Los habitantes prefieren callar. “Yo tengo familia, no puedo arriesgarme a decir algo”, manifiesta un adulto que trabaja en un triciclo. No quiere comprometerse por eso mejor pedalea y se aleja.

El temor es común entre los habitantes de la parroquia Virgen de Fátima, conocida también como el ‘26’, al situarse justo en ese kilómetro de la vía Durán-Tambo. Este sector, que pertenece al cantón Yaguachi, en Guayas, es muy transitado y comercial, pues también tiene conexión con la vía Durán - Boliche.

“Acá vienen de otros lados, pero los de aquí también se dedican a actividades ilícitas. Los problemas no son por asaltos, aquí lo que nos mantiene en zozobra es el microtráfico”, comenta un señor casi hablando entre dientes y viendo de un lado a otro.

Un ciudadano que andaba con él dijo que sería bien difícil que alguien revelara lo que realmente ocurre, pues nadie quiere que las amenazas, ‘por sapear’, se cumplan.

Hace menos de un mes, en la vía más comercial de la parroquia, el trabajador de una panadería fue baleado. La víctima, quien sobrevivió, aparentemente tenía problemas con unos jóvenes que consumían sustancias estupefacientes afuera de su negocio.

“Siempre los sacaba de ahí y los muchachos se portaban groseros. Un día ya no le dijeron nada, sino que solo se escucharon disparos”, contó una mujer, que tampoco quiso identificarse. El negocio, la mañana de ayer, permanecía con las puertas enrollables cerradas. Desde ese día aquel sitio ya no huele a pan caliente.

Un trabajador de este local, que antes funcionaba como panadería, fue baleado el mes pasado. Él sobrevivió, pero el miedo aumentó en todos. Foto: Lylibeth Coloma / et

A las 07:00 de ayer, en tres puntos de la parroquia, los agentes de las Fuerzas Armadas (FF.AA.), Policía Nacional y Comisión de Tránsito del Ecuador (CTE) realizaron un operativo de control. Revisaban carros, motos, tricimotos documentos de los conductores y ocupantes.

Evelyn Murillo Vera, comisaria de Policía, afirmó que el principal problema en el lugar es el consumo de drogas que es difícil de combatir debido al miedo de los lugareños.

“Si no denuncian no se pueden planificar estrategias. Queremos erradicar este problema, la Policía está investigando para no solo coger a los microtraficantes, sino a los que distribuyen las grandes cantidades del alcaloide”.

Adicionalmente manifestó que otra de las irregularidades tienen que ver con el tránsito, pues muchos menores conducen motos y eso es un peligro.

“No vengas en la moto, hay full agentes en la calle y te van a coger detenido”, decía un hombre por el celular.

“Operativos de este tipo son necesarios, pero no van a solucionar nada. Necesitamos que haya personal de inteligencia, que agentes vestidos de civil caminen por estas calles y vean quiénes son los que están vendiendo la droga”, mencionó una mujer que prepara comida.

Robos a motos aumentaron

Jefferson Alay, encargado del circuito Virgen de Fátima, indicó que según el Cuadro de Mando Integral (que permite analizar las cifras de los principales delitos) el robo a motos es lo que ha tenido un aumento. “Aquí las motos son empleadas para hurtar, sobre todo entre 05:00 y 06:00 cuando la gente sale a trabajar, así como a las 18:00 y 19:00 cuando regresan”.

Agregó que en cuanto al problema de las drogas se ejecutan operativos y detienen a las personas, pero “no pasa mucho tiempo que se los vuelve a ver en las calles. Por ejemplo, yo aprehendí a uno y en tres meses lo volví a capturar más cargado (de droga)”.

Mientras se daba la revisión, un padre de familia quiso contar la experiencia que vivió. “Aquí nadie quiere hablar y tienen razón en sentir miedo, pero no podemos seguir así. Yo viví en carne propia las amenazas por parte de los que llevaron a mi hija a consumir droga, le dieron en el colegio. Quería que los padres que pasábamos por el mismo problema nos uniéramos, pero nadie quiso. Tuve que hacerlo solo”.

Su hija, aún adolescente, lleva un año sin consumir la droga conocida como ‘h’. Antes se pensaba que el principal compuesto de esta era la heroína, pero es solo entre el 30% y 40%, la mayoría son un conjunto de químicos que causan más daños.

“Tuve que enfrentar a los que le vendían la droga, pensé en vender mi casa e irme, pero me quedé y ayudé a mi hija a superar esto.

Le di amor, le mostré que tenía un padre que la amaba, que estaba para apoyarla y cuidarla. Mi hija casi se me muere, por culpa de esos desgraciados que vienen a dañar el pueblo”, fustigaba mientras sus ojos se llenaban de lágrimas. (I)