Una de las profesiones más populares en Ecuador es la de conductor. Se puede ejercer esta labor en un vehículo de transporte urbano; en uno de carga; en los automotores de alguna institución pública; al servicio de alguna empresa, de personas particulares, entre otros.

Este trabajo, como tantos otros, requiere de dedicación y sacrificio para cumplirlo. En muchos casos, las jornadas son agotadoras y la remuneración muy poca. Además, por más cuidados que se tengan, siempre se está expuesto a sufrir algún percance que puede ir desde un daño mecánico hasta un accidente grave de tránsito.

Tampoco faltan los malos momentos, como ocurre cuando los usuarios de un bus reclaman al chofer por la velocidad que imprime a la unidad o si consideran que lleva exceso de pasajeros. Leonardo Bravo (50 años), quien conduce desde hace un cuarto de siglo, dice que su motivación para convertirse en conductor profesional fue su gusto por los carros. “Mi meta siempre fue comprar los carros más grandes que había y lo logré. Porque cuando uno se traza un objetivo, hay que conseguirlo en un tiempo determinado”, asegura.

Actualmente, Bravo presta sus servicios y su vehículo para el transporte de empleados públicos y para estudiantes. Pero antes ha manejado otro tipo de transporte, como tráileres, lo cual abandonó porque -dice- era una actividad muy peligrosa.

Entonces, se dedicó a la línea de volquetas, con la que cubrió prácticamente todo el país. Bravo afirma que el transporte institucional le gusta porque le deja tiempo libre que él utiliza en la práctica de deportes. (I)