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Punto de vista

La ciudad es un extraordinario producto humano

La ciudad es un extraordinario producto humano
Foto: Miguel Jiménez / El Telégrafo
17 de octubre de 2016 - 00:00 - Augusto Barrera. Exalcalde de Quito

Entre hoy  y el 20 de octubre, Quito será la sede de la III Conferencia Mundial sobre vivienda y desarrollo urbano sostenible conocido como Hábitat III. Este evento constituye el mayor espacio de debate de las políticas urbanas. Cada 20 años, los gobiernos nacionales, locales, las universidades, los movimientos sociales, las empresas, ONG discuten y definen los principales lineamientos para las ciudades del planeta.

La consecución de la sede constituye un verdadero hito histórico para la ciudad, el país, e incluso para América Latina. Además de la Conferencia formal de las 193 delegaciones gubernamentales, hay centenares de eventos paralelos de varios estamentos de la sociedad.

El mundo vive un irreversible proceso de urbanización. Setenta y cinco por ciento de la población de América Latina y el Caribe (ALC) vive  ya en ciudades; y esta tendencia se expresa también en el Ecuador.

Este predominio urbano de las sociedades sitúa en el escenario de las ciudades a los grandes debates contemporáneos. Un mundo más justo, equitativo, sustentable, seguro, será urbano, o no será. Esto no excluye a las zonas rurales, sino que, al contrario, las incorpora de forma dinámica en la interacción urbano rural.

Es frecuente pensar a la ciudad como caos o problema, pero históricamente la ciudad ha sido también una oportunidad para que las personas desarrollen en libertad su proyecto de vida. Eso depende del tipo de ciudad que construyamos.

Si bien ha habido avances en el mejoramiento de las condiciones de vida durante las últimas décadas, también es verdad que se ha profundizado la desigualdad, la especulación del suelo, la segregación socio espacial, se ha precarizado el empleo y permanece el flagelo de la violencia y la inseguridad.  

La Nueva Agenda Urbana recoge algunas de estas problemáticas y abre caminos para enfrentarlas. Requerimos cambios profundos en la forma que hacemos y vivimos las ciudades. Debemos hacer ciudades más justas y equitativas, lograr la universalización de algunos derechos mínimos como vivienda digna, suelo seguro, agua, alcantarillado, recolección de desechos, movilidad y conectividad.

Hay que recuperar la ciudad de la especulación del suelo, racionalizar el consumo de los recursos como el aire, el agua, el suelo, la energía. Al mismo tiempo hay que fortalecer una democracia vigorosa basada en la más amplia, diversa y real participación de los ciudadanos y de los colectivos sociales, así como la construcción de un sentido de corresponsabilidad y compromiso que doblegue la apatía y el individualismo.

Las declaraciones por sí mismas no transforman la realidad. Por eso el principal reto es lo que viene después. La construcción de las ciudades en los 20 años que siguen seguirá siendo compleja y llena de tensiones, conflictos e intereses. Es fundamental fortalecer el compromiso de todos quienes hacemos las ciudades, ganando en conciencia, capacitación, participación.

La ciudad es un extraordinario producto humano. Una ciudad justa e inclusiva y el derecho a la ciudad son un camino a seguir. Ese puede ser el mayor legado de este Hábitat III. (O)

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