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Punto de vista

Celeste: Teatro Arawa escribe la historia

Celeste: Teatro Arawa escribe la historia
09 de septiembre de 2017 - 00:00 - Jaime Gómez Triana, crítico e investigador teatral cubano

La historia, ya lo sabemos, la cuentan los vencedores y justamente por eso se rescribe una y otra vez. Ahora, ¿qué pasaría si la narramos desde otro punto de vista, si los vencidos recuperaran la voz; si los muertos hablaran? Esa es justamente la intención de Arawa al acercarse al devenir de una ciudad-puerto que bien podría ser Guayaquil o cualquier otra, cercana o lejana del mar, en nuestro continente. Con dramaturgia y dirección del también actor Aníbal Páez, la obra Celeste intenta un ejercicio escénico transtemporal. Va al pasado para interpelar el presente, busca atrás para intervenir el futuro.

¿Qué elementos son indispensables a la hora de fundar una ciudad? ¿Quiénes participan de esa acción? ¿Qué leyes otorgan legitimidad a ese acto? Sobre qué templos se levanta esta catedral ¿Cuál era el nombre de los que murieron en esa empresa? Enumero posibles interrogantes para pensar causas y consecuencias, pero será imposible encontrar los rostros de los subyugados y marginados. Sus cuerpos yacen decapitados e inertes. Por más que quisiéramos será imposible conocer su identidad. Sin embargo, su voz reaparece en hombres y mujeres de hoy. Cuerpos vivos que se enmascaran para encontrar nuevos argumentos sobre la escena.

Celeste es una farsa coral y lo es no exactamente porque queramos encasillar el texto y la puesta en un género específico, sino porque la sátira, la parodia es lo que mejor convienen a un análisis que busca quebrar los estereotipos y la falsa solemnidad tan propia del lenguaje historiográfico. De aliento brechtiano, la pieza de Arawa, recurre a la máscara. Los actores entran y salen de sus roles, los ridiculizan, los critican. Los espectadores pueden reconocer en los rostros superpuestos y también en los gestos a personas bien conocidas, de modo que la obra acaba por integrarse a la experiencia de vida de los habitantes de esta ciudad.

De las actuaciones es importante destacar el trabajo de Juan Coba, director general del colectivo, quien muestra total dominio de su máscara, así como un estudio pormenorizado del gestus o modelo social de su personaje. Coba es además una figura clave para la pieza, puesto que su autor y director reconoce en él a un sobreviviente, alguien con autoridad para narrar un acontecer invisibilizado, preterido, ausente de los libros y las efemérides.

Aprovecho estas líneas para saludar la presentación de Panfleto porpulir contemporáneo, cuaderno de la autoría de Aníbal Páez y del Teatro Arawa con prólogo de Berta Díaz y edición de la también escritora María Paulina Briones. Panfleto… recoge los textos de la excelente Soliloquio épico coral y de Celeste, al tiempo que documenta los montajes. Sin dudas se trata de una excelente contribución de Cadáver Exquisito Ediciones a la memoria de la escena en Guayaquil y Fiartes-G lo reconoce como tal al incluir la presentación en el programa oficial del encuentro. Ojalá que en el futuro otros libros de teatro puedan acompañar las puestas en escena y al festival. Su existencia nos permitirá poco a poco encontrar nuevas claves para interpelar la historia del movimiento escénico en la ciudad y también los desafíos presentes y futuros. (O)

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