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Santiago Escobar Saldarriaga, entrenador colombiano de Universidad Católica

“Mi hermano Andrés Escobar continúa presente con su ejemplo”

“Mi hermano Andrés Escobar continúa presente con su ejemplo”
12 de diciembre de 2017 - 00:00 - Andrés Granizo

El recuerdo de su hermano Andrés está permanentemente en su memoria.

 Los momentos que compartieron juntos los lleva en su mente porque la relación que tuvieron fue espectacular, según sus palabras. 

Sus carreras futbolísticas tomaron rumbos distintos.  Andrés sí llegó a la selección mayor, mientras que Santiago no pudo hacerlo.

Él reconoce que su posición siempre estuvo bien cubierta, por jugadores como Freddy Rincón o Carlos Valderrama, pero sí se conformó de alguna forma con haber jugado en la juvenil. Santiago  se retiró del fútbol a los 30. Sabía que su destino estaba en ser entrenador, así que no dudó en prepararse con anticipación para seguir vinculado a su pasión. Hoy dirige a Universidad Católica y espera empezar la temporada 2018 con una mejor versión de lo que se vio en 2017.

¿Cómo asume este corto tiempo en Universidad Católica?

Muy agradecido con el fútbol ecuatoriano que me ha permitido venir a un país diferente al mío, donde me he sentido supremamente bien, cómodo y contento. Hay gente con muchos valores en la parte humana, que lo hacen sentir a uno como si estuviera en su casa.

Es su tercera experiencia fuera de su país. ¿Qué representa dirigir fuera de Colombia?

En Venezuela estuve dos veces; en Bolivia, una. En mi país en siete equipos. Ahora en un país diferente. Yo soy un agradecido del fútbol que me ha permitido pasar fronteras, conocer otras culturas y donde he ido se han hecho cosas importantes. Quiero dejar aquí una huella de seriedad, de respeto, de trabajo y de un hombre al que le apasiona el fútbol, que tiene amor por la profesión.

¿Cómo se definiría como entrenador?

Un DT que siente el fútbol como una opción de vida. El fútbol transforma a las personas; es un vehículo de transformación social. Poder trabajar a uno en lo que le gusta es un privilegio. Tengo una metodología de trabajo clara, de disciplina, con convicciones muy marcadas. Me gusta el fútbol bien elaborado desde nuestro arquero, un equipo con oficio, con equilibrio, que se piense en la portería del frente. Lo más importante del fútbol es la construcción y el pensamiento. Para jugar, hay que correr pensando.

¿De qué forma surgió la idea de ser entrenador?

Cuando jugaba siempre fui muy cercano a los técnicos. Me gustaba encontrar una razón a cada acción táctica o del juego, entonces iba y preguntaba. Incluso refutaba. En la concepción del juego, el futbolista muchas veces tiene ideas diferentes a las del DT y me gustaba hablarles del tema. Antes de retirarme, una vez que cesaron a un entrenador en el Deportes Quindío,  encargaron el equipo al capitán y a mí. Me di cuenta de que tenía ascendencia en el grupo y podía ser DT.

¿Con qué entrenador encontró mayor afinidad para preguntar sobre esos temas?

Dos uruguayos: Luis Cubillas y Aníbal ‘El Maño’ Ruiz. Con los dos compartí mucho. También con Gabriel Ochoa, con el que charlábamos mucho de fútbol. Ellos han sido muy importantes en mi carrera. Haber estado junto a Luis Fernando Suárez en mis inicios fue valioso también.

¿Qué anécdota recuerda de la forma de trabajar de ellos?

Con Luis Cubillas, un día en un trabajo táctico en Atlético Nacional, quedé sorprendido de la manera cómo le hacía entender a un compañero que la parte táctica era  fundamental.

Ese día todo el equipo estaba en función del balón y al lado mío estaba un mediocampista despistado. Cubillas le dio un empujón muy fuerte, casi lo tira al suelo; fue la manera de despertarlo para que esté concentrado. Así entendió que siempre debe estar enfocado, por más que el balón esté lejos de uno. Eso me marcó, yo tenía 20 años.

¿Qué le faltó para llegar a la selección absoluta?

Debo reconocer que en la posición mía había grandes jugadores: Alexis García, Carlos Valderrama, Freddy Rincón. No era que no tenía condiciones, pero mi puesto estaba más que cubierto, aunque tuve una linda carrera. La selección fue algo que quedó pendiente.

Son 23 años del fallecimiento de su hermano. Pasado el tiempo, ¿cómo ha asumido esa pérdida?

Tenía una gran relación con él. Más que hermanos, éramos cómplices y amigos. Dos personas que disfrutaban de su compañía mutuamente. Yo le llevaba tres años y medio a él. Vivíamos con nuestro padre, mi madre había fallecido a los 52 años por una enfermedad. Crecimos juntos y nuestras carreras fueron paralelas. Lo acompañé mucho y lo aconsejé. Nuestra relación fue espectacular, sincera y hoy, después de 23 años, todavía lloro por él.

¿Quién era Andrés Escobar?

Fue una persona que aportó mucho en mi vida, que lo amé y lo seguiré amando. Era un hombre de bien, que no merecía morir de esa manera. El destino le jugó una mala jugada, pero lo más importante fue la huella que dejó. Se lo recuerda mucho por su calidad humana. Andrés se pasaba porque lo querían los niños, los adultos, los viejos. Un hombre que le hizo bien a la sociedad y partió rápido. Sentimos que está presente con su ejemplo.

¿Tiene un significado aquel autogol de él en el Mundial? ¿Lo volvió a ver?

Lo vi tres, cuatro o cinco veces cuando lo pasaban en los noticieros. Al principio me costaba verlo y lo quitaba. Luego me acostumbré a esa parte del duelo personal, a hablar de él, a recordar los momentos más lindos de su carrera, de su vida con nosotros. El autogol fue el detonante, pero más que eso fue el tema social, lo que vivía Colombia en esos momentos, el tema del narcotráfico y las personas que actuaron. (I)  

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