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El Telégrafo
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El promedio máximo de vida es 115 años

Los nuevos estilos de vida han incidido en la prolongación de los años de vida en el mundo. La medicina, la tecnología y las condiciones económicas están relacionadas a esta realidad.
Los nuevos estilos de vida han incidido en la prolongación de los años de vida en el mundo. La medicina, la tecnología y las condiciones económicas están relacionadas a esta realidad.
Foto: AFP
04 de marzo de 2017 - 00:00 - *Kléver Paredes Barrera

La eterna juventud hasta ahora sigue siendo un sueño difícil de alcanzar. No así la esperanza de vida que aumenta año tras año. Es decir, cada vez existirán más personas mayores viviendo en el mundo.

Los datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) señalan que la esperanza de vida al nacer aumentará un 7,5% en los próximos 37 años. La población de los países latinoamericanos y del Caribe ascenderá a 750.956 millones de habitantes en 2050, de los cuales el 69,7% participará en actividades económicas activas.

El envejecimiento de los habitantes será un fenómeno que atravesará  casi todos los países latinoamericanos, pues la población mayor de 60 crecerá el 22,9% en Brasil, 41% en Guatemala y 41% en Nicaragua, en el periodo comprendido entre 2025 y 2050.

La tasa de natalidad en América Latina y el Caribe será del 17,8 por 1.000 hasta 2015 y descenderá a 11,8 entre 2040 y 2045.

Los países con mayor índice de natalidad serán Guatemala con 16,8 por 1.000, Haití con 14,4 por 1.000, Bolivia con 14 por 1.000, Colombia con 13,4 por 1.000 y Paraguay con 13,3 por 1.000, en el periodo apuntado (2040 y 2045).

Para América Latina, la esperanza de vida al nacer es de 74,2 y se proyecta 82,2 años para 2045, mientras que en el Caribe actualmente es de 72,7 y crecerá a 80 años en 2045.

El país con mayor expectativa de vida para 2045 será Puerto Rico -según la Cepal- con 86,1 años, escoltado por Islas Vírgenes con 85,6 y Chile con 85,1. Para Costa Rica la expectativa de vida proyectada para 2045 es de 84,4; para Argentina de 84; Cuba de 83,8; México de 83,2, y  Panamá de 83 años. En cambio, Haití, con 75,5, y Bolivia, con 77,9 años, son los países de menor expectativa de vida proyectada por la Cepal.

El Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC) precisa que Ecuador tenía 15,5 millones de habitantes en el 2012, mientras que en 2050 llegará a 23,4 millones, según las proyecciones, que son el resultado de una simulación que toma en cuenta la población base del año anterior, más los nacimientos e inmigrantes del año de estudio y menos las defunciones del año de estudio.

De acuerdo con esta información, en el 2030 el país no garantizará el reemplazo generacional, pues las mujeres en edad fértil tendrán menos de dos hijos, es decir, la población empezará a envejecer.

Las provincias con mayor tasa global de fecundidad son Morona Santiago, Napo, Zamora Chinchipe, Orellana y Pastaza. Mientras que las de menor tasa son Pichincha, Tungurahua, Galápagos, Azuay y Carchi.

La esperanza de vida de la población en el 2010 fue de 75 años y en 2050 subirá a 80,5 en promedio.

Para las mujeres la esperanza de vida será 83,5 años. De acuerdo con las proyecciones, para el 2020 habrá 17,5 millones de habitantes, en 2030 ese número crecerá a 19,8 millones y en 2040 a 21,8 millones.

El envejecimiento demográfico de los países en vías de desarrollo es una realidad. En varias naciones las estructuras organizadas de acuerdo con la edad fueron relativamente estables durante la década de los años 50 del siglo XX; mantuvieron elevados índices de fecundidad y un lento descenso de los índices de mortalidad.

Entre 1950 y 1970 el 5,4% de adultos mayores se incrementó al 7%. Los cálculos estimados para el 2025 señalan que alcanzarán el 14%, y el 22.6% hacia el 2050,  conforme a los datos del Centro Latinoamericano y Caribeño sobre Demografía (Celade), reconocidos por la Organización de las Naciones Unidas (ONU).

