Con experiencia y bondad logró posicionar su panadería

Camilo Sánchez es un manabita que vive en Guayaquil desde hace 37 años. Oriundo de Paján, fue criado en una finca junto a sus 9 hermanos, una familia que se dedicó a la cría y venta de ganado de su padre.

La separación de sus progenitores, a los 12 años, predominó en la decisión de su madre para traerlos a la metrópoli y residir en Mapasingue Este. Hilda, una de las hermanas, dice que pese a los cambios permanecieron unidos y no dejaron de visitar a su papá. Ella comenta que su hermano fue inscrito en el Colegio Augusto Mendoza y antes de concluir los estudios consiguió un contrato para administrar la panadería Croissant, ubicada en la calle central de Miraflores. “Trabajaba de día y estudiaba de noche”, corrobora el artesano de 49 años.

Los clientes simpatizaron con él por su forma de atender, entre ellos, Fabrizzio Barragán, quien lo conoce desde hace 24 años. Recuerda que Sánchez “quería emprender su propio negocio y como había trabajado casi toda su vida en una panadería le sugerí que pusiera lo que sabía hacer”. En 2003 lo ayudó a conseguir un local en la calle principal de la misma ciudadela y a sacar los permisos de funcionamiento. Ser su propio jefe le costó y su negocio prosperó cuando se encomendó a San Judas Tadeo, además de “hacer el bien a la gente y trabajar bien el producto”, asegura Sánchez quien vende enrollados y pan de dulce a $ 0,15. Luis Cabrera, cliente desde hace 2 años y quien ganó su confianza, dice que la solidaridad es su mejor cualidad “me da el pan viejo que no se vende para alimentar a mi ganado. Hay panaderos que prefieren botarlo”. (I)