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El fútbol, un romance que Álex no quiere terminar

Álex Napoleón Báez Valenzuela, de 29 años de edad, espera que su buen desempeñó con el equipo Letort, durante el ‘I Campeonato Nacional de Fútbol de Amputados’, lo lleve a la Selección Ecuatoriana.
Álex Napoleón Báez Valenzuela, de 29 años de edad, espera que su buen desempeñó con el equipo Letort, durante el ‘I Campeonato Nacional de Fútbol de Amputados’, lo lleve a la Selección Ecuatoriana.
Foto: Marco Salgado / El Telégrafo
03 de septiembre de 2017 - 00:00 - Javier Tamba Guzmán

“Para jugar fútbol basta que la pelota sea redonda”, piensa Álex Báez, quien, por cosas de la vida, pese a no ser un jugador profesional, construye su historia bajo un guion impuesto por el rey de los deportes.

Y como si se tratase de un capricho del destino, ese hilo conductor lo separó de su pasión y lo volvió a unir a ella. El domingo pasado, en su calidad de capitán de Letort, Álex levantó el título del ‘I Campeonato de Fútbol para Amputados’, su primera conquista bajo esta modalidad de balompié adaptado.

La sensación le hizo recordar sus tiempos de futbolista aficionado, cuando actuaba en la Liga Barrial Monteserrín, al norte de Quito; en ese entonces quedó tricampeón con Río Coca Juniors y campeón con Peñarol, jugando lo que en la capital se conoce como la ‘Libertadores de los pobres’: la Copa Campeón de Campeones. 

Pudo conseguir un cetro más, pero la fortuna le hizo una mala pasada, el 8 de abril de 2012 mientras buscaba ganar la posición del esférico y convertir un gol para el Bolivarense, su elenco de aquella temporada, el guardameta del club contrario se le barrió en plancha y le destrozó la rodilla derecha. Los ligamentos y tendones quedaron dañados.

Internado en una casa de salud privada desde la noche de aquel domingo, al hábil centrocampista no se le pasó ni de chiste la idea de perder una parte de su pierna en razón de esta dolencia. Lamentablemente, cuenta, los médicos de aquel sanatorio incrurrieron en negligencia.

“No me atendieron a tiempo, en aquella clínica estuve domingo, lunes y martes sin buena atención. Un doctor me visitaba de vez en cuando; me ponían hielo, supuestamente, para bajar la hinchazón, yo les decía que debía haber algo más, que no era tan fácil como para únicamente coger y ponerme hielo, nunca me hicieron caso”, dice.

Por suerte, el exjefe de Álex, de cuando laboraba en Interoceánica de Seguros y algunos de sus asociados, intercedieron para cambiarlo a la Novaclínica, donde el paciente permaneció 15 días. Los galenos de este centro hicieron todo lo posoible por salvarle la extremidad, pero les resultó imposible.

El deportista no olvida el rostro del facultativo que le informó sobre la decisión de cercernarle parte de la pierna derecha, al internista se le fueron las lágrimas, Álex quedó pasmado.  “No se puede describir el momento que te dicen algo así”.

Horas después, el 17 de abril de 2012, se procedió con la cirugía, realizándole una amputación transfemoral, es decir, sobre la rodilla.

A tres meses de cumplir 24 años, Álex quedaba en situación de discapacidad, pensando que no volvería a disfrutar de su juego favorito. Y aunque esa probabilidad ya la pasó por la mente, pues al tener que reconstruirle la rodilla tampoco quedaría en condiciones de hacerlo, pero otra cosa era sufrir una mutilación.

Pero es en estas circunstancias en las que descubre su verdadero carácter, un apego tenaz a la existencia y a no dejarse vencer por nada ni por nadie.

En ese mismo año egresó de la facultad de ingeniería informática de la Universidad Tecnológica América (Unita) y al año siguiente rindió pruebas y se graduó. Para él es anecdótico haberse enterado del cierre de este establecimiento de educación superior, mientras estaba internado en la clínica.

Lo siguente era adaptarse a su nueva vida, para la que debía conseguir una prótesis y, de paso, aprender a caminar con muletas. “Pedí ayuda en una fundación, necesitaba una prótesis, pero como sí estaba trabajando, me dijeron precisamente eso, que como desde hace tres meses ya tenía empleo, no me podían apoyar”.

