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Danilo Zambrano, el gallero de 7 Lagos

El gallo rojo (en el piso) ha logrado vencer a sus rivales en 7 ocasiones en menos de 1 minuto.
El gallo rojo (en el piso) ha logrado vencer a sus rivales en 7 ocasiones en menos de 1 minuto.
Foto: Lylibeth Coloma / El Telégrafo
04 de febrero de 2017 - 00:00 - Johnny Alvarado

Las madrugadas en 7 Lagos, al sur de Guayaquil en el Guasmo Central, se asemejan al despertar en el campo. El cantar de los gallos a las primeras horas de la mañana hace que los más de 5.000 habitantes del sector se pongan de pie para iniciar una jornada más de trabajo.

El dueño de los 25 gallos que despiertan a sus vecinos es Danilo Zambrano Zambrano, un manabita oriundo de Alejo Lascano.

La afición por estos animales le viene en las venas. Toda su familia, tanto materna como paterna, gustaba de los gallos. Sus hermanos también de dedicaban a esta actividad.

Danilo cuenta que desde los 8 años vio cómo su padre criaba gallos de pelea y asistía a las contiendas. Algunas veces ganaba y otras perdía. Cuando sus padres fallecieron vino a Guayaquil junto con sus hermanos. Como la meta principal era estudiar y tener un sitio donde vivir, el pasatiempo quedó relegado. Pero a los 25 años, ya más estable económicamente, decidió seguir con la tradición.

En un viaje a Manabí, familiares le regalaron 2 gallos pequeños que crió con mucha dedicación. “Ese regalo despertó en mí ese pasatiempo que había dejado de lado. Desde ese día me volqué a la crianza y entrenamiento de gallos. Una actividad que demanda mucha dedicación y paciencia”.

Cuenta que un día de entrenamiento empieza con 10 minutos en las cuerdas. Se sube al ave a un cordel en donde se balancea durante ese lapso. La actividad le permite tener mayor dominio en los movimientos y aumentar el equilibrio. Otros 5 minutos se destinan a entrenamiento, es decir a hacerlos correr atrás de otro gallo y 10 minutos más para que se enfrenten entre sí, pero con las espuelas vendadas para que no se hagan daño.

En el enfrentamiento se puede notar la habilidad que poseen para pelear. Aunque se han adoptado medidas de seguridad, los picotazos de uno a otro hacen saltar algunas plumas por el aire. Mientras en las jaulas sus congéneres no paran de cantar y mirar la contienda.

Los trucos de los galleros

Ser propietario de gallos peleadores no solo demanda tiempo y dinero, sino también paciencia. Lo último es lo más importante dice Zambrano.

“El hobby demanda buen trato a los animales. Entrenarlos a conciencia, inyectarles vitaminas y estar pendiente de su salud. Solo así se puede tener gallos de calidad”.

Este gallero no solo los cría, también los juega (los lleva a enfrentamientos). Con mucho orgullo muestra al Colorado, un gallo de plumas rojizas que ostenta 13 enfrentamientos de los que ha ganado 8 tiempos. Es decir venció a su adversario en menos de un minuto.

Los mató, dice Zambrano. Las 5 peleas restantes también las ganó, pero tardó casi 3 minutos.

La fama de este ‘espuela brava’ ha hecho que su propietario reciba varias ofertas por el ave, pero no está a la venta. Él prefiere conservarlo. Dice que no vende a sus animales porque son parte de su entretenimiento, pero admite que en las peleas ha ganado dinero cuando el despiadado Colorado vence a cuanto rival se le ponga en frente.

Las apuestas, en las galleras que frecuenta, tanto en Pedro Carbo como en la Perimetral, no superan los $ 300. “Nosotros jugamos poco dinero porque son sitios populares, pero existen otras galleras en donde se apuestan miles de dólares y los gallos pueden costar entre $ 1.000 y $ 3.000, dependiendo de la raza”.

Para Zambrano, tener gallos no es un negocio. Él mantiene a su familia con el dinero que gana en su picantería, ubicada en Las Acacias, también al sur de la ciudad.

La crianza y la tenencia de gallos de pelea le han dado satisfacciones y decepciones. Hace 3 semanas, por ejemplo, 2 gallos hermanos se enfrentaron y se mataron. “Jamás peleaban, pero una noche llovió y se mojaron. Al hacerlo se desconocen y se enfrentan”. Se llevó una sorpresa a la mañana siguiente cuando los encontró muertos.

Ganar el Gallito de Oro y una serie de medallas y reconocimientos lo llenan de satisfacción. “Los gané porque me dedico a mis animales y eso se nota en cada pelea. Tengo mi pasión, que muchos llaman vicio. Pero mis días son más alegres con solo escuchar su cantar”. (I)

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