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La necesidad de ser modernos

La necesidad de ser modernos
18 de diciembre de 2017 - 00:00 - Ángel Emilio Hidalgo, Historiador

La modernidad sociocultural adquirió diversos matices en el Ecuador y especialmente en Guayaquil, ciudad que por sus características de puerto vivió más intensamente este proceso. 

En el caso de Guayaquil, el poder local fue un adalid en la propagación de políticas modernizadoras que incidieron en la vida cotidiana. Así, por ejemplo, la Municipalidad lideró campañas de higienización destinadas a erradicar pestes y preparar la transición de pueblo a ciudad, que fue el principal proyecto del cabildo local, después del incendio grande de 1896. A raíz del flagelo, las élites locales idearon la construcción de una ciudad moderna capaz de liderar los cambios económicos, políticos, sociales y culturales que impulsaba el liberalismo en el poder. Estos cambios están relacionados con el sostenimiento de políticas urbanas y de organización socio espacial a mediano y largo plazo.

La creación de nuevos barrios y la modificación del espacio citadino, en torno a las necesidades de racionalización urbanística, modificaron la percepción   que el hablante de Guayaquil tenía sobre su entorno.

Se era moderno en la medida en que se establecían las condiciones para serlo. Y una de las primeras iniciativas para hacer de Guayaquil una ciudad moderna fue contratar a arquitectos, ingenieros y planificadores (nacionales y extranjeros) para que diseñaran una “nueva ciudad”, luego del pavoroso  incendio de 1896, evento que imprimió un “giro de tuerca” en la configuración de su topografía urbana.     

Estas innovaciones buscaban regular el incremento poblacional y normalizar el uso y tenencia del suelo urbano. A ello se sumaban las regulaciones de ornato y construcción para controlar el uso extensivo de material combustible (madera y caña, sobre todo) y racionalizar la ocupación del espacio público. Persiguiendo este último objetivo, en 1906, se prohibieron las balsas-viviendas en la ría, práctica habitacional que todavía pervive en la ruralidad de la cuenca baja del Guayas. De esta forma, se esbozó un rasgo del proyecto de modernidad sociocultural guayaquileña desde su proyección utópica: la necesidad de ser modernos como preocupación ideológica y de época. (O) 

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