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El Telégrafo
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El animal aún halla zonas de anidación en lugares cercanos a la capital

Pichincha es una zona estratégica para la conservación del cóndor

Aunque no tiene una pared rocosa muy grande, en la quebrada de Itulcachi se encontró un nido de cóndores.
Aunque no tiene una pared rocosa muy grande, en la quebrada de Itulcachi se encontró un nido de cóndores.
Foto: Cortesía Juan Manuel Carrión
15 de julio de 2017 - 00:00 - Redacción País Adentro

En el cielo quiteño todavía vuelan cóndores. Con un poco de suerte, es posible observarlos incluso sobre zonas pobladas.

Pese al crecimiento urbano, cuya transformación hizo que desaparezca gran parte del hábitat de esta ave carroñera, el firmamento capitalino aún está dentro de las rutas predilectas del cóndor.

Según el ornitólogo Juan Manuel Carrión, el centro más importante de concentración de cóndores en Ecuador está en la Sierra norte del país, específicamente entre Imbabura y Pichincha, pero más condensado en esta última provincia.

Esto se debe —explica— a que dentro de Pichincha, alrededor de la hoya de Guayllabamba, hay una cercanía mayor, que en otras regiones del país, de grandes montañas como Cayambe, Antisana, Sincholagua, Cotopaxi y Atacazo, entre otras.

Esto hace que el páramo tenga una continuidad que ofrece las condiciones geográficas favorables para que las aves encuentren, sobre todo, sitios para dormir.  

Los cóndores buscan paredes rocosas, paredes verticales en las que haya terrazas y cavidades donde posarse, sentirse protegidos y tener una visión amplia de su entorno.

Carrión dice que los 102 ejemplares que existen en Ecuador podrían confluir potencialmente en Pichincha, pero se desplazan por todo el país. La diferencia es que en esta provincia encuentran fácilmente lugares donde anidar y descansar.

En dormideros como Antisanilla, a la entrada del volcán Antisana, se han observado hasta 30 individuos congregados, pero esto no siempre sucede.  

Además de los dormideros, según Carrión, se han reportado nidos en el Cayambe, en el Antisana, en las inmediaciones de Quito como en los páramos de Pifo, en el sector del Tablón, entre otros lugares.

A inicios de este año, se encontró un nido de estas aves en la quebrada de Itulcachi, en Pifo, como resultado de investigaciones y monitoreos de la cordillera que permanentemente realiza el Grupo Nacional de Trabajo del Cóndor Andino, del que forman parte la Fundación Zoológica del Ecuador, Peregrine Fund y el Centro de Rescate Ilitio.

Este hallazgo recordó a los capitalinos la importancia que tienen las quebradas para conservar la fauna silvestre cercana. De ahí que la Secretaría de Ambiente del Distrito Metropolitano de Quito (DMQ) puso en marcha el programa de rescate de las quebradas.

Según Verónica Arias, secretaria de Ambiente del DMQ, las quebradas se han convertido históricamente en botaderos de basura, han sido rellenadas y dan la sensación de inseguridad a la ciudadanía.

Con el programa se pretende convertir a las quebradas en un jardín de vida silvestre cercano a los barrios. En el Distrito existen 182 quebradas, de las cuales se intervendrán 32 de forma prioritaria.

Gracias a rastreadores que fueron colocados en algunos ejemplares, se ha registrado que los cóndores se mueven desde el Pichincha hacia el volcán Cotacachi, pasando por Calacalí; también se cruzan desde la cordillera Occidental hacia la Oriental, pasando por el Ilaló e incluso sobrevuelan la ciudad.  

Por ejemplo, Carrión recuerda que hace pocos años observó a 3 cóndores volar sobre El Panecillo, en el centro de Quito.

Así mismo, en la quebrada de Rumipamba, que asciende al Pichincha, hay una pared rocosa que es conocida como Cóndor Huachana, que significa ‘sitio o dormidero de cóndores’. Aunque ha dejado de ser un posadero de esta especie, se ha comprobado que aún sobrevuelan esta zona.

Para Carrión, Pichincha es una zona de gran importancia para la conservación, investigación y monitoreo de los cóndores. Considera que aún se puede recuperar, reconstruir y revivir antiguos paisajes forestales quiteños y, con ellos, la fauna silvestre.

“Una quebrada es un cofre de tesoros naturales que puede convertirse en la mejor vecindad que alguien puede tener en cuanto a calidad de vida”, comentó Carrión. (I)

El bosque nativo y la afluencia de agua hacen de las quebradas de la capital zonas ideales para convertirse en el refugio de diversas especies silvestres. Foto: Cortesía Juan Manuel Carrión

DATOS

Con las alas abiertas, de punta a punta, un cóndor puede llegar a medir hasta 3 metros de alto y un metro de ancho, y puede pesar hasta 14 kilos.

Según el primer censo del cóndor andino, realizado en 2015, se estima que hay cerca de 102 individuos de esta especie en estado silvestre. De estos, 30 son machos y 36 hembras; del resto no se determinó el sexo.

Según observaciones, la mayoría de la población se encuentra en Pichincha. En la Reserva Ecológica Antisana se concentra al menos el 30% de los ejemplares existentes en Ecuador.

El rastreo mostró que los cóndores se desplazan por el callejón interandino, desde Nariño (Colombia) hasta Loja (Ecuador). Semanalmente, el cóndor recorre distancias equivalentes a 10 provincias andinas.

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