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En febrero irá al aconcagua en argentina

La fortaleza mental y física de Karl Egloff fue decisiva en su conquista del Kilimanjaro (Galería)

El ecuatoriano Karl Egloff (negro con blanco) celebra su récord Guinness junto al personal que labora en el Parque Nacional del Kilimanjaro en Tanzania, África. Foto: Cortesía.
El ecuatoriano Karl Egloff (negro con blanco) celebra su récord Guinness junto al personal que labora en el Parque Nacional del Kilimanjaro en Tanzania, África. Foto: Cortesía.
03 de septiembre de 2014 - 00:00 - Por Miguel Suárez

Los 4 viajes que realizó el quiteño Karl Egloff al monte Kilimanjaro en Tanzania, en los que llegó a trote a la cumbre en 5 ocasiones (en una visita 2 veces), llamaron la atención de la empresa suiza Aktivferien, para la que presta servicios de excursiones guiadas de montaña en el país mediante Cumbre Tours.

A finales de 2013, la firma europea especializada en trekking decidió apostar por él y auspiciar su preparación para romper el récord de ‘speed climbing’ (ascenso de velocidad) en la montaña más alta de África de 5.895 metros sobre el nivel del mar (msnm).

Desde ese momento empezó su preparación para superar el tiempo del español Kilian Jornet, quien en 2010 llegó a la cima y de vuelta a la base del Kilimanjaro en 7h14m. “Tuve muchos nervios antes de intentar romper el récord, porque sabía de la capacidad de Jornet, quien es un profesional que ha publicado libros, ha hecho documentales, tiene contratos publicitarios importantes...”, comentó el montañista de ascendencia suiza.

A pesar del apoyo de familiares, amigos y su empresa, Egloff de 33 años, continuaba escéptico sobre poder establecer una nueva marca en la montaña del sureste africano. “Lo más duro de este proyecto era creer en mí mismo. Mi amigo Gonzalo Calisto me dijo que yo tengo algo que Kilian no y es que crecí en la altura, cada semana llego a 5.000 metros y él no posee esa ventaja”.

El 20 de julio se desplazó hasta Tanzania para preparar el ascenso que plasmó el 13 de agosto pasado con un tiempo de 6h42m24s, 32 minutos menos que el ibérico. En esas 3 semanas subió 6 veces a la cumbre de 5.895 msnm. Esos recorridos los hizo trotando y corriendo para probar su límite físico y conocer así su capacidad pulmonar. “Tuve un autoanálisis exhaustivo, pero estaba nervioso. Una semana antes no pude dormir y no comía nada porque creía que cualquier alimento me iba a caer mal. Mi dieta se basó en plátanos”, afirmó con una sonrisa el extrovertido atleta.

Gran fortaleza mental

El ascenso de este monte inicia a los 1.600 msnm con un clima selvático, al continuar se atraviesa por páramo, neblina, desierto, glaciar... en total son 7 distintas vegetaciones y climas hasta llegar a los 5.895 msnm. En total Karl recorrió 42 kilómetros, 21 km de ida y 21 km de vuelta. “Existe un desnivel de 4.300 metros y es imposible que no sufras un bajón, porque alguna vegetación te va a molestar”. Por ello el capitalino estableció una tabla con el tiempo que iba a permanecer en cada microclima y qué tipo de ropa iba a necesitar. “Esa planificación en la que subí 5 veces anteriormente fue el 80% del récord”.

La humedad en la parte baja del Kilimanjaro fue “su gran enemigo” en la montaña porque con el calor empezó a sudar y al continuar el ascenso la ropa se le pegó al cuerpo y ese frío afectó su rendimiento. “Es un frío mojado que me empezó a matar lentamente”.

El tema emocional lo ayudó a alcanzar la marca, cree. “Escuché un día antes de escalar los mensajes que me mandaron mis amigos en los que me apoyaban y decían que confiaban en mí”, recordó Egloff, quien también practica ciclismo.

