A primera vista, el Archivo Metropolitano de Historia tiene un aspecto similar al de una biblioteca cualquiera: un estrecho corredor flanqueado por 2 plantas en las que se alinean altos anaqueles que albergan casi 12 mil gruesos volúmenes.

El contenido de estos, sin embargo, dista mucho de ser común y corriente, pues se trata de ordenanzas y leyes dictadas por el Cabildo capitalino desde la fundación misma de la ciudad hasta 1992, las mismas que han normado la vida de los quiteños.

De hecho, entre las mayores ‘joyas’ que se guardan en el sitio están los documentos del establecimiento, primero de la villa de Santiago de Quito, en lo que hoy es la provincia de Chimborazo; y de su posterior establecimiento, ya como villa de San Francisco de Quito, en el territorio que hoy ocupa el Distrito Metropolitano.

Papeles de este tipo datan de 1534 y en los pies de algunos de ellos no es raro encontrar la grafía (casi un garabato) que le servía de firma al analfabeto conquistador español Sebastián de Benalcázar.

Del mismo modo, se conserva el original del edicto firmado por el emperador Carlos I de España (Carlos V de Alemania), en el que se establece el sello original de la ciudad, algunos de cuyos rasgos son conservados por la actual heráldica capitalina.

Gran parte de dichas actas antiguas han sido transcritas y convertidas en textos impresos, con lo que su contenido se encuentra a salvo. Sin embargo, los originales, conservados gracias a la calidad de los materiales con que fueron elaborados, se encuentran en riesgo de sufrir un deterioro irreversible.

Para evitar aquello, el actual cronista de la ciudad, el historiador Juan Paz y Miño, ha emprendido un proyecto integral de modernización del Archivo.

Parte de ello es el plan de digitalización del contenido de los volúmenes, con el que se planea convertir los documentos en archivos PDF con el fin de evitar su manipulación constante y, por consiguiente, su afectación.

Adicionalmente, se prevé emprender la restauración de los papeles y, posteriormente, su almacenamiento de acuerdo con técnicas modernas que permitan su correcta exhibición y conservación.

Como parte de ese proceso, según Paz y Miño, hasta el momento se ha avanzado en la adquisición del escáner que permitirá la digitalización del contenido del Archivo por $ 7 mil; además, se ha capacitado para cumplir con el procedimiento a los funcionarios del ente. Solo resta la culminación de los trámites para que el aparato llegue a manos de quienes lo usarán.

En cuanto a la restauración de la documentación municipal, el proceso para la contratación de los especialistas que se encargarán de ello se convertirá en uno de los retos que recibirá el próximo alcalde.

Adicionalmente, está pendiente la búsqueda y hallazgo de un nuevo sitio que albergue al Archivo Metropolitano, con el fin de poder exhibir los documentos importantes de manera adecuada y, al mismo tiempo, unificar el material antiguo existente con el producido por el gobierno local a partir de 1992 en un mismo edificio.

Pasos previos

Como parte de la modernización del Archivo Metropolitano de Historia, la entidad cuenta desde hace aproximadamente 1 año con su página en la red social Facebook.

En ella, de acuerdo con el plan del cronista de la ciudad, se publican artículos cortos sobre diferentes aspectos de la vida de la urbe a través del tiempo.

Paz y Miño resalta esta iniciativa por las miles de visitas que recibe el sitio diariamente, por parte de investigadores y público en general.

Del mismo modo, en la semana que se inicia fue lanzada la página web del espacio (archivoqhistorico.quito.gob.ec). El portal también contiene artículos sobre la historia de la ciudad, además de información acerca de los servicios y la propia existencia del Archivo.

Datos

A lo largo del tiempo han existido 3 cronistas de la ciudad, cargo que es otorgado por el Concejo quiteño.

La primera persona que ocupó esta función fue José Roberto Páez, instituido como tal en el año 1936.

Muchos años después, el historiador y diplomático Jorge Salvador Lara asumió la función, que desempeñó como tal entre 1992 y 2012, año de su fallecimiento.

Actualmente, Juan Paz y Miño Cepeda ocupa del cargo.

El Archivo Metropolitano de Historia funciona actualmente en la que fue la casa de la familia Jijón y Caamaño, más conocida como La Circasiana (centro-norte).