de las pequeñas construcciones internas de la basílica, así como la fachada de la iglesia están adornadas por más de mil placas que cuentan los milagros que se acuñan al Cristo del Árbol.

La mayoría de turistas llegan los sábados y domingos, son atraídos también por la deliciosa gastronomía del lugar. Al igual que en el centro de Guaytacama allí se comercializan tortillas de maíz, bocadillos de papa, caldo de gallina, ají de cuy, y demás delicias de la sierra central.

Los lugareños han implementado al contorno del santuario cinco parqueaderos para que los visitantes puedan dejar con total confianza sus vehículos, mientras conocen el barrio rural en el cual un 90% de la población se dedica a las labores de pastoreo y agricultura. (I)

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