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Como parroquia civil cuenta con 154 años de vida y 64 años de parroquialización eclesiástica.

En Gualea se reza, pero no los domingos

Desde hace 20 años, aproximadamente, los habitantes se dedican a la elaboración y distribución de panela. José Reyes la comercializa en varios puntos de Quito. Foto: Gabriela Castillo Albuja
Desde hace 20 años, aproximadamente, los habitantes se dedican a la elaboración y distribución de panela. José Reyes la comercializa en varios puntos de Quito. Foto: Gabriela Castillo Albuja
10 de noviembre de 2015 - 00:00 - Gabriela Castillo Albuja

Lo primero que se respira en la comunidad de Gualea es calma. Si las personas desean alejarse del ruido, este lugar es una buena opción.

Gualea está situada a 76 kilómetros al noroccidente de Quito. Para llegar se requieren 2 horas de viaje en bus o una hora si va en vehículo particular. Se debe atravesar Nanegalito en la vía a La Independencia hasta la Y que conduce a Pacto, se toma la vía de la derecha y hasta Gualea Cruz. De ahí se toma la vía a Chontal, luego de pasar las poblaciones de El Porvenir y Urcutambo.

La localidad se encuentra en la biorregión del Chocó, en la provincia de Pichincha, a 1.095 metros sobre el nivel del mar (msnm) con una temperatura de entre 20 y 24°C.

Los rótulos de más de 1.500 fincas permiten diferenciar los campos de frijoles, de sandías, caña de azúcar con los puestos que venden cuyes con papas y plátanos asados.

Si lo prefieren, los turistas pueden caminar en diversos senderos atravesando riachuelos, puentes de guadua y pequeños esteros e incluso practicar la pesca deportiva.

Rogelio Espinosa, guía local, estimó que el sitio cuenta con unas 5.000 plantas propias de la zona, de las cuales 4.000 se encuentran en el noroccidente. Espinosa llegó a Gualea hace 2 años; en 2014 empezó a dedicarse a llevar a los viajeros por los senderos.

Carmen Segovia vino el domingo pasado desde Quito con su familia. Ella no podía dejar de admirar las bromelias, las orquídeas y los helechos del lugar. Incluso durante su camino se detuvo para coger ‘piecitos’ de las plantas. “Las pongo en un frasco con agua hasta que crezcan las raíces y luego las pongo en una maceta”, comentó la visitante.

Al llegar a Gualea, la tranquilidad se prolonga, a pesar de que la civilización tapa su paisaje campesino. En el Parque Central, la imponente iglesia sobresale entre los árboles y plantas ornamentales.

Los restaurantes que ofrecen fritada y hamburguesas, e incluso los puestos de cabinas telefónicas, no merman el aire pueblerino porque en sus calles adoquinadas pasan los labradores guiando caballos o mulas y se observa a los ancianos descansar en las hamacas masticando trocitos de hierbabuena.

En domingo, solo fútbol

La parroquia se divide en 12 barrios: Gualea Cruz, La Tolas, El Belén, El Porvenir, Manchuri, Urcutambo, Bellavista, Vista Hermosa, San Luis Alto, San Luis Bajo, Guanábana y El Carmen.

Ahí habitan 2.800 personas. El 98% es católico; el 2% es cristiano evangélico, según datos poblacionales de la Junta Parroquial.

Irónicamente, en un pueblo tan religioso, sus habitantes no oyen misa los domingos. “Eso lo hacemos el sábado. Hoy se juega fútbol”, contó María Bella Mullo, quien vende chochos y quesos a los habitantes que salen de la cancha de Gualea, ubicada a 200 metros arriba de la catedral.

Ellos acuden al lugar como si se tratara de un Clásico del Astillero, solo que en su lugar hay cotejos entre 9 equipos: La Alianza, Spencer, Nacional, Júpiter, Atlético y otros.

Los partidos se desarrollan entre las 06:00 y las 17:00. Todo está en regla, explicó Dasy Herrera, quien cobra $ 1 por el ingreso de los hinchas.

Aunque la visera es pequeña y tiene capacidad para 500 personas, la cancha es enorme, incluso cumple con normas internacionales (banderín de esquina, portería, área penal, semicírculo del área, manchón central, círculo central, etc.).

Al final del día, los fanáticos bajan al pueblo para servirse café con pan, otros para merendar y algunos se distraen jugando cartas, narró el agricultor Vicente Córdova (76 años). “Aquí siempre buscamos cómo divertirnos”.

El dulce negocio de la panela

Su población se dedica a la ganadería; además, elabora y destila aguardiente. En los últimos 20 años sus habitantes fueron seducidos por la elaboración y distribución de panela. En la zona hay al menos 20 fábricas.

Tanto es así que en algunos puntos se puede ver la preparación de estos dulces lingotes. Los lugares más conocidos se encuentran en La Melcochita, La Guarapera y en San Luis.

Eso lo sabe muy bien José Reyes (54 años), quien se dedica a esta labor. Este hombre también faena y vende carne de res desde hace 2 décadas, pero en los últimos 5 años incursionó en el negocio. “La necesidad obliga a buscar el sustento”, dijo el hombre, quien es padre de 6 hijos, que estudian en Quito.

Los domingos, don José llega al mercado central desde San Luis Bajo. Ahí empaqueta y vende el producto. Los lunes viaja a la capital para entregar el dulce a varios negocios de San Roque y Guamaní.

Beatriz Flores, su hija, estudia psicología en la Universidad Central de Quito. Llega los fines de semana para ayudarlo en el negocio.

La joven cuenta que en promedio vende 10 quintales de panela en polvo a $ 40 cada uno y 40 quintales de panela en bloque a $ 20, según la calidad del producto. “La empresa pública y privada deben unirse para incentivar a los comerciantes. Este negocio a veces no es bueno por falta de apoyo”.

Bajos índice de delincuencia

La parroquia Gualea se encuentra en pleno desarrollo urbano. Sin embargo, todavía carece de servicios básicos, señaló René Flores, vocal de la Junta Parroquial.

Uno de estos es el de agua potable. Flores indicó que el 80% de la población cuenta con el líquido, distribuido por la Empresa Metropolitana de Agua Potable (Emaap). Añadió que el agua es entubada. “La Emaap dice que nos dan buena agua, pero es agua entubada”.

En cuanto a la energía eléctrica, Flores indicó que falta el servicio para el barrio Bellavista porque no está legalizado. “Hay unas 15 casas que no lo tienen”.

También hay el servicio de recolección de basura. A través de un convenio con Emaseo, una volqueta recoge los desperdicios de los 12 barrios, de lunes a miércoles. Sin embargo, Flores comentó que se necesita un vehículo más grande.

La parroquia también cuenta con servicio policial. Ángel Bravo, suboficial encargado de Policía Nacional, aseguró que en la zona los delitos más recurrentes son los de abigeato (robo de ganado). En lo que va del año se reportaron al menos 6 casos. En cuanto a robos a domicilios o muertes violentas, no se registraron hechos. (I)

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