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La manufactura de Pelileo encontró mercado en Durán

Los vendedores logran ganancias por volumen de ventas de ahí se generan los precios bajos.
Los vendedores logran ganancias por volumen de ventas de ahí se generan los precios bajos.
Foto: Karly Torres / El Telégrafo
26 de agosto de 2017 - 00:00 - Redacción País Adentro

Son las 15:30 y el calor es sofocante en el km 1 1/2 de la vía Durán-Tambo junto al sitio donde funcionó un antiguo y conocido night club. Ahí más de un centenar de comerciantes están asociados para vender ropa para hombres, mujeres y niños.

El lugar tiene espacio para parquear pocos automotores que ocultan a los maniquíes vestidos con prendas adquiridas a artesanos de los cantones de Pelileo y Ambato, provincia de Tungurahua.

Las confecciones deben cumplir con la regla básica del comerciante minorista, bueno, bonito y barato, asegura Luis Alvarado, vendedor con más de 20 años de experiencia.

El hombre, quien trabaja 12 años en Durán, dice que el primer paso es atraer al cliente con buen trato y amabilidad. De no hacerlo la venta, es casi seguro, que se perderá. De no vender le toca a otro compañero dar el servicio al comprador.

“Es una regla no escrita entre nosotros pero sí inculcada por las vicisitudes de la vida al menos en esta profesión. Es preferible ayudar a un camarada y no dejar que un cliente se vaya decepcionado del sitio y no regrese. Esta actitud sirve para que en el siguiente turno él pueda ganar algo de dinero”, comenta Alvarado.

A pocos metros el calor hace efecto en Edwin Moreta a quien el sudor le empieza a desbordar la frente por lo que debe secar su rostro con un pañuelo blanco. 

El hombre de 45 años —tiene una postura corporal rígida,  una mirada fija— hace un movimiento de cabeza y desaprueba el gusto de su conviviente, Estela Sacoto, quien a pesar de ello adquiere una prenda de vestir.

La elección es una blusa roja, el mismo color del casco de la moto del hombre, quien labora en una empresa de seguridad. 

“Nosotros preferimos comprar en Durán y apoyar a nuestra gente antes que ir a Guayaquil donde el tráfico y la cantidad de personas suelen hacer que un viaje corto sea una odisea”, dice Moreta.

Este local que inició la atención al público hace dos años cierra sus puertas solo en las noches. El sitio fue bautizado de manera coloquial por los lugareños como la “Bahía de Durán” aunque su verdadero nombre es Fabricantes de jeans.

Los dueños de los locales cuentan sus historias. Miltón Vera Segura, dice que pasar 15 años en las calles de Guayaquil como vendedor ambulante marcó su personalidad.

Hoy, el hombre, de 46 años, recuerda con nostalgia y resignación los sustos que pasó cuando los policías Metropolitanos le arrebataron, en más de una ocasión, su capital. 

“Ahora es una bendición estar en este lugar aunque tenemos competencia desleal con un grupo de personas que son mayoristas y venden más barato que nosotros los jueves y sábados a poca distancia de aquí. Eso nos suele dejar con menos clientela”, reflexiona Vera.

Las ofertas de novedades y de precios módicos que son anunciadas por Isabel Alvarado llaman la atención de recién llegados.

“Los valores para pantalones jeans de caballeros  bordean  los $ 12 hasta la talla 36. Mientras que las damas de 40 se venden en $ 14”.

La mujer, de 54 años, está ‘jubilada’ de los quehaceres del hogar. Sus hijos adultos profesionales que por sus trabajos pasan pocas horas en la segunda etapa de El Recreo, donde residen.

Isabela es una de las fundadoras de la asociación de vendedores y conoce bien a los integrantes del negocio así como a los maquiladores.

El sitio tiene espacio para los artesanos que se dedican a la confección de zapatos. A ellos los representa Cecilia Rendón, quien vende el calzado desde $ 10 para hombres, mujeres o niños con modelos deportivos o clásicos.

Los sábados desde las 05:00 hasta las 19:00 el flujo de personas se incrementa. La llegada de decenas de expendedores de Pelileo da otro aspecto al sitio. La música es un atractivo y las ofertas son el ‘gancho’, pero los nuevos modelos con texturas de las telas variadas se destacan. Los domingos se repite la intensidad de la actividad comercial, menciona la mujer. 

“Los otros dueños de los puestos llegan en buses fletados y traen  ropa para vender al menudeo así como a los que estamos permanentemente en el sitio”, refiere Isabela.

Los locales están divididos en espacios iguales por los que se paga $ 40 mensuales al Municipio de Durán que incluye guardianía, agua potable y electricidad. A la seguridad se une la Policía Nacional que hacen rondas todo el día.  

Los que no tienen carro o los que no toman taxi pueden llegar a este lugar por medio de la línea de bus 81, que pasa por el centro de Guayaquil y en la Terminal Terrestre.

A las 16:20, Jefferson Cevallos, junto a su familia oriunda del cantón Urdaneta, provincia de Los Ríos, visita el sitio tras escuchar de las bondades que tiene este espacio para la compra y venta de ropa o zapatos. El hombre, luego de caminar unos 20 minutos, se retiró con la promesa de volver tras comprobar que poco dinero se puede conseguir muchas prendas. (I)

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