Es decir, que entre los años 1950- 2025 el grupo de personas con 60 años de edad o más, aumentó casi 11 veces su número inicial en relación con la cantidad de adultos mayores. El envejecimiento poblacional es uno de los fenómenos de mayor impacto en la sociedad; al respecto la ONU (2010) afirma que la población envejece cuando aumenta la proporción de personas mayores con 60 años de edad o más.

Más allá de los 100 años

La duración de la vida humana podría tener un límite absoluto, según análisis demográficos globales que se publicaron en la revista Nature.

Jan Vijg, del Albert Einstein College of Medicine, en Nueva York, y su equipo calculan que el récord documentado de 122 años de vida será difícil de superar.

A pesar de que la investigación fue publicada en 2016, sigue vigente porque las características y particularidades del envejecimiento no han cambiado en los países de estudio.

La esperanza de vida y su duración máxima crecieron significativamente durante el siglo XX, alimentando la idea de que la longevidad podría aumentar indefinidamente.

Los investigadores se valieron para su análisis de la base de datos de mortalidad humana, que recopila información de 40 países. En términos generales, esas naciones registraron un descenso continuo de la mortalidad tardía a partir de 1900.

Cuando el análisis se centra de forma específica en las mejoras de supervivencia una vez cumplidos los 100, se puede apreciar que a partir de esa edad ya es más complicado conseguir años extra de vida, independientemente de la fecha de nacimiento.

El número de supercentenarios (que han alcanzado los 110 años o más) creció entre 1979 y 1990, pero se estancó en 1995.

Los investigadores resaltan que ese punto está muy cerca de 1997, año en el que falleció la francesa Jeanne Calment a los 122 años, la mayor longevidad documentada de la historia.

Con la información recopilada, los científicos han calculado una duración media máxima de la vida de 115 años y han cifrado en 125 años el límite absoluto de la duración de la vida humana.

Dicho de otra forma: la probabilidad de que una persona de cualquier parte del mundo viva 125 años es de 1 entre 10.000. “Los progresos frente a las enfermedades infecciosas y crónicas seguirán aumentando la expectativa media de vida, pero no su duración máxima”, concluye Vijg. (I)   

La mayor esperanza de vida se debe a  los adelantos científicos y tecnológicos

Los avances que la ciencia y la tecnología han presentado en los últimos años no hacen sino prever un futuro diferente a nuestra rutina diaria actual.

Los cambios ya han llegado al mundo de las comunicaciones, revolucionando para siempre la manera de establecer contacto con la sociedad y sus componentes.

Vivimos ahora en un mundo sin distancias en el que en apenas unas horas podemos cruzar océanos y mares.

La gastronomía, la cultura y los hábitos de consumo han sufrido también evoluciones espectaculares en las últimas décadas.

En 2063, en España, las mujeres tendrán una esperanza de vida al nacer de 94,3 años y los hombres de 91 años, según la
el portal de gerontogeriatría de Argentina.

La sanidad ha evolucionado mucho, hecho que se demuestra con el aumento increíble que la esperanza de vida ha experimentado en la mayoría de los países de nuestro entorno.

España es un buen ejemplo de cómo la evolución de la sanidad y la higiene han deparado resultados más que significativos al bienestar humano y la calidad.

La esperanza de vida en España ha evolucionado entre el período 1994 y 2014 en las siguientes cifras: hombres de 74,4 a 80,1 años y en las mujeres de 81,6 a 85,6.

Según las proyecciones que presenta el Instituto Nacional de Estadística de ese país, en 2063 en España las mujeres tendrán una esperanza de vida al nacer de 94,3 años y los hombres de 91 años.

Con estas cifras, inimaginables hace tan solo 50 años, la comunidad científica ha empezado a plantearse ya si en los próximos años podremos conseguir ser inmortales o al menos poder revertir el proceso natural de envejecimiento, superando la barrera de los 120 años con frecuencia y no siendo algo anecdótico o extraordinario.

En el año 2005, el escritor portugués José Saramago publicó su novela Las intermitencias de la muerte. En esta se podía leer cómo a partir de la madrugada de un 1 de enero nadie fallecía en la tierra, considerándose todos inmortales.

Esta novela presentaba los problemas derivados de la ausencia de fallecimientos y cómo el mundo cambia ante una visión inmortal de la existencia humana.

Actualmente, 12 años después de la publicación de esta novela, parece menos surrealista el que llegue un día en el que el ser humano pueda retrasar de manera extraordinaria la fecha de su fallecimiento por causas naturales.

