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Lady Diana siempre

Lady Diana siempre
01 de septiembre de 2014 - 00:00 - Angello Barahona

La princesa Diana (1961-1997) se me antoja pensar, debe haber sido una de las mujeres más infelices del mundo.

Un cuento de hadas truculento que nos enamoró desde que la vimos en el enorme televisor de la sala de la abuela, cándida e irreal, avanzando a pisada lenta con aquel traje enorme color perla, un ramo que llegaba al piso y un velo-cola de ensueño que arrastraba por los salones de Buckingham… mientras en el estrado la esperaba un príncipe de verdad, Carlos o Charles que lo mismo da.

Ya en el balcón real -como los mismos cuentos que nos contaban para dormirnos -la princesa que la imaginábamos plebeya-, la verdad no lo era para nada, estiró su cuello cual gacela para besar al insípido Principito, quien años después nos enteramos en realidad amaba a Camila Parker-Bowles, una mujer mayor sin la belleza de Diana, pero con la paciencia y puntualidad inglesa a flor de piel.

Diana como princesa de la vida real tuvo hijos, uno rubio y otro pelirrojo (..); el uno, el primero, se parecía mucho a  su padre. Y es así como Diana de Gales se metió en nuestra vida, y la amábamos sin fin.

Algunas señoras se identificaron con la Princesa -cuando años después - entre sollozos dijo a la BBC de Londres que “tres personas en un matrimonio, ya son muchas personas”.

Lágrimas. Camila la mala, Diana la buena. La TV. Se encarga (antes y ahora) de crearnos héroes y antihéroes.

Diana era una Diva de las comunicaciones, manejaba los tiempos al hablar, miraba a la cámara de manera conveniente, era contundente, aunque todo lo disfrazaba con una cara de inocencia y una mirada lánguida que enamoraba e inspiraba protección.

Eso fue lo que Diana de Gales encontró en los meses finales de su  vida, un hombre (Doddy Al Fayed) con cara de duro, de macho de siete suelas, que la mostraba sin miedo al mundo (y a su familia).

Las imágenes finales de la vida de Lady Diana han quedado retenidas en la memoria colectiva del mundo entero.

Fue en París, una de las capitales del mundo. Bella y etérea en un ascensor junto a su amado, subiéndose luego al viaje final en un carro con todas las seguridades pero conducido por un chofer ebrio, quien dispara la velocidad en el túnel del alma.

Un estruendo, y la bella se despide del mundo como no podía ser de otra forma (macabro) con flashes de cámaras estallando en su rostro moribundo.

Con el tiempo se supo que nada tuvieron que ver los periodistas y los paparazzi (que no es lo mismo) en la trágica muerte de una de las novias del Mundo.

¿Descansa en paz Diana? Difícil, hace poco se ha estrenado un filme en el que se relata su amorío con un médico, con el que supuestamente engañaba a Doddy. Para bien o para mal, la película de marras ha sido un fracaso en taquilla.

ROSA OLVIDADA  

Pese a que son solo 17 años los que separan a Lady Diana del mundo con la eternidad, cada año son menos los actos que se realizan para recordar su nombre. No habrá en Londres actos oficiales, y la mujer que fue una de las más fotografiadas del mundo, es -contrario a otras leyendas como Grace Kelly o Michael Jackson- de a poco, sutilmente olvidada. Excepto libracos inventados o películas de presupuesto medio.

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