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El PP llamó al PSOE “a rebelarse” contra su líder

Sánchez resiste presión de facilitar gobierno a Rajoy

El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, al inicio del Comité Federal de su partido.
El secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, al inicio del Comité Federal de su partido.
Foto: www.publico.es
10 de agosto de 2016 - 00:00 - Gorka Castillo. Corresponsal en Madrid

Las vacaciones estivales son sagradas en España. Tanto así que las intenciones de Mariano Rajoy de convertir el caluroso mes de agosto en un infierno para el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) y Ciudadanos -de cara a la formación de gobierno- han quedado aparcadas.

“Por el momento”, indicaron fuentes del Partido Popular (PP), cuyos negociadores mantienen a estas horas intensas reuniones con miembros de la formación naranja que lidera Albert Rivera, se busca un acuerdo que al menos sirva para convertir su anunciada abstención en un voto afirmativo a Rajoy como jefe del Ejecutivo español.

En concreto, la Secretaría Nacional del PP depositó en el ministro de Economía en funciones, Luis de Guindos, su confianza para convencer al cerebro financiero de Ciudadanos, Luis Garicano, un hombre multidisciplinario, pero sobre todo imprescindible ante cualquier decisión de importancia que tenga que adoptar el partido de Rivera. Como catedrático de Economía de la London School y firme partidario del control del gasto público, Garicano tiene más afinidades que diferencias con el ministro y antiguo consejero del banco inversor Lehman Brothers, una de las entidades financieras acusadas de provocar la crisis que hoy sacude el planeta.

En el lado contrario, quien está pasando las vacaciones veraniegas posiblemente más amargas de su vida es el líder del PSOE, Pedro Sánchez, quien a medida de que se aproximan las probables fechas para la investidura de Rajoy siente cómo la presión interna y externa se hace cada vez más irrespirable. Su monolítica negativa a facilitarle a Rajoy cualquier gesto de cara a la investidura mantiene en permanente tensión a los sectores económicos más poderosos del país, a la derecha política cada día más ansiosa por cerrar cuanto antes un gobierno que garantice los nuevos presupuestos para 2017 y a una parte nada desdeñable de su propio partido que contempla con vértigo la posibilidad de repetir por tercera vez las elecciones. “El miedo es que si se convocan nuevos comicios, el PP puede ganar por mayoría absoluta y entonces será peor”, comenta a este diario una fuente cercana a la dirección socialista.

El último miembro del Comité federal del PSOE en criticar la posición actual de Sánchez es Javier Lambán, presidente de la Comunidad Autónoma de Aragón,  gracias al voto favorable de Podemos. Lambán alabó ayer la defensa numantina de la abstención realizada por el expresidente José Luis Rodríguez en la votación de investidura de Rajoy o al menos “que abra la posibilidad de hacer un debate interno para ver cómo podemos evitar las terceras elecciones en menos de un año”, dijo el exdirigente español.

Pero las críticas de Rodríguez Zapatero no se aproximan ni de lejos a los envenenados dardos que lanzó Felipe González el domingo en favor de una abstención sin condiciones para poner fin al periodo de interinidad más largo de la historia de España. Consciente de que los 85 diputados del PSOE son la llave de la gobernabilidad, González calificó de “peligrosísimo” que un país lleve 233 días sin tener un ejecutivo estable y con un Parlamento tan fragmentado como enfrentado en infinidad de temas. 

A diferencia del veterano expresidente, Rodríguez Zapatero matizó que lo preocupante del no a Rajoy es el arraigo que tiene entre la militancia socialista, gran parte de ella de clase trabajadora y maltratada por los leoninos recortes aplicados en los últimos 4 años. Este rechazo explícito de la izquierda sociológica española al PP coloca a la dirección socialista ante un dilema de difícil solución: o los compromisos de Estado o el pensamiento ideológico de base.

Lo importante ahora es que Pedro Sánchez y su equipo parecen dispuestos a aguantar la presión. Con el Congreso federal, el que decide el liderazgo de la formación, a la vuelta de la esquina, el actual presidente del partido no quiere acudir a esa más que segura cruenta batalla que le preparan con el estigma de ser quien entregó el Gobierno a una derecha asolada por la corrupción y señalada como la causante del empobrecimiento de las clases populares.

Mientras tanto, el PP no desaprovecha esta guerra interna en la que se encuentran sumidos los socialistas. Diputados conservadores animaron la semana pasada a los líderes territoriales del PSOE críticos con su secretario general “a rebelarse contra Sánchez”. Sin duda, alguno se estimuló por ello pero el todavía líder de la formación utilizó esas palabras como el refuerzo que necesitaba para apuntalar su desmejorada imagen ante la militancia más izquierdista de su partido. La llave de la Moncloa sigue en su bolsillo. Al menos, de momento. (I)

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