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200 familias viven en el lugar, que se caracteriza por su tranquilidad

Un molino de agua y la crianza de truchas marcan el ritmo en Perezán

Los maizales y los cultivos de mora caracterizan esta comunidad, a la que se puede llegar desde Guaranda o por Bucay. Foto: María Fernanda Arreaga
Los maizales y los cultivos de mora caracterizan esta comunidad, a la que se puede llegar desde Guaranda o por Bucay. Foto: María Fernanda Arreaga
27 de octubre de 2015 - 00:00

Por María Fernanda Arreaga  

Al lado de la vía que baja por la parroquia San Pablo de Atenas, en la provincia de Bolívar, grandes extensiones de maizales ya secos se mezclan con el verdor de las montañas y los árboles. Unos metros adelante un letrero de color amarillo da la bienvenida a Perezán. Hay 2 canchas de cemento, en las que el juego de un grupo de niños rompe el silencio que alberga este lugar.

Se trata de una comunidad dedicada a la agricultura y ganadería, en la que las casas están distantes una de la otra. No más de 200 familias viven en el lugar que se divide en 4 sectores: Cruz de Perezán, Perezán de Tambanguaico, Perezán Alto y la Unión de estos 2 últimos.

Allí los Castillo, Arteaga y García son algunos de los apellidos que sobresalen cuando alguien se acerca a preguntar.

El  curioso nombre de Perezán se debe a una hierba que sirve de alimento para el ganado; pero también hay otra historia. Un extraño personaje que habitaba en el lugar era tan dejado y tan perezoso que siempre lo encontraban dormido. Pero ese relato contrasta con el espíritu trabajador de sus habitantes.

En Perezán no es tiempo de cosecha de maíz o de trigo, uno de los productos estrella que por años ha tenido esta comunidad. Este año los cultivos se perdieron a causa de los fuertes vientos. Aún así sus habitantes ven otras formas para ganarse el día.

William Castillo cuenta que Perezán es un lugar bendecido. En 1998 la comunidad tuvo su primera cosecha de los criaderos de truchas que él mismo emprendió a pico y pala, con ayuda de otros trabajadores. El resultado fueron 200 truchas de su primera poza tras una espera de 7 meses, lo que lo motivó a cavar otras 9 pozas con ayuda de una excavadora.

En total se criaron cerca de 10.000 peces en aguas frías.  “¿Cuándo aquí íbamos a tener pescados? Fue una novedad tan grande, una verdadera locura que tuvo a varios turistas visitándonos. Aquí después de pescarlos pedían que se los preparen y mi esposa me ayudaba con eso”, narra William. Incluso el emprendimiento mutó hacia una actividad de recreación: la pesca deportiva, a la que acuden padres e hijos de otras comunidades y cantones de Bolívar. De momento todo está detenido.

A William la iniciativa le valió ganarse el apelativo de ‘loco’, pero eso nunca lo acomplejó. De hecho, lo mismo ocurriría en 2009 cuando decidió construir un molino de agua con 2 piedras talladas, que permite a sus habitantes convertir el trigo, alverja, máchica o maíz en harina. Y no solo su comunidad se ve beneficiada con su invento, ya que de otros lugares distantes llegan para usarlo. Un saco de trigo cuesta $ 20 pero ya molido aumenta a $ 50. Lo mismo pasa con el maíz, que estaba en $ 50, pero como  harina se expende a $ 80.

Este año William empezó a compartir su emprendimiento con 50 familias para que también tengan sus criaderos de truchas. En conjunto con el Municipio, la comunidad y el Magap se está trabajando en esta idea.

Aunque carecen de servicios básicos, sus habitantes viven felices por la forma natural de la que obtienen recursos. Cada casa es dueña de un  ojito de agua que proviene de las vertientes. “Uno se siente tranquilo porque el agua es de una buena calidad, no nos podemos quejar. Aquí se ve cómo de la madre tierra surge el agua, las vertientes. De la manguera a las casas y es limpia. No peleamos. Nunca hemos tenido desabastecimiento, vivimos muy tranquilos”, dice María Riera, dedicada a cuidar animales de granja.

El alcalde del cantón Chillanes, Ramiro Trujillo, explica que Perezán tiene 2 sistemas de agua: el uno consiste en la captura del líquido desde las propias vertientes, que se lleva en mangueras para el consumo. El otro es un sistema de riego, con 2 etapas, que ayuda mucho para la agricultura y ganadería. “Es la única comunidad en tenerla, gracias a la ayuda de una ONG de Bélgica y Luxemburgo”.

Perezán alberga historias y leyendas, como la montaña el Sasha Ruma varón y la hembra, que han sido vistos por las noches en la carretera. Para sus habitantes la pequeña comunidad es un atractivo para aquellos que buscan tranquilidad. Los amaneceres empiezan con el duro trabajo de los agricultores que recorren sus grandes extensiones de tierra, arrean las vacas y cuidadosamente recogen los productos de algunos de sus cultivos como la papa, las moras, la uvilla, tomate de árbol y el aguacate.

Las moras también tienen su historia. Con la erupción del volcán Tungurahua y la emigración de los afectados hace varios años en Perezán empezó a cultivarse dos variedades de esta fruta, con y sin espina, de forma masiva y que inicialmente se usaba solo para consumo propio.

Rubén Arteaga sale todas las mañanas a trabajar en sus tierras y luego se dedica a su tiendita que está junto a las canchas. Cuando cae la tarde este lugar se convierte en un sitio de encuentro para los niños, después de clases. Pero también para los adultos que acuden a practicar fútbol o voleibol. El lugar también funciona como un alberge abierto para casos de desastres naturales.

“Aquí nuestra gente es muy amable, nos apoyamos entre todos. Los mejores días para la venta son los fines de semana”, dice Rubén, quien cuenta que los domingos la comunidad queda vacía, porque bajan al cantón Chillanes para la feria.

La seguridad es otra de las características que tiene esta comunidad. Hace más de 15 años se creó una organización de brigadas, integrada por líderes comunitarios para acabar con las desapariciones de ganado que ocurrían con frecuencia. Desde entonces en el lugar ya no se dan robos.

Hay ilusiones de sus pobladores de que el próximo año sea mejor   para su cosecha de maíz, así como contar con un centro turístico en el que se ofrezcan cabalgatas, recorridos por los cultivos de frutas, el funcionamiento del molino de agua y  la pesca de truchas, un emprendimiento que ahora es compartido con más familias y que busca aumentar la producción de la comunidad. (I)

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