En 2014 ciudadanos de diversas tendencias nos dimos cita en la Corte Constitucional, en calidad de amicus curiae, advirtiendo la inconstitucionalidad de las enmiendas propuestas por los correístas de la Asamblea Nacional. Ellos atropellaban derechos esenciales de los ciudadanos y principios básicos de la democracia, principalmente, la pretendida “reelección indefinida”.

La Corte no nos escuchó y cedió a esos atropellos. Dijo en su dictamen que no afectaba a los derechos de participación, igualdad y alternabilidad, al contrario, los potenciaba porque era un derecho de los ciudadanos y del gobernante. Dijo que la reelección indefinida era “un nuevo rol ciudadano” (increíble). La Constitución de 1998 en su art. 98 había ya prohibido la reelección indefinida para el Presidente de la República. La Carta Política de 2008, en el art. 144, decía que solo podría reelegirse por una sola vez.

La  historia constitucional de la mayoría de los países de América Latina, en los regímenes presidenciales, ha proscrito la reelección indefinida porque se convirtió siempre en semillero de tiranías.

Pero todo esto no le importó a la Corte Constitucional, más bien, “sirvió la mesa” al gobierno de Rafael Correa. Salimos, entonces, a las calles junto a organizaciones y líderes locales y nacionales, y perseguimos por todo el país a la Comisión de Enmiendas de la Asamblea que en sesiones farisaicas, con sus simpatizantes supuestamente las socializaba.

Pachakutik, CREO y otros movimientos y organizaciones pedimos que haya una consulta popular, pero la Corte Constitucional y el Consejo Nacional Electoral (CNE) en un ping pong perverso sobre los formularios para la recolección de las firmas, cerraron el paso a ese mecanismo de participación ciudadana . Hoy los bandos “antagónicos” de Alianza PAIS (AP) pelean sobre la validez de la consulta.

Para los morenistas, la reelección indefinida es inconstitucional, pero no lo será nombrar directamente a los nuevos consejeros del Consejo de Participación; para los correístas, otrora todopoderosos, la consulta no será más que la consolidación de la “tiranía”. Para nosotros, la consulta será nuestro derecho ganado en la calle, no concedido por el poder. (I)