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El Telégrafo
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Los familiares de Julio Angulo vivieron con tensión el partido en 2 sectores de Guayaquil

Unas 70 personas en el Suburbio siguieron de cerca el partido entre los de Sangolquí y el Atlético Nacional.
Unas 70 personas en el Suburbio siguieron de cerca el partido entre los de Sangolquí y el Atlético Nacional.
Foto: Miguel Castro / El Telégrafo
28 de julio de 2016 - 00:00 - Álex Córdova

En la calle y a oscuras, así observaron el partido los familiares y amigos de Julio Angulo, delantero del Independiente del Valle, equipo que ayer perdió 1-0 la final de la Copa Libertadores ante el Atlético Nacional.

Al menos unas setenta personas se reunieron afuera de la casa de los tíos y primos del jugador, ubicada el la calle 18, entre la K y la L, suburbio de Guayaquil. En el sitio fue puesta una pantalla gigante para ver el encuentro.

Los aplausos y los gritos en favor del equipo sangolquileño no paraban recién comenzado el partido. Pese a que el Independiente recibió un gol a los 8 minutos del primer tiempo, el aliento continuaba sin cesar en la barriada.

A diferencia de sus familiares y vecinos, los cuales en cada jugada parecía que querían empujar el balón hacia el arco del portero Franco Armani, Carlos Bedoya, primo de Julio, no hacía ningún gesto ni se movía de su silla. Impávido observaba las acciones del cotejo.

Al término de la primera mitad solo agachó su cabeza y apretó sus manos. “Han hecho un buen trabajo, demostraron que con trabajo y sacrificio se pueden lograr importantes cosas. Ahora saldrán muchos jugadores pero hay una buena base de jóvenes”, comentó Bedoya al concluir la primera etapa.

Al contrario de Bedoya uno de sus vecinos, Mairon Chillambo, no paraba de hacer gestos. Pese a estar a más de 1.562,4 kilómetros de distancia de Medellín -sitio donde se desarrollaba el juego-, parecía dar indicaciones a los jugadores del Independiente del Valle.

Chillambo mencionó que en la primera etapa los jugadores del cuadro de Pichincha no mostraron un buen fútbol, sintieron la presión de jugar en un estadio repleto y ante un buen equipo como el Atlético Nacional. “Estuvieron flojos los muchachos, ya para la etapa de complemento se asentaron y pudieron empatar el partido, cosa que no ocurrió.

Llegar a esta instancia es complicado para cualquier equipo y el Independiente sí lo hizo”.   

Alguien que también vibró con el partido de principio a fin fue Janeth Medina. La vecina de los familiares de Angulo, quien tenía entre sus brazos a su hijo de meses, no paraba de saltar de la silla junto con él.

Ella se levantaba de la silla plástica en cada llegada de los del Valle. “Van a empatar, somos un buen equipo”, decía la dama en el descanso. Cada que avanzaban los minutos, más vecinos se acercaban a la casa de los familiares.

Los padres del jugador y su hermano tampoco se perdieron la final de la Libertadores. Julio Angulo, junto con Estela Medina y su hijo Josué, vivieron con intensidad cada segundo del cotejo. A ratos Medina prefería salir de su casa para tomar aire. Ella se mostraba nerviosa, quería que el equipo de su hijo gane el certamen internacional.

Los Angulo Medina observaron a oscuras el accionar de Julio. Su vivienda de tres plantas, ubicada en la cooperativa Jacobito Bucaram, en la Isla Trinitaria, está en construcción. El padre del delantero del vicecampeón de América se mostró optimista acerca del futuro futbolístico de su hijo.

“Ha recibido algunas llamadas, incluso de equipos del exterior. Es muy probable que juegue fuera del país”, manifestó el progenitor, quien destacó el accionar del equipo dirigido por Repetto. Angulo acotó que fue meritorio lo del Independiente, ya que es un equipo joven y con pocos años en primera. (I)  

La familia de José Terán vio la final con el recuerdo intacto del fundador del club

Los familiares de José Terán se reunieron en el barrio Albornoz, en Sangolquí. Jorge Terán sostiene una fotografía de su padre. Foto: Andrés Granizo / El Telégrafo

La prole de José Terán, el fundador de Independiente del Valle, se reunió como en cada partido en la casa de José Alexis Terán, el único sobrino que heredó el nombre del impulsor del conjunto del Valle.

Ayer no fue la excepción y en su hogar ubicado en el barrio Albornoz, en Sangolquí, observaron el encuentro final entre Independiente y Atlético Nacional por la Copa Libertadores de América.

En la sala del lugar, donde había unos 20 familiares y descendientes del fundador del club, sobresalen los objetos referentes a Terán: una retrato suyo, una foto de él con el balón y otra de uno de los primeros equipos de Independiente en blanco y negro. Una camiseta actual del equipo colgaba de una de las paredes.

Desde los cuartos de final, cuando los “negriazules” se enfrentaron a Pumas UNAM de México, la familia Terán tomó como una cábala reunirse en el mismo lugar para ver el desenlace de cada partido. Siempre acompañados por una comida, que la elaboraban entre ellos, horas antes del compromiso.

Los nietos de Terán y sus hijos lucían camisetas de la selección ecuatoriana y también de Independiente. Incluso, los más pequeños y la madre de ellos se vistieron con la camiseta roja, con la que se identificó el club en los primeros años.

En 2012 se fundó el Club Academia José Terán, luego de que Independiente acopló el apelativo “del Valle”. La idea surgió para que el nombre y los colores iniciales no se pierdan y que ahora juegan en la Liga Cantonal de Rumiñahui. Así, cuentan, el nombre y apellido mantendrá su legado.

Pero más allá de la parte sentimental que todos los Terán valoran, estaba lo futbolístico. Es que la mayoría de los varones están ligados al fútbol y demuestran sus aptitudes en diversos campos, en el equipo Clan Juvenil, de la serie B ecuatoriana.

Diego, el tercer hijo de Terán, es entrenador de la sub-19 y sub-16 de los sangolquileños, mientras que sus hijos José y Juan son preparadores físicos en el equipo principal y en las formativas, respectivamente. Su sobrino, Jorge, es por ahora el único Terán que ha jugado profesionalmente: debutó en el primer plantel de Clan Juvenil este año y ya anotó contra Deportivo Quito.

Por eso, mientras se desarrollaba la final, no faltaban las voces que indicaban cómo debía jugar el conjunto ecuatoriano, sobre todo después del gol “verdolaga”. “Tienen que salir más, están muy atrás y así no van a tener opciones para ganar”, decía apuntando al televisor, Jorge Terán.

Los últimos minutos de la primera mitad le dieron una tranquilidad para la familia, porque veían que Independiente empezó a mostrar una mejor cara; pensaban que el empate se acercaba.

El enojo de todos fue evidente en la acción en la que derribaron a Johnny Uchuari. Todos recriminaron al juez central Néstor Pitana por no sancionar penal, a pesar de estar del otro lado de la televisión y a 1.129 kilómetros de Medellín.

Los nietos de Terán, como Sebastián o Juan Diego, reclamaban la pérdida de tiempo que provocaban constantemente los colombianos en la parte final del juego.

Pensaban que la paridad llegaría en los minutos finales y Josefina Santamaría, viuda de Terán, cerraba los ojos en cada acción de peligro de Independiente como esperando una intervención divina.

Al final, no pudieron celebrar el triunfo de un club al que vieron surgir y del que fueron parte en sus inicios. Pero siempre recuerdan el sueño de José, de que el club se convierta en un grande del país. (I)

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