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Juicios de la Historia

El racismo llevó a la justicia de EE.UU. a condenar a un inocente a 3 cadenas perpetuas

El racismo llevó a la justicia de EE.UU. a condenar a un inocente a 3 cadenas perpetuas
Foto: top10listas.com
09 de junio de 2017 - 00:00 - Redacción Justicia

El famoso sistema de justicia de Estados Unidos ha sido cómplice al condenar a personas inocentes que nada tuvieron que ver con los brutales casos que se juzgaron en sus tribunales y salas. Uno de los procesos más evidentes de injusticia penal está ligado como una mancha para siempre y corresponde al dos veces juzgado boxeador Rubin Carter, fallecido en 2014.

La historia personal de Carter estuvo caracterizada por el infortunio de ser de raza negra y los hechos ocurridos en su vida denotan esta terrible característica que comenzaron a marcarlo a él y a muchos.

 Con solo 11 años tuvo acción en un hecho delictivo que pinta de lleno la situación racista que se vivía en suelo norteamericano. Un hombre blanco adinerado y viejo se acercó al grupo de amigos de Rubin buscando seducir a uno de ellos y tomarlo como objeto de su apetito sexual, apoyado en que a ningún negro le otorgaban credibilidad para denunciar un delito, menos si este era ligado con abuso.

Carter defendió a su amigo lanzando una botella de vidrio y en el forcejeo le clavó una navaja en el brazo. A los pocos días estaba preso y humillado al extremo por el detective Della Pesca que se volvería un villano en la historia de Carter.

En una corte para menores le dictaron sentencia de permanecer en un reformatorio hasta los 21 años. En este sitio supo lo que era convivir con la violencia y aprendió a usar los puños, no obstante sin poder evitar abusos sexuales y golpizas por lo que se escapó de este centro de detención cuando aún le faltaban dos años de sentencia.

Parecía que su vida había cambiado cuando se enroló en el Ejército y se convirtió en paracaidista. En los recintos militares superó sus problemas de tartamudez y comenzó su carrera en el boxeo, llegando a ser campeón de Europa.

Estos éxitos lo llevaron a pensar que podía tener una buena y nueva vida en su pueblo natal, Paterson y allá retornó sin siquiera pensar que estaría presto el detective Della Pesca para capturarlo y enviarlo de nuevo a la cárcel a cumplir el resto de la condena faltante y el 21 de septiembre de 1961 obtuvo su ansiada libertad, dedicándose por entero al boxeo profesional y jurando que nunca más volvería a pisar una prisión, sueño que no se cumpliría.

El joven contrajo matrimonio en 1963 con una vecina, tuvo un hijo y lo nombraron púgil del año.

El 24 de diciembre de 1964, le propinó una paliza al campeón mundial de peso medio Joey Giardello y cuando le correspondía ese gran título los integrantes del jurado lo dieron por perdedor, porque no le otorgarían el trofeo del cinturón como monarca de una categoría a un negro.

Incriminado por asesinato

En 1966, cuando su carrera estaba en ascenso y habiéndose ganado el apodo de ‘Huracán’ por la velocidad de sus golpes, fue incriminado en un triple asesinato.

Carter bebió en un bar con su amigo y también púgil John Artis, de la misma raza negra, el 17 de junio de 1966. A las 02:30 de la madrugada Artis lo llevó a su casa y justo en ese día se comete un triple asesinato por otro sitio.

En el camino una patrulla los detiene y sin interrogarlos, son forzados a acompañar a los policías. Después se enterarían de que se había cometido un asesinato a sangre fría en otro bar y se reconoció a dos negros en un auto blanco como los agresores.

Rubin y Artis eran sospechosos, además Della Pesca en el hospital St. Joseph presionó para que una de las víctimas los reconociera y aunque estaba mal herido aseguró que ni Rubin ni Artis habían sido los agresores. Tampoco sirvió la declaración de Patty Valentine, quien dijo que el auto en que se alejaban los asesinos era otro.

Una pieza fundamental en el juicio fue la declaración de dos ladrones, Alfred P. Bello y Arthur D. Bradley, quienes confesaron que, mientras robaban en un establecimiento cercano, observaron cómo Carter salía del bar con una escopeta y Artis con una pistola.

La polémica surgió más tarde cuando ambos testigos cambiaron su declaración y manifestaron que fueron presionados por la policía bajo el chantaje de que recibirían una rebaja de su condena.

Tras un rápido juicio, Carter fue condenado a tres cadenas perpetuas por un jurado compuesto exclusivamente por blancos. Rubin y Artis pasaron sin problemas un detector de mentiras y los testigos no los reconocieron como los autores.

En un segundo juicio en 1976 se ratificó la sentencia. En 1979 una adolescente negra que vivía en Canadá convenció a un grupo, entre ellos a los abogados Leon Friedman y Myron Beldock, para que iniciaran una campaña para lograr su liberación. Sus esfuerzos dieron resultado.

“No estoy en la cárcel por asesinato. Estoy en la cárcel porque soy un negro en Estados Unidos de América, donde quienes ostentan poder solo permitirían a un negro ser un bufón o ser un criminal”, decía el boxeador.

Huracán luchó por demostrar su inocencia y mientras estuvo en la cárcel se dedicó a estudiar filosofía y leyes. En una apelación posterior, un juez federal de Nueva Jersey, Lee H. Sarokin, estimó que la Fiscalía había ocultado datos que permitían suponer que Bello no estaba diciendo la verdad y que se habían producido “graves violaciones constitucionales”.

El 12 de enero de 1988 el boxeador Rubin ‘Huracán’ Carter ganó su particular pelea con la justicia después de 19 años en la cárcel siendo declarado inocente en el caso. El Tribunal Supremo confirmó la decisión de un juez federal de Nueva Jersey que puso a Carter en libertad en noviembre de 1985, pero como la Fiscalía de Nueva Jersey apeló el caso pasó a dicho tribunal.

El juez, tras revisar las pruebas, le concedió a Carter la libertad inmediatamente. Su caso evidenció la corrupción policial. (I)

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