La historia se teje detrás del museo, al pie del cerro
Ingresar al Museo de los Bomberos Félix Luque Plata es reencontrarse con la historia de la urbe. Ubicado en la antigua planta proveedora de agua, en la Plaza Colón, frente a la iglesia Santo Domingo de Guzmán, este lugar guarda valiosas reliquias que demuestran la entrega de los bomberos porteños.
Se puede apreciar cómo luego del Gran Incendio de 1896, que devastó la ciudad, un grupo de guayaquileños se reunió para crear la Junta Proveedora de Agua, que años después se convirtió en el Cuerpo de Bomberos de Guayaquil. En 1982 la edificación de la Junta Proveedora de Agua se transformó en el museo de los bomberos.
La puerta de ingreso no solo protege el lugar sino que también es parte del recorrido. Esta perteneció a Clementina Roca de Peña, quien tenía su casa en las calles Chile y Clemente Ballén. La puerta se salvó del incendio producido por la caída de un avión militar llamado ‘Diablo Rojo’, el 8 de mayo de 1939.
Luego la adquirió el coronel Aurelio Carrera Calvo.
En el lugar existe una colección de cascos, uniformes, herramientas, vehículos y maquinarias del siglo XIX, usados por el Cuerpo de Bomberos. También está un semicírculo. Ahí se levantan los bustos de los jefes del Cuerpo de Bomberos.
Además se exhiben los diferentes modelos de bombas contra incendios que se utilizaron en Guayaquil, desde las carretas tiradas por caballos a finales del siglo XIX y las maquinarias de 1878, hasta los modernos carros. Cinthia Chávez, coordinadora del museo, dice que el sitio tiene áreas para que los visitantes puedan nutrirse del conocimiento y observar con qué elementos se defendían de los incendios.
La atención al público en el museo es de 10:00 a 17:00. La entrada es gratis. También se realizan recorridos especiales para alumnos de escuelas y colegios. Ellos son asistidos por un guía, quien les explica el significado de cada objeto. Todo con la finalidad de que se conozca la historia de la ciudad. (I)
