El barrio SoHo en Manhattan, uno de los más populares y famosos de Nueva York, se destaca por su arquitectura, pues se caracteriza por robustos edificios de ladrillo rojizo, con grandes ventanales y una típica escalera antiincendios de hierro en el exterior.  

En este símbolo arquitectónico de Nueva York empezó el 25 de mayo de 1979 la pesadilla para el niño Etan Kalil Patz, de 6 años. Era un día especial para él porque su progenitora y cuidadora lo dejaron por primera vez caminar solo dos manzanas desde su casa hasta la parada del autobús que lo llevaría a su colegio, al que nunca llegó.

Los padres del menor, Stan y July, solo supieron que estaba desaparecido al final del día, cuando no regresó del centro escolar. Y, 38 años después, ese sitio se convirtió en la escena del crimen de un cuerpo que jamás apareció, pues su ejecutor vivía en ese sector.

La desaparición de Etan conmocionó a Nueva York y al resto de Estados Unidos. Durante años, investigadores buscaron pruebas de un crimen que no dejó rastro. Hubo sospechosos, pero las autoridades no encontraron pruebas concluyentes. Las calles se llenaron de carteles de “desaparecido” con la foto del niño, los periódicos hacían llamamientos a quienes pudieran tener información.

Esa no fue la única estrategia de búsqueda de personas, Etan se convirtió en el primer menor cuya imagen apareció impresa en los cartones de leche en Estados Unidos. Además, en 1983, el expresidente Ronald Reagan llegó a declarar el 25 de mayo como ‘Día nacional de niños desaparecidos’.

Sospechoso delatado por pariente

La familia de Pedro Hernández se mudó de Puerto Rico a Nueva York y Nueva Jersey en 1973. Cuando el joven cumplió 18 años se fue a vivir y trabajar en una tienda de ultramarinos de West Broadway, en SoHo.

Pedro tenía 19 años cuando vislumbró a Etan Patz en la parada del autobús escolar enfrente de su tienda, especializada en productos mexicanos y que en Estados Unidos  llaman ‘bodega’.

Según sus primeras revelaciones,  Hernández vio al niño, al que no conocía, y le ofreció un refresco para que le hiciera caso. Así lo atrajo hasta el sótano de su tienda, y ahí lo estranguló. Envolvió los restos del pequeño en una bolsa y lo metió después en una caja, que dejó entre la basura de un edificio cercano.

En 2001, un juzgado de Manhattan declaró muerto a Etan Patz. En tanto, las investigaciones continuaban para hallar al responsable de su desaparición.

 Hernández había dicho a varias personas de su familia y a un consejero espiritual que había matado a un niño en Nueva York sin precisar detalles. Su cuñado, José López, entendió que era Etan al ver la historia en los periódicos sobre el rastreo en un sótano del SoHo, un taller sin relación con la tienda de ultramarinos, que estaba justo al lado.

López empezó a atar cabos del lugar y de la fecha en que su pariente decía haber matado a un pequeño y decidió denunciarlo a la Policía.

En 2012 fue arrestado Hernández, quien confesó el asesinato del menor; sin embargo luego se retractó y se declaró inocente. La fiscalía había presentado como principal prueba la confesión realizada por Hernández a los agentes de la Policía, que fue grabada en vídeo.

Primer juicio fue anulado

Expertos en derecho habían estimado al inicio del primer juicio que sería difícil para los fiscales probar su culpabilidad, ya que el expediente no tenía pruebas de una escena del crimen, ni ADN o huellas digitales que lo incriminaran.

La Policía continuó durante tres años interrogando a posibles sospechosos de la desaparición del niño,  pero sin resultados concluyentes.

El 8 de mayo de 2015, tras cuatro meses de juicio y 18 días de deliberaciones del jurado que no llegó a una sentencia unánime, el juez de Nueva York, Maxwell Wiley, rechazó la culpabilidad del procesado y declaró nula la causa.

El magistrado consideró más creíble el argumento de la defensa, que se basó en los problemas mentales de Pedro Hernández, con una personalidad convulsa e inteligencia limitada. Alegaron que estos problemas ponían en cuestión la veracidad de su propio testimonio.

Segundo juicio y sentencia

Como Hernández no fue declarado inocente, la fiscalía de Manhattan pidió la realización de un segundo juicio. El juez Wiley resolvió acoger el pedido y acusó a Hernández, de 55 años, del crimen de Etan.

La Fiscalía retomó el caso en octubre de 2016. A falta de nuevas pruebas, apostó por profundizar en los detalles que proporcionó Hernández durante su confesión en 2012 sobre el día en que asesinó al pequeño. El nuevo jurado se convenció de la culpabilidad del sospechoso. Los argumentos de clausura en el caso contra Pedro Hernández comenzaron a finales de enero en Manhattan.

El 14 de febrero de 2017, un jurado llegó finalmente a un veredicto en el segundo juicio en el que lo halló culpable de la desaparición y muerte del menor. El 18 de abril de este año, después de 38 años de la desaparición del niño Etan Patz, un jurado condenó a Pedro Hernández a 25 años de prisión sin derecho a libertad condicional.

Los abogados insisten en que Hernández sufre de trastornos mentales y en que su admisión fue falsa, mientras que los padres de Etan -Stanley y Julie Patz- dijeron durante la sentencia que “nunca lo perdonarán”. Para Stanley, presente en las audiencias de cada juicio, se hace “un poco de justicia para nuestro maravilloso hijo, Etan”.

“Me siento agradecido, por fin han alcanzado un veredicto que ya sabía; que este hombre es culpable de haber hecho algo horrible hace muchos años”, manifestó.

“La condena de Pedro Hernández nunca calmará las ansiedades de un padre”, dijo el fiscal del condado de Manhattan, Cyrus R. Vance Jr. (I)