Hace un par de años el profesor de la Singularity Universirty de Silicon Valley, José Luis Cordero, afirmó que en el año 2045 las personas habrán superado enfermedades como el cáncer o el sida y habrán conseguido la tan ansiada inmortalidad.

A este hecho no solo ayudarán las evoluciones sanitarias que se están desarrollando, sino los avances tecnológicos que se están aplicando en fases experimentales.

Un ejemplo de estas evoluciones que se están desarrollando ya lo demostró la Methuselah Foundation, que consiguió extender la vida de los ratones a los 5 años, lo que equiparado al ser humano podría llevarnos a los cerca de 1.000 años con una salud satisfactoria.

Una de las líneas más interesantes en el objetivo de ser inmortales es la capacidad que día a día se incrementa de diseñar a la perfección a nuestra descendencia pudiendo reducir o eliminar de forma completa el riesgo de padecer algunas de las enfermedades más importantes que están marcadas genéticamente.

Otros estudios de reciente publicación sí ponen límite a nuestra esperanza de vida, la cifra podría quedar marcada en 125 años. El límite actual está establecido en 122 años y ese registro lo ostenta la francesa Jeanne Calment, que dejó de existir en 1997.

De manera paralela a las evoluciones sanitarias que se están desarrollando surgen conflictos importantes en cuanto a la ética que debemos o no aplicar en la línea de conseguir que el ser humano sea o no inmortal.

Independientemente de qué teorías sean las acertadas, parece obvio que lo que hoy parece imposible mañana puede no serlo tanto.

Hace décadas nadie hubiese acertado la cantidad de medicamentos que hoy tenemos para combatir enfermedades como la diabetes, el cáncer, la hipercolesterolemia o la hipertensión, importantes enfermedades que, hoy en día, no implican mortalidad directa asociada a ellas. La mayor esperanza de vida es un triunfo para la humanidad debido a los adelantos científicos y tecnológicos, lo que significa que los seres humanos tienen una mejor calidad de vida. Los retos son ahora cómo brindar servicios especializados a este grupo etario que va en aumento. (O)   

Las mujeres vivirán más que los hombres

La esperanza de vida en España, en 2030, pasará de 78,66 a 83,47 años en hombres y de 84,83 a 88,07 años en mujeres.

Así lo señala un estudio sobre los 35 países industrializados, el cual fue realizado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y publicado en el portal de  gerontogeriatría de Argentina.

El estudio recoge información del Imperial College London, la Universidad de Northumbria y la Universidad de Washington.

En todos los países analizados las personas vivirán más en 2030 y la diferencia entre hombres y mujeres se reduce en la mayoría de ellos.

Corea del Sur será el país más longevo, ya que tendrá en 2030 una expectativa de vida prevista de 90,8 años para las mujeres (siendo las primeras en superar la barrera de los 90 años) y 84,1 años para los hombres.

A continuación, y en el caso de las mujeres, se situará Francia, con una expectativa de 88,6  en 2030, y Japón, con 88,4. En el caso de los hombres, los segundos más longevos serán los australianos y los suizos, que alcanzarán los 84.

La investigación revela que crecerá en todos los países y que la mayor proporción se experimentará en Corea del Sur, Eslovenia y Portugal, en el caso de las mujeres; y en Hungría, Corea del Sur y Eslovenia, en los hombres.

En Macedonia, Bulgaria, Japón y Estados Unidos la expectativa de vida es menor para las mujeres; y en Macedonia, Grecia, Suecia y Estados Unidos disminuye para los hombres.

Los investigadores advierten que esta mayor longevidad de la población deberá ser tenida en cuenta a la hora de diseñar las políticas económicas, sociales y sanitarias públicas en los diferentes países analizados.  

En este sentido, Majid Ezzati, de Imperial College London y autor principal del estudio, destaca que “es imprescindible introducir políticas que apoyen la creciente proporción de gente mayor en la sociedad. Especialmente habrá que reforzar los sistemas sanitarios y de atención social y establecer modelos alternativos de cuidado de larga duración, como una atención asistida por la tecnología en el hogar“.

Además, como recomendación, posiblemente habrá que modificar la edad de jubilación laboral, pero asegurarse al mismo tiempo de que la gente mayor está bien cuidada y tiene acceso a los servicios necesarios, señalan los autores de este estudio. (I)

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