Ecuador, 19 de Abril de 2024
Ecuador Continental: 12:34
Ecuador Insular: 11:34
El Telégrafo
Comparte

La legalización es un anhelo de hace 15 años

Los moradores de este sector rellenan los pisos de sus casas con cascajo para no inundarse en este invierno.
Los moradores de este sector rellenan los pisos de sus casas con cascajo para no inundarse en este invierno.
Foto: José Morán / El Telégrafo
18 de marzo de 2017 - 00:00 - Redacción País Adentro

Para María Moreano, el sueño de tener las escrituras de su vivienda deberá esperar. Han sido 15 años de incertidumbre y todavía tiene que esperar más.

Este no es el único caso en la manzana 2339 del bloque 9 de Flor de Bastión, norte de Guayaquil. Ahí   casi una docena de familias esperan una solución para sus terrenos.

Pero no es el único problema. En septiembre de 2016 la visita de personal del Municipio de Guayaquil avivó las esperanzas de una solución tanto para las escrituras como para el pésimo estado de las calles.

El relleno llegó y con él, más complicaciones. “Todos creímos que se venía el cambio pero este trabajo resultó un calvario. Con las lluvias de enero pasado el agua ingresó a nuestras casas y en algunas aún no sale”, dice Moreano.

Ella refiere también que en el barrio existe incertidumbre. Conocen —de forma extraoficial— que por el sector pasará un ducto-cajón de aguas servidas. Y esa obra los puede dejar sin viviendas. Pero añade que se sienten inseguros porque no tienen título de propiedad.

“Un día llegaron a este sitio unas personas con los planos. Ahí se podía apreciar que la obra se construiría en los terrenos que habitamos. Pregunté qué significaba eso y me dijeron que lo más probable es que  nos expropien esos terrenos, pero, si eso pasa, no podremos reclamar indemnización, porque no tenemos ningún documento oficial que señale que somos los dueños”, dijo la  mujer que es madre de 4 hijos.

Esta preocupación la comparte Marilyn Mera, quien también sería afectada si esta obra se realiza tal y como estaba previsto en los planos.

“En este sector somos 11 familias que estamos pendientes de esto; aunque nadie nos dice nada. Estamos preocupados, nos pueden desalojar, y si no tenemos escrituras, no nos reubican”.

Además de esta preocupación, Sebastián Bazaurto debe lidiar con la inundación de su casa cada vez que llueve. Teme que sus 2 hijos se enfermen. Hay agua represada en el único cuarto con paredes de bloque. El resto de la vivienda es de caña.

“Con el relleno del año pasado mi casa quedó por debajo del nivel de la calle. Rellené con cascajo y el piso de cemento quedó abajo. Ahora habito sobre cascajo”.

Bazurto recorre los mercados de la zona para vender látigos, veneno para ratas y naftalina blanca y de colores. Las ventas le dejan ganancias de $ 5 diarios. En la tarde sale con una carretilla en busca de cascajo para rellenar su vivienda.

“Con suerte en esta casa se come 2 veces al día, cuando se desayuna no se merienda y cuando se almuerza y se cena no se desayuna. Varias veces he pensado en ahorrar y comprar una refrigeradora, pero es muy complicado no tengo dinero”.

Los pequeños, menores a 4 años, duermen en una cuna de maderas descoloridas, sin colchón y sin sábanas, mientras su madre, Rosa Pérez Macías, lava de prisa 5 prendas de vestir que remoja en una improvisada tina, fabricada con la mitad de una llanta de camión.

“A veces escucho decir a los vecinos que por aquí van a hacer una obra; otras, que nos van a registrar en los censos, pero tengo miedo de salir de aquí y no saber a dónde ir”,  dice la mujer que debió enviar a su hija de 9 meses con su hermana para que no enferme.

Los moradores de este sector del noreste de Guayaquil piden una solución y esperan tener en sus manos los papeles que los proclamen  dueños de sus casas para así dejar de ser los olvidados del bloque 9 de Flor de Bastión. (I)

Contenido externo patrocinado

Ecuador TV

En vivo

Pública FM

Noticias relacionadas

Social media