Álex Quiñónez recibió un mensaje de la ministra del Deporte, Andrea Sotomayor, segundos después de terminar de competir en los 100 metros planos de los Juegos Bolivarianos Santa Marta 2017. El velocista esmeraldeño aún estaba agitado sobre la pista de atletismo de Bureche, cuando un delegado de la secretaria de Estado se le acercó con un celular y le mostró el recado.

“Dile que yo sabía que volvía como lo que es: un bacán. Estoy muy orgullosa de él. Este triunfo es importantísimo porque lo motiva a seguir”, decía el texto enviado por WhatsApp.

El mensaje fue especial para Quiñónez. Fue justamente Sotomayor quien gestionó a mediados de año la ayuda de una empresa privada para que el deportista de 28 años viaje a España a realizar una base de entrenamiento para competir en los Bolivarianos.

Y Álex devolvió la noche del martes esa ayuda con una medalla de oro y un récord en los 100 metros planos con un registro de 10:16 segundos en su regreso oficial a las pistas, el segundo mejor tiempo de su carrera deportiva. Su mejor marca es 10:09 segundos y lo logró en 2013, también en Colombia en el Grand Prix de Atletismo de Medellín.

Apenas cruzó la meta, Quiñónez soltó un grito desgarrador que se escuchó en toda la pista y en los graderíos. Algunos periodistas que cubrían la competencia incluso pensaron que se había lesionado, pero el mismo atleta explicó minutos después que había liberado una ansiedad que lo acompañaba desde que supo que iba participar en una competencia oficial después de que prácticamente estuvo retirado.

Álex Quiñónez, el humilde atleta ecuatoriano que en 2012 desafió al mismísimo Usain Bolt en los Juegos Olímpicos de Londres, en la final de los 200 metros planos, volvió a nacer el martes en Santa Marta.

Sus compañeras de disciplina, Ángela Tenorio y Marizol Landázuri, Yuliana Angulo y Romina Cifuentes, también fueron claves en este renacer. Ellas fueron las que lo motivaron para que vuelva a entrenar y se olvide del retiro. Por eso ambas lloraron cuando el atleta cruzó la meta en primer lugar.

Incluso disfrutaron más el triunfo de su amigo que él mismo. Minutos antes Tenorio había ganado la medalla de oro en los 100 metros planos con un tiempo de 11:26 segundos y Landázuri se había colgado la presea de plata con 11:30 segundos.

Landázuri y Tenorio fueron quienes intercedieron ante el adiestrador Nelson Gutiérrez para que le permita a Quiñónez unirse a su grupo de entrenamiento.

En principio Álex se negó a esa posibilidad porque tenía que dejar a su familia en Guayaquil y radicarse en Quito, donde no tenía dónde quedarse. Pero Landázuri lo hospedó en su casa por casi un mes, tiempo en el que no solo le dio una cama para dormir, sino que también se hizo cargo de su alimentación.

En ese entonces, Marizol residía en La Vicentina baja, en el centro-norte de Quito. Pero cuando la esmeraldeña de los registros de Guayas se mudó no estuvo en condiciones de seguir ayudando a su amigo, así que esa responsabilidad la asumió Caridad Martínez, fisioterapeuta del equipo nacional.

Al igual que Gutiérrez, Martínez es cubano de nacimiento y durante sus primeros años en Ecuador trabajó con el equipo nacional de marcha en Cuenca, así que su afecto por los ecuatorianos fue lo suficientemente grande como para acoger a Quiñónez en su casa en Sangolquí.

Álex se convirtió en un miembro más en el hogar y se ganó el aprecio de su esposa, Yadira Rey, y de su hijo, Ricardo, quien se especializa en los 400 metros. Quiñónez y Ricardo cultivaron una relación de hermanos que todavía perdura.

En una entrevista con diario EL TELÉGRAFO, en julio pasado, Caridad dijo que el esmeraldeño no lo había decepcionado, al punto de creer que todo lo malo que se decía de Quiñónez era mentira.

