Si se mide la productividad del trabajo mediante la razón entre el valor agregado bruto (producción bruta menos consumo intermedio), expresado en dólares de 2007, y el número de ocupados en la economía, se observa que en el periodo 2007-2012 el promedio de la tasa de crecimiento anual fue del 3,5%, con una caída de -0,3% en 2009 debido a los efectos de la crisis mundial. 

La rama de actividad económica de mayor productividad del trabajo es la de petróleo y minas que representa 21 veces la productividad media del total de la economía, ya que es intensiva en capital y genera poco empleo. En el sector no petrolero se observan también amplias brechas en la productividad del trabajo (ver gráfico).

Las actividades de mayor productividad son las de servicios financieros, suministro de electricidad y agua, correo y comunicaciones, otros servicios y construcción. En contraste, las de menor productividad del trabajo son el servicio doméstico; la agricultura, ganadería, caza y pesca; alojamiento y servicios de comida; comercio; enseñanza y servicios sociales y de salud; transporte; y manufacturas.

El Presupuesto General del Estado, en lo que resta de 2013, asciende a 32.266 millones de dólares.La productividad del trabajo del sector de servicios financieros representa 3,18 veces la de la economía en su conjunto, mientras que la del servicio doméstico representa apenas 0,10 veces y la de la agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca, 0,32 veces.

Se destaca el importante aumento entre 2007 y 2012 de la productividad de los sectores de la construcción, correo y comunicaciones, y electricidad y agua.

A las marcadas brechas en la productividad entre distintos sectores y territorios de una economía más un peso relativo significativo en el empleo de los sectores de baja productividad, el pensamiento cepalino denominó “heterogeneidad estructural”, la cual, a su vez, determina disparidades en los ingresos en el mercado de laboral y diferencias en la retribución a los factores capital y trabajo.

El gran peso de los sectores de baja productividad implica que muchos trabajadores perciban ingresos insuficientes para salir de la pobreza (el sector de agricultura, ganadería, caza, silvicultura y pesca concentra el 27,4% de los ocupados del país y tan solo contribuye con el 8,9% al valor agregado bruto total).

Según la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), un cambio estructural virtuoso implica un crecimiento sostenido de la productividad y el empleo de calidad, a la vez que se reduce la heterogeneidad productiva entre sectores económicos, empresas de distinto tamaño y territorios. En consecuencia, para que el cambio de la matriz productiva contribuya a la reducción de la pobreza y la desigualdad debe incluir como objetivo el disminuir las brechas de productividad.

Así, las políticas de cambio de la matriz productiva serán también políticas distributivas al afectar la distribución primaria de los ingresos generados en el proceso productivo entre el trabajo y el capital. Por su parte, las políticas para la erradicación de la pobreza deberán incluir las políticas redistributivas.