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Félix Caicedo, el cocadero del Suburbio Oeste

Félix Caicedo Nazareno tiene 39 años. Desde los 13 se dedica a la preparación de cocadas.
Félix Caicedo Nazareno tiene 39 años. Desde los 13 se dedica a la preparación de cocadas.
Foto: Alfredo Piedrahíta / El Telégrafo
03 de diciembre de 2016 - 00:00 - Johnny Alvarado

Los habitantes de las calles 17 y la K, al suroeste de Guayaquil, están tan acostumbrados al olor de la cocada que, aunque no la vean, saben que Félix Caicedo la está preparando. Este esmeraldeño de 39 años, oriundo de Carondelet, parroquia rural del cantón San Lorenzo. Llegó a Guayaquil a los 12 años. Primero trabajó como dependiente de un primo, quien preparaba cocadas. Miró cómo las hacía y se independizó.

En la tarde acude hasta el Mercado Central y compra 30 cocos, la inversión bordea los $ 15. A las 5:00 se despierta y, a orillas del estero Salado, empieza a rallarlos. Tarda cerca de 3 horas en esa actividad a la que considera la más compleja de todo el proceso. Cuando tiene todo listo pone a punto una gran olla en la que coloca 1 guineo, 3 limones y 10 libras de azúcar. A las 08:00 prende una fogata a un costado de la calle y con un pedazo de madera empieza a mover el azúcar que se derrite y adquiere un color café.

Cuenta que el secreto es mover el azúcar por más de una hora para que no se queme. Cuando la melaza está ardiendo lanza el coco y empieza a menearlo. El proceso le toma más de 2 horas y al final obtiene una larga plancha de cocada que corta en pequeños rectángulos que empaqueta en fundas.

La inversión total es de $ 20 y 4 horas de trabajo. La ganancia bordea los $ 40 pero se debe añadir más de 6 horas caminando, subiendo y bajando buses.

“No es un trabajo fácil. Primero porque prepararla tiene sus complicaciones y luego venderla no es fácil. Existe mucha competencia y en Guayaquil, al menos, no se puede trabajar con tranquilidad”.

El mercado que Caicedo explota está en Babahoyo. Hasta esa localidad viaja los martes y jueves. Dice que ahí vende cada funda en $ 0,50, pero la gente le pide la promoción que es de 3 cocadas por $ 1,00.

“Hay días buenos y días malos. Un día de venta puedo ganar hasta  $ 80 otro no hago ni $ 20. Algunas veces le tengo que regalar 1 cocada al conductor y eso es pérdida. Mi trabajo consiste en convencer al comprador. Yo diálogo con los pasajeros y ellos me compran”.

Este comerciante y padre de 5 hijos también ha viajado a poblados de Napo y Pastaza a vender sus cocadas. Considera que a Guayaquil llega el producto que se fabrica en Esmeraldas lo que limita el mercado. “La competencia me hace mejorar mi producto y mi servicio”. (I)

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