Quienes lo conocen saben que es un emprendedor ambateño que migró a los Estados Unidos para cumplir sus sueños y luego regresó al Ecuador para ayudar a otros con proyectos de desarrollo social y turístico. Byron Calderón se marchó en 1979 al país del norte sin haber terminado la secundaria en el entonces Colegio Bolívar. Siempre le atrajeron las matemáticas y la física. Estas habilidades le ayudaron definitivamente a ingresar a la New York University. Luego continuó su preparación en la City College en Nueva York y en Hillsborough Community College en Tampa Florida.

“Lo conozco desde hace 30 años. Siempre fue un chico tranquilo, meticuloso y centrado. Meditaba mucho antes de actuar y considero que eso le ha ayudado mucho en su vida”, asegura Elsa Jácome, amiga de la infancia.

Su habilidad para entender y aplicar la física y las ciencias exactas lo llevaron a especializarse en sistemas de conversión de frecuencias y en la amplificación para enlaces de comunicaciones satelitales y estaciones terrestres en el Instituto Tecnológico de Massachusetts. Trabajó para la compañía alemana Siemens y para la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA por sus siglas en inglés). En su vida privada se involucró mucho en la religión cristina, se casó y volvió al país en 2004 cuando cumplió 41 años. Con sus 2 hijas aprendió a hablar kichwa para realizar campañas contra el alcoholismo y a favor del ecoturismo. Se involucró con comunidades indígenas de Chibuleo, Salasaca y Río Negro, en el cantón Baños de Agua Santa, en donde vivió un tiempo cuando emprendió el proyecto de la hostería River View, que actualmente fue adquirida por un grupo de inversionistas europeos y una microempresa de naranjilla para ayudar a la producción y comercialización a los comuneros de esa zona. “Tiene una gran calidad humana y eso transmite y enseña a la gente”, opina Carlos Sánchez, ingeniero. (I)