“No es alcohólico ni vicioso, únicamente es un joven que necesita respaldo”, aclaró el profesional, que no solo quedó a gusto con el buen comportamiento del atleta, sino que también quedó encantado con el encocado y el ‘tapao arrecho’ que preparaba. Pese a que está a gusto en Quito, Álex extraña a su hija Alexia, de 3 años, y a quien considera el motor principal de su existencia.  También le hace falta su esposa, Jennifer Lugo, su apoyo incondicional.

Una de sus aspiraciones es llevar a su pareja y a su hija a vivir con él. “Esta medalla se las dedico a las dos. No me interesa el pasado, ahora solo quiero luchar por mi hija y por mi esposa”, dijo el atleta después de recibir el oro bolivariano en Santa Marta.

Pese a la alegría por volver a las pistas con un triunfo y récord, Álex no olvida lo mal que la pasó desde finales de 2016, cuando su primogénita sufrió la picadura de un mosquito y su pierna derecha se infectó gravemente, demandando costos que no estaba en capacidad de pagar.

Aquello, sumado a otras deudas y gastos, lo obligaron a vender su Hyundai Tucson a un costo demasiado bajo, al que accedió únicamente por las urgencias. En ese momento no contaba con los ingresos que le representaba el Plan de Alto Rendimiento, por lo que buscó trabajo en muchos lugares, pero sin fortuna. Incluso acudió a la empresa cuya marca de bebida energizante auspició parte de su carrera, pero tampoco consiguió empleo. No le importaba el puesto, solo quería tener un sueldo que le permita solventar los gastos. En esos momentos de crisis, la que se dio maneras de llevar un pan a la mesa fue Jennifer, quien ayudaba a su hermana en un salón de belleza.

Tenorio sube al podio, pero no quedó satisfecha

Ángela Tenorio hizo un gesto de enfado cuando cruzó la meta. Había ganado la medalla de oro en los 100 metros planos femeninos y su mejor amiga, Marizol Landázuri, había asegurado la presea de plata. Había motivos para celebrar y estar feliz, pero la velocista nacional se mostró insatisfecha.

Tenorio no ha tenido un buen año. Los 11:26 segundos que registró el martes en Santa Marta están lejos de su mejor marca. Eso la frustra. Su mejor tiempo es 10:99 segundos, en los Juegos Panamericanos Toronto 2015. La atleta esperaba salvar la temporada con un registro que supere los 11:18 segundos, su mejor tiempo del año. “Es verdad, gané medalla de oro, pero no estoy satisfecha”, resumió cuando EL TELÉGRAFO le preguntó por qué no había celebrado la victoria. (I)

Quiroz y Endara suman otro metal dorado

→La vida siempre da revanchas y el martes el equipo de tenis masculino de Ecuador vivió el más sublime momento en los Juegos Bolivarianos al entonar el himno  en lo más alto del podio tras ganar la Copa de Naciones.

Roberto Quiroz tomó la posta y aunque arrancó con algunos inconvenientes por el excesivo ruido del público, pronto tomó las riendas del partido para con un 6-2, 6-2 superar a Cristhian Rodríguez.

En el dobles, la dupla Quiroz-Iván Endara se impuso rápidamente 6-1 en el primer set a los locales Rodríguez-Mantilla. En el segundo, los colombianos trataron de sorprender y defendieron cada saque, así hasta llegar al 5-4, momento en el que los nacionales pudieron quebrar el servicio y Roberto cosechó el punto que le dio el match para cerrar 6-1, 6-4 el juego.

“El amor por el país, estar rodeado de tantos atletas, gente que ha ganado tanto, uno quiere también contagiarse de eso. Habíamos ganado medalla de bronce (dobles), de plata (singles) y faltaba algo más, queríamos el oro, eso era a lo que apuntábamos y qué lindo día cerrar así ganando el oro”, comentó Quiroz. (I)

Final apoteósico de Álex Quiñónez en los 100 metros planos de Juegos #BolivarianosEc ????? pic.twitter.com/cZmuVsxWps

— Deporte Ecuador (@DeporteEc) 22 de noviembre de 2017

Álex Quiñónez dominó los 100 metros planos en una final de infarto. Escucha su emoción #BolivarianosEc ???? pic.twitter.com/sYNNmKG7sJ

— Deporte Ecuador (@DeporteEc) 22 de noviembre de 2017