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Los réditos se invirtieron en la construcción de carreteras a lo largo y ancho del país

Entre el banano y el petróleo

Entre el banano y el petróleo
19 de julio de 2015 - 00:00 - Ángel Emilio Hidalgo, Historiador

A la economía ecuatoriana en el siglo XX la sostuvo el auge primario exportador del cacao (hasta 1920) y el banano (1948-1965), principalmente.

Pero en los últimos 50 años también hubo políticas desarrollistas de industrialización, vía sustitución de importaciones (década del 60 y especialmente del 70), recetas monetaristas (década del 80), profundización de ajustes y crisis económico-sociales por medidas neoliberales (década del 90) y nuevo giro en el modelo económico (desde 2007 hasta la actualidad).

En 1957 Ecuador aún vivía el auge de las exportaciones bananeras, lo que supuso la ampliación de la frontera agrícola y la participación en el proceso productivo de pequeños y medianos propietarios de fincas.

La demanda externa del producto en un período de crecimiento económico del sistema mundo capitalista benefició al Ecuador que se convirtió en el primer exportador de banano del mundo, seguido de cerca por algunos países de la región, como Costa Rica, El Salvador, Nicaragua y Venezuela.

Los réditos del banano se invirtieron en la construcción de carreteras a lo largo y ancho del país –sobre todo en el gobierno de José María Velasco Ibarra-, así como en infraestructura portuaria, necesaria para el incremento del comercio.

También se observó un claro comportamiento demográfico de migración interna hacia las ciudades de la Costa, especialmente a Guayaquil, eje histórico de la economía agroexportadora ecuatoriana desde la segunda mitad del siglo XIX.

Como el éxito del modelo agroexportador depende del proceso oscilatorio de los precios en el mercado mundial, Ecuador experimentó, a inicios del sesenta, el descenso en los precios internacionales del café y el cacao, así como el declive de bonanza bananera.

Entonces, se recurrió al Fondo Monetario Internacional para “aliviar” una crisis económica que redundó en inestabilidad política, cuando en 1961 se produjo la devaluación del sucre.

Con la crisis del banano se planificó otro modelo de acumulación para enfrentar las emergentes necesidades económicas del país.

Ya en 1954 se quiso dar el primer paso, con la creación de la Junta Nacional de Planificación. En los sesenta, Ecuador se incorporó (tardíamente en relación a otros países de la órbita latinoamericana) en la política de sustitución de importaciones.

No obstante, fue una medida forzada, ya que por las condiciones de su economía, el país no estaba listo para ello.

Dentro del Pacto Andino

En 1969 Ecuador ingresó al Pacto Andino luego de la firma del “Acuerdo de Cartagena”, inscribiéndose en una comunidad subregional y buscando ciertas políticas de acción conjunta, como parte del entorno periférico de la economía del mundo, en relación al paradigma de sustitución de importaciones. Pese al ímpetu de los primeros años, el Pacto Andino decayó en la década del ochenta.

En el setenta, Ecuador vivió un verdadero período de florecimiento, gracias a que el petróleo revitalizó la economía.

Los principales pozos petrolíferos de la región amazónica se descubrieron entre 1969-1973 e inmediatamente se empezó a negociar en el mercado internacional.

Nos deslumbramos ante la expectativa de convertirnos en “nuevos ricos”, lo que también tuvo consecuencias en la política interna, al punto de que el golpe de Estado de 1972 que dieron los militares contra el quinto velasquismo, aparentemente estuvo motivado por la posibilidad de explotación petrolera a gran escala.

El “boom” petrolero fue tal que, en el lapso de una década las exportaciones aumentaron de 190 millones en 1970, a 2.500 millones de dólares en 1981.

Uno de los aspectos más relevantes del auge petrolero fue que el Ecuador se convirtió en uno de los países más apetecidos por los inversores extranjeros, lo que cristalizó una mayor participación del país en el ámbito de la economía del mundo.

La inversión bancaria, mayormente norteamericana y europea, posibilitó la entrada de capitales, aún más en el contexto de las crisis bélicas de Oriente Medio, que dispararon los precios del petróleo en el mercado internacional.

Pero, al mismo tiempo, el país se endeudó considerablemente, lo que si por un lado fue bueno, pues dinamizó en las principales ciudades, los sectores de la industria, el comercio y las finanzas, por el otro generó un ingente gasto fiscal y no propició el desarrollo de los sectores tradicionales.

Otro aspecto importante en el período del “boom” petrolero fue el alto grado de movilidad humana que se experimentó, en parte por el desarrollo urbanístico de Quito y Guayaquil (principales polos de atracción para los emigrados del campo), y también porque no hubo respuestas adecuadas al problema de la tenencia de la tierra, dado que la Reforma Agraria que se quiso implementar en 1964 fue insuficiente para revitalizar el sector agrario tradicional y evitar el masivo desplazamiento campesino, lo que se observó en la década siguiente. (I)

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