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Humberto Sosa hace del box una terapia de rehabilitación

Humberto Sosa enseña aplicaciones de golpes y desplazamientos a Paula Cisneros (izq.) y Sofía  Andrade, quienes desean incursionar en la actividad de competencia.
Humberto Sosa enseña aplicaciones de golpes y desplazamientos a Paula Cisneros (izq.) y Sofía Andrade, quienes desean incursionar en la actividad de competencia.
Foto: Miguel Jiménez / EL TELÉGRAFO
19 de marzo de 2017 - 00:00 - Redacción Fanático

Una profesora de primaria, una adolescente que tiene problemas en los estudios, un exskin head (cabeza rapada), un expandillero y un niño de ocho años que sueña con convertirse en campeón mundial son varios de los personajes que a diario se juntan para aprender boxeo con el mismo entrenador, pero por diferentes motivos.

El Atlantis Gym de Cotocollao, al norte de Quito, es una especie de galaxia que encierra más de veinte mundos distintos, cuyo sol es el instructor Humberto Sosa Hernández, de 39 años, un expúgil que en la década del 90, en su faceta amateur, cosechó una medalla de plata panamericana y, por partida doble, galardones de bronce sudamericanos y bolivarianos.

Después de un tiempo, Sosa (38 años) cambió radicalmente sus expectativas; oriundo de Camarones, parroquia del cantón Esmeraldas, se mudó a Guayaquil a los seis años y a partir de los once empezó su carrera deportiva. Del amateurismo, representando a Guayas y al país, pasó al profesionalismo, mudándose a Quito en 1999. En esta etapa sostuvo 11 peleas y se retiró por falta de apoyo.

Lo que le quedaba era ser entrenador, mas, al no conseguir un trabajo fijo, decidió formar el Club Sosa y dar clases particulares. La personería jurídica del organismo está en trámite, pero desde que se estableció en el Atlantis Gym, hace catorce meses, la acogida de su emprendimiento muestra un notable crecimiento; se inició con tres alumnos, ahora tiene 21.

A sus clases llega gente de diferente tipo, edad y condición social: profesionales, amas de casa, comerciantes, etc., quienes ven en el pugilato un medio para sentirse sanos o una alternativa de crecimiento personal. Sus actuales aprendices están comprendidos entre los 8 y 52 años de existencia.

Del neonazismo a la tolerancia

Víctor Palacio (32 años), por fin le encontró un sentido a su habilidad para pelear; hasta que conoció a Sosa, todo lo que sabía en taekwondo, capoeira y artes marciales mixtas, lo había empleado solo para dañar.

Como miembro del el Movimiento Skinhead del Ecuador, una de las subculturas urbanas más peligrosas del país, las peleas callejeras, el consumo de drogas y los actos reñidos con la ley, que incluso lo llevaron a la cárcel, eran su cotidianidad.

Pero debido a las enseñanzas de Sosa y a su determinación, lo único que queda de ese pasado son los tatuajes que se hizo impregnar en el cuerpo. Sus nuevos retos son convertirse en un boxeador profesional y forjar con éxito su empresa comercializadora de cortes de carne, que lleva adelante tras recibirse de  ingeniero agroindustrial.

“Lo más difícil fue salirse del parche (pandilla), mis excompañeros me buscaron para matarme; ese tiempo hasta perdí mi trabajo, pero hoy sigo guerreando, haciendo labor comunitaria”, comenta.

Algo parecido le ocurrió a Felipe Palacios (29 años), que halló en el pugilismo una manera de ganar autocontrol y disciplina, además de la fuerza para abandonar sus vínculos con las pandillas juveniles y la drogadicción. “Me di cuenta de que el tiempo no pasa en vano, me estaba quedando atrás mientras otros surgían; gracias a Dios no estoy preso ni enfermo en un hospital, tengo la libertad y eso es grandioso”, manifiesta. Sus esfuerzos se centran estos días en la venta por internet de repuestos para autos y motos.

Y aunque menos dramático, otro caso de superación mediante el box es el de Paula Cisneros (13 años), estudiante del noveno año en el colegio Hipatia Cárdenas. Esta chica admite que tenía problemas en los estudios y, por ende, muy mal humor. Ahora su ira la desahoga en el cuchimbolo ¡Hay que ver la furia con la que le pega al saco!.

Hija del expeleador Andrés Cisneros, Paula no ve un futuro sin sus pies sobre un ring, espera con ansias su debut dentro de un mes, primero en el Atlantis y después contra chicas de los demás gimnasios locales.

Jenny Ayala (35 años), docente de educación básica, opina que el boxeo es la mejor manera de canalizar las energías y llevar una vida sana, “es un deporte y como eso hay que verlo”, argumenta. (I)

A las clases de pugilato en el Atlantis Gym concurren personas de distintas edades y condición social. Aquí los alumnos del horario vespertino.

DATOS

Uno de los primeros maestros de Humberto Sosa fue Raúl Gamboa; también peleó por el Club Emelec.

Otra de las metas pendientes de este preparador es estudiar cultura física en alguna de las universidades del país; el título mejorará su perfil.

Con él se preparan también el púgil profesional Bryan Mercado y los amateurs Javier Méndez y Raúl Ortega.

En el Atlantis Gym, las lecciones de boxeo se brindan en horarios matutino y vespertino. (I)

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