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Uno más uno son tres

Uno más uno son tres
12 de septiembre de 2016 - 00:00 - Freddy Ehlers Zurita

Vera de Kohn, psicóloga junguiana, judía y maestra de budismo zen, a sus 100 años me sorprendió una vez más al decirme, con absoluta seguridad, que uno más uno son tres y no el acostumbrado dos. Ella decía que uno es una individualidad, que unida a otro de igual valor conforman la pareja, y que la pareja constituye una realidad distinta a cada uno por separado. Es una realidad que desafía las matemáticas.