“No me siento inferior a Kilian, a pesar de todos los recursos que tiene él en comparación a mí. Esa mentalidad y decisión fueron determinantes porque él fue acompañado de una persona todo el trayecto, yo lo hice solo”, agregó Egloff, quien reconoció que sintió nostalgia en su travesía y lloró cuando descendía de la montaña, pero que justamente practica deporte porque le gusta mostrar sus emociones en todas las actividades que realiza.

Rompió todas las marcas

Durante las 6h42m que estuvo en la montaña sintió cansancio, náuseas, calambres.... pero no paró de correr. En la cima del Kilimanjaro sí se detuvo por 4 minutos, pero no por voluntad propia. Allí se encontraba el guardaparques, quien notificó al campamento base que Egloff había logrado el récord Guinness de ascenso (4h56m). “Quería tomarse fotos conmigo y yo me tenía que ir. Perdí tiempo ahí, pero tuve tanta distancia con Kilian que disfruté muchísimo ese momento”, rememoró.

En el descenso también superó en tiempo al atleta español al cronometrar 1h46m, pero su objetivo era vencerlo en el ascenso y en el total y no en el retorno, porque justamente el europeo se caracteriza por su velocidad al bajar. “Pero fue un incentivo adicional haberle ganado en la bajada, ese fue otro reto que tuve y lo superé”.

En los tramos finales, Egloff empezó a llorar porque ya sabía que cronometraría los mejores tiempos de ‘speed climbing’ en el Kilimanjaro, sin embargo siguió corriendo. “Al cruzar el portón de llegada me desplomé porque no tenía fuerza en las piernas y lo único que quería era una Coca-Cola”.

El ‘speed climbing’, su adicción

Con la conquista del Kilimanjaro en Tanzania empezó una nueva etapa en la vida de Egloff, dedicada a romper las marcas mundiales de velocidad en las 7 montañas más altas de cada continente. Y desde su retorno a Ecuador ya prepara su nueva hazaña: bajar el tiempo de ascenso y descenso en el monte Aconcagua en Argentina de 6.962 msnm, el más alto de América.

Se desplazará en enero y se adaptará por 6 semanas antes de iniciar el recorrido a finales de febrero de 2015. Como parte de su logística, viajarán otros deportistas extremos como Gonzalo Calisto y Nicolás Miranda. Irá también su novia y su familia como apoyo moral, porque no cree que podrá hacerlo sin observar una cara familiar en todo el tiempo que estará fuera de Ecuador.

Actualmente el récord le pertenece al peruano Jaime Ramírez, quien en 2006 conquistó el Aconcagua en 14h59m.

Kilian Jornet irá en diciembre hasta allá y Egloff cree que bajará el tiempo, pero su equipo se basará en los registros del español para planificar su estrategia y volver a romper su marca como lo hizo en África.

Todo empezó en el Cotopaxi un 12 de diciembre

Karl Egloff nunca olvidará la fecha en la que se inició en el ‘speed climbing’: el 12 de diciembre de 2012. Ese día su gran amigo Nicolás Miranda le propuso romper el récord de velocidad de ascenso y descenso en el volcán Cotopaxi (5.897 msnm), que justamente lo tenía Miranda. “Nicolás me dijo abiertamente que yo le iba a ganar, pero no le creí porque yo era rápido, pero en altura iba a sufrir mucho”.

Partieron juntos y Egloff no volvió a ver a su compañero. Le tomó 12 minutos llegar desde el Refugio hasta el glaciar; un kilómetro con 400m de desnivel que les toma a los excursionistas 1h30m.

Los mareos no le impidieron llegar a la cima en 1h15 minutos, cuando el récord de ascenso era de 1h35. Completó el recorrido en 1h37m, marca vigente en el Cotopaxi. “Desde ese instante supe lo increíble que era este deporte”.

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