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A llama viva los herreros del centro mantienen la tradición

Con mucha precisión y fuerza se elaboran herramientas para la construcción. Los obreros son los principales clientes.
Con mucha precisión y fuerza se elaboran herramientas para la construcción. Los obreros son los principales clientes.
Foto: cortesía Gabriela Samaniego
08 de junio de 2017 - 00:00 - Gabriela Samaniego. Estudiante de la UIDE

Caminar por la Pío Montúfar entre Colón y Alcedo es adentrarse en la vida de los herreros. En el sector existen más de 5 negocios de este tipo en donde se elaboran herramientas de hierro hechas a puro fuego. Ahí se forjan patas de cabra, picos para remover tierra, planchas para doblar varillas, barretas, cinceles y ganchos para hamacas.

Carlos Orellana, artesano de 69 años, se formó en la herrería desde los 10. El oficio lo heredó de su padre y cuenta que para ejercerlo se requiere de mucho esfuerzo porque hay que golpear el hierro, además de tener una gran creatividad para diseñar porque muchas veces solicitan cerramientos de parques.

Asegura que las piezas que más  vende son cruces religiosas, manubrios de puertas, candeleros y adornos para la pared, así como herramientas para la construcción. Además las repara y les saca filo.

Sobre una pared y un mesón exhiben las herramientas que están a la venta. Según Orellana, los obreros prefieren las de su taller por económicas y porque están bien fabricadas. Su negocio es uno de los más tradicionales, ya que por allí han pasado dos generaciones.

Wilson Gollo, un trabajador que ha acompañado a los dueños por 15 años, aprende todo lo que Carlos puede enseñarle, además escucha  las experiencias que ha vivido durante estos años.

“Competimos mucho con los productos chinos”, dice Gollo, mientras  golpea con fuerza la punta de un cincel para darle el acabado final”.

Agrega que aún hay clientes que saben apreciar lo valioso de un trabajo hecho a mano, y por ello pagan $ 30 por un picaporte para candado, u $ 80 por un candelero, o decoraciones para ventanas.    

Las ventas dependen del trabajo que se realiza, sin embargo hay piezas desde $ 1, como un cincel pequeño, hasta  $ 50, como un cincel más grande. “Hacer uno pequeño toma  dos horas y uno grande hasta un día entero”.

Antes el trabajo era más difícil porque se hacían piezas gruesas como herraduras, rejas, lampas y numerosas manualidades que se confeccionaban a pura forja porque no existía la soldadura.   

“Cuando los oficiales de albañilería no tienen sus herramientas vienen temprano a comprarlas y se van a trabajar o a ofrecer sus servicios en la calle Colón”, dice Orellana.

 Esta labor es agotadora y peligrosa porque demanda de fuerza y de fuego. “El herrero tiene que ser fuerte y  musculoso”, dice Orellana, quien trabaja en su local de 09:00 a 18:00, de lunes a sábado.  (I)

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