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Se destinaron fondos para la creación de escuelas de artes y oficios

La invasión del arte moderno se acerca

La invasión del arte moderno se acerca
12 de octubre de 2014 - 00:00 - Ángel Emilio Hidalgo, Historiador

Hasta fines del siglo XIX, con el advenimiento de la Revolución Liberal, la complacencia de las élites ecuatorianas por el arte religioso se mantenía, básicamente por el viejo prestigio de la Escuela Quiteña y la canonización de historiadores e intelectuales del periodo, quienes celebraron la prosapia de una tradición colonial que identificó al Ecuador en el concierto de las naciones americanas.1

No obstante, el gusto de los seguidores del arte se orientaba, cada vez más, a los paisajes y cuadros de costumbres que decoraban las casas de las familias adineradas de las principales ciudades del país: Quito, Guayaquil, Cuenca y Ambato.

Un sinnúmero de factores incidieron en el cambio de sensibilidades artísticas que se observa entre finales del siglo XIX e inicios del siglo XX. Indudablemente, las transformaciones políticas, económicas y socioculturales propiciadas por la Revolución Liberal gravitaron mucho, pero también la secularización de la cultura y sociedad ecuatorianas, un complejo proceso que se forjó durante todo el siglo XIX.

Las políticas liberales que en el campo de la educación se implementaron desde el gobierno de Eloy Alfaro apuntaron al cultivo de las artes, las letras y las ciencias, particularmente con el impulso a la educación artística, en el marco del establecimiento del laicismo. Así, se destinaron fondos para la creación de escuelas de artes y oficios de enseñanza libre y gratuita, lo que propició la institucionalización definitiva de la Escuela de Bellas Artes, de Quito, que se inauguró en el gobierno de Leonidas Plaza Gutiérrez, el 24 de mayo de 1904.2

En Guayaquil, por su parte, en 1891 se había creado, por iniciativa privada, la Escuela de Artes y Oficios de la Sociedad Filantrópica del Guayas. Esta institución preparaba a artesanos calificados, pero también graduaba a dibujantes y litógrafos; es decir, exponentes de las “artes mecánicas” o “industriales”, así como a músicos. Sin embargo, la Filantrópica organizó exposiciones nacionales, como en 1899, cuando en el quincuagésimo aniversario de la institución, se celebró la muestra preparatoria para la Exposición Universal de París (1900).

La realización de la Exposición Nacional de la Sociedad Filantrópica, en 1899, tuvo el apoyo irrestricto del presidente Eloy Alfaro. De igual manera, la participación del Ecuador en la Exposición Universal de París fue considerada un asunto de Estado. Así lo testimonió el comisario general de la delegación ecuatoriana: “El Jefe del Estado comprendió que era necesario hacer ver en la capital del mundo civilizado que Ecuador, aún en medio de las disensiones intestinas, adelanta, con paso deliberado y seguro por el camino del progreso y que la reciente transformación política de la más joven de las Repúblicas Suramericanas, que ha colocado en el Poder al partido liberal, había dado un nuevo impulso favorable al desarrollo de su comercio y de sus industrias”.3   

En esa oportunidad se incrementó la participación de artistas de todo el país, agregándose en la categoría de “Bellas Artes” el ramo de fotografía. Una de las apostillas críticas que se insertan en el catálogo de la Exposición Nacional de 1899 nos dice que “la copia predomina y la composición espontánea hace falta”, pues “la copia no es el arte”, dado que “el gusto, el dibujo, la perspectiva, el colorido, el sentimiento, son las cualidades que el artista trata de poner en relieve apartándose de reproducir automáticamente la naturaleza”. Para concluir, la crítica sostiene que “en el arte, entre nosotros, la inspiración antigua se borra; el credo moderno apenas alcanza algunas conciencias despreocupadas, y permanecemos entre el pasado que se derrumba y el presente que carece de bases sólidas. Pero la invasión del arte moderno se acerca”.4

Efectivamente, el arte moderno estaría ad portas, más que por la dinámica interna y la experimentación en el ámbito de las “bellas artes”, por el desarrollo de las visualidades modernas en la esfera pública. En las páginas de los periódicos y particularmente en las revistas ilustradas, esos magazines de inspiración modernista que se empezaron a publicar en el Ecuador desde la primera década de 1900, en imitación de sus pares norteamericanas, se abrió un tipo de visualidad que se desmarcaría del diseño gráfico tradicional, sin fotografías ni ilustraciones, que predominó hasta el siglo XIX.

1. Al respecto, véase Carmen Fernández-Salvador, Historia del arte colonial quiteño: un aporte historiográfico, Quito, FONSAL, 2007, pp. 21-27.  

2. Trinidad Pérez, “Nace el arte moderno: espacios y definiciones en disputa (1895-1925)”, en Valeria Coronel y Mercedes Prieto, coord., Celebraciones centenarias y negociaciones por la nación ecuatoriana, Quito, FLACSO-Ministerio de Cultura, 2010, p. 54.

3. Víctor Manuel Rendón, prefacio a Exposición Universal de 1900. República del Ecuador. Catálogo, París, 1900, pp. VII-VIII.

4. Documentos relativos a la Sociedad Filantrópica del Guayas correspondientes al año de 1899, Guayaquil, Tipografía de la Sociedad Filantrópica del Guayas, 1900, pp. 138-139.

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