Con el respaldo de su familia y del dinero que disponía, Álex invirtió $3.000 en una prótesis alemana de marca Ottobock, una ortopedia de segunda mano de aluminio con la que se moviliza hasta ahora.

Sin mayor inconveniente, el otrora pelotero barrial se adaptó a su nuevo libreto vivencial, dentro del cual lo único que deplora es el maltrato de los transportistas de buses urbanos, quienes en varias ocasiones han puesto en riesgo su integridad.

Son pocos los conductores que le permiten bajar por la parte delantera, la mayoría le exige salir por la puerta de atrás pero sin darle tiempo de alejarse de la nave, esto le ha provocado muchos disgustos.

Suelen argumentar, prosigue Báez, que si le dejan salir por adelante, los agentes de tránsito los multan. “No acceden ni porque les expongo el carné de discapacidad, ni siquiera cuando les muestro la pierna artificial. Como el aparato es de alumino, pesa; cuesta movilizarse con él”.

“Cierto día hace dos años, al intentar descender por atrás, me cerraron la puerta de golpe, quedé atrapado en la puerta, no sé como volví a entrar. Indignado, les golpeé el vidrio; corrí con suerte porque en casos similares, algunos compañeros con discapacidad se han caído fuera del bus y se han roto las clavículas o los hombros, es complicado”, relata.

Esta es solo una parte de las situaciones que personas con limitaciones físicas como las de Álex padecen a diario; muchas veces la ciudadanía no repara que usan ortopedias, ya que la mayoría de amputados utilizan pantalones largos.

Salvo estos contratiempos, Álex se siente un triunfador: en Solsoft, la empresa donde da mantenimiento a máquinas que digitalizan cheques, es un profesional valorado y desde 2014 disfruta la alegría de ser papá, su hija Daniela es el sol de su galaxia.

Estas realizaciones las complementa con su reincorporación al fútbol adaptado, algo nuevo para Ecuador que va tomando fuerza. La práctica del balompié para amputados la comenzó en 2015, cuando se dieron las primeras reuniones con personas como Byron López, Jorge Almeida y la profesora Yolima Páiz, quien pese a no tener discapacidad, es la mentora del primer torneo de esta índole en el país.

El primer certamen, que se cumplió del 25 al 27 de agosto pasado, además de contar con el aval del Ministerio del Deporte, el Comité Paralímpico Ecuatoriano (CPE) y la Federación de Deportes para Personas con Discapacidad Física (Fededif), le permite retomar su viejo anhelo de ser seleccionado nacional, algo que creyó frustrado en su época de jugador convencional y que desahogó con su desempeño en clubes barriales.

“A los siete años di mis primeros pasos en el fútbol, me hice hincha de Liga de Quito por el juego de toque que exhibía; admiraba la habilidad de Franklin Salas, de los brasiñeros Ronaldo y Ronaldinho, del francés Zidane, soñaba con ser profesional y vestir la camiseta de la selección, pero no es algo que todo el mundo logre. Sin embargo, como persona con discapacidad tengo la chance de hacerlo”, comenta emocionado.

Yolima Páiz, quien fue seleccionada nacional entre 2003 y 2010, es uno de los pilares básicos en la organización de una entidad que regente la actividad de los amputados, “para esto podemos seguir dos caminos: tener una comisión especializada en la Federación Ecuatoriana de Fútbol (FEF), o fundar una asociación nacional para afiliarnos a la Federación Mundial de Fútbol para Amputados (WAFF), que es independiente de la FIFA”, detalla Páiz.

La atacante, que en la serie A femenina ecuatoriana defiende la casaca de Carneras de la Universidad Politécnica Salesiana de Cuenca, es entrenadora de fútbol en la Unidad Educativa Letort de Quito y del equipo Letort, que creó para terciar en la competencia de amputados.

Páiz está feliz por alcanzar la corona de la primera lid en las canchas del centro activo No. 1 y ahora se esmera en sacar la primera ‘Tricolor’ con los elencos que bregaron en la justa; además de Letort participaron Los Guerreros de Sucumbíos, Quinsaloma FC (Los Ríos), GAD de Manta y Asociación de Discapacitados de las Fuerzas Armadas de Ecuador (Adffae).

Sobre Báez, Páiz indica que se trata de un joven serio, hábil, quien se desenvuelve dentro de la cancha con la cabeza fría y el corazón caliente; admira el arrojo con el que disputa cada balón.

Jorge Almeida, su compañero en Letort, lo describe como un hombre comprometido con el conjunto, súper “ñeque” y abierto a recibir las críticas cuando las hay, “es increíble cómo, con lo bajito que es, es bueno para el juego aéreo, una de sus potencialidades son los goles de cabeza; de esa forma le gusta llegar, incluso, en las pelotas a media altura porque acostumbra a lanzarse en palomita”, describe.

La ilusión de todos es ser llamados a la selección que se presentará a la Copa América de 2017, a desarrollarse en Barranquilla (Colombia), del 22 de noviembre al 5 de diciembre.

En lo referente a los cambios que experimentó al pasar del balompié convencional al adaptado, Báez cita que si bien era ambidiestro, tenía mayor dominio con la derecha; actualmente, por las circunstancia, es zurdo.

“Se me hizo duro en un principio jugar con una pierna, hay que adaptarse al apoyo en las muletas, pero es cuestión de tiempo”, explica.

No siente odio en contra del golero que lo lesionó ni del médico que dejó empeorar su pierna derecha. “No voy a nombrar al arquero, menos al doctor, peor a la clínica donde me dejaron agravar. No tiene sentido, no deseo reclamar indemnizaciones ni nada por el estilo, solo quiero superarme en mi nueva etapa deportiva”, afirma.

Historia y reglamento

Jan Gauna, vicepresidente de la WAFF, presidente de la Federación Norte, Centroamericana y del Caribe de Fútbol de Amputados y presidente de la Federación de Fútbol para Amputados de México, narra que este balompié adaptado surgió en los Estados Unidos en 1980 por iniciativa de Donald Bennett, quien elaboró el primer reglamento. Tres años después su idea es acogida en El Salvador.

“El Salvador vivía una guerra civil (1980-1992), un evento terrible que proveía del material humano para esta práctica, al punto que un país tan pequeño geográficamente llegó a tener 14 representativos. Eso lo llevó a ser una potencia en esta disciplina, tanto que se consagró campeón mundial tres veces (1987, 1988 y 1989)”, asevera.

La modalidad empezó a expandirse, en Sudamérica los pioneros son  Brasil y Argentina, en tanto que en Europa  se regó por Turquía, Rusia, Polonia y Francia... Actualmente la WAFF cuenta con 44 afiliados en cuatro continentes. Ecuador será el país 45, tendrá cerca de un año para regularizarse con una matriz nacional. Esto no le impedirá asistir como invitado a la Copa América y está por verse la factibilidad de que concurra a la Copa del Mundo de 2018, a cumplirse en Guadalajara (México), en mayo.

En torno a la normativa, se enfrentan dos equipos de siete elementos cada uno, en partidos con dos tiempos de 25 minutos y 10 minutos de descanso. Los exponentes de cancha pueden topar el balón exclusivamente con su pierna, no con las muletas. Los porteros deben carecer de un brazo y les está prohibido salir del área. Todas las ejecutorias, hasta el saque lateral, son con el pie; las sustituciones son ilimitadas. Se juega con muletas canadienses (de antebrazo), no con las axilares. (I)

 Datos

Álex Napoleón Báez Valenzuela nació en Bolívar (Carchi), el 5 de julio de 1988; salvo aquello, toda su vida la ha desarrollado en Quito.

En la primera lid para personas con amputaciones terciaron alrededor de 50 elementos, distribuidos en cinco plantillas.

En la final, Letort doblegó 6-2 a Quinsaloma FC. Los goles del campeón los anotaron Wladimiir Caza (3), Álex Báez (2) y Hólger Vélez. Descontó para Quinsaloma Wilmer Espín (2). (I)

Álex Báez (izq.), puede jugar de volante o delantero. Es impetuoso y, tal como lo hacía en el balompié convencional a nivel barrial, domina la pelota con mucha técnica.

Marco Salgado / El Telégrafo

 

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