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El requintista que a los 16 años grabó con Julio Jaramillo

El requintista que a los 16 años grabó con Julio Jaramillo
03 de septiembre de 2016 - 00:00 - Johnny Alvarado

La vida de Naldo Campos siempre estuvo marcada por la música. Desde los 6 años en su natal Santa Ana (Manabí) se reunía con sus hermanos mayores a cantar y tocar la guitarra.

Pero un incendio destruyó por completo la vivienda en donde habitaba con su familia. Eso originó que se muden a Guayaquil. El barrio en donde les tocó vivir estaba al suroeste. “Cuenca y la Séptima era un sector muy complicado. De calles llenas de polvo y sin los servicios básicos”, recuerda Campos.

Su afición por la música continuó en su adolescencia siempre de la mano de su hermana Holanda, quien ya empezaba a grabar algunos pasillos en Fediscos, la única disquera que tenía Guayaquil en los años sesenta.

Pero el gran salto a la fama inició con Julio Jaramillo, cuando el cantante necesitaba un segundo requinto. Ese día uno de los operadores de audio de la casa musical recordó que semanas antes un joven, de no más de 16 años, había grabado con Holanda Campos.

La grabación la escuchó Rosalino Quinteros, Julio Jaramillo y Francisco Feraud.

Nadie dudó que había talento. Lo fueron a buscar a su casa. Campos estaba en la esquina con unos amigos cuando de un carro bajó Julio Jaramillo, quien le preguntó si podía tocar para él. Al día siguiente ya estaba compartiendo estudio no solo con Quinteros, también con grandes exponentes de la música como Gonzalo Castro, Carlos Silva Pareja y Sergio Bedoya. Todos ya consagrados. “El único desconocido era yo”. Durante la producción se equivocó dos veces por omisión.

Dice que se quedó paralizado porque la interpretación del cantante guayaquileño era impecable.

El maestro del pasillo

Campos no solo ha destacado como músico, sino también como maestro en la Escuela del Pasillo, así lo reconoce Jenny Estrada, directora del Museo Popular Julio Jaramillo. Ella lo invitó a dar clases y los resultados han sido de primera, durante las 7 promociones que tiene la institución, reconoce la historiadora.

“Naldo enseña con pasión. Él no se guarda nada, quiere que sus alumnos lo superen. Es un artista íntegro y con mucha solvencia”.

La opinión de Estrada la comparte Cosme Chalén, uno de sus alumnos. “No solo nos enseña a tocar la guitarra sino también a amar la música nacional.

El maestro, quien también ha compuesto cerca de 150 canciones, reconoce que es exigente con sus alumnos y que les enseña a respetar nuestra música. “Soy amante del folclor y de lo ecuatoriano”.

La soprano Beatriz Gil, con quien grabó dos discos, reconoce el profesionalismo de Campos.

“Se trata de una persona de enormes virtudes musicales, que posee un gran sentido de lo bello. Es un referente musical en el país. Para mí fue un gusto trabajar con él. Porque le apunta a la perfección y eso otorga confianza a un cantante”.

Ana Lucía Proaño, quien se inició hace más de 40 años como artista, recuerda que arreglista es considerado un gran estudioso de la música. “Sé que estudió no solo en el Ecuador sino también en Venezuela. En lo personal trabajar con un ser humano como él con tanta sensibilidad musical deja tranquilo a cualquier cantante”. (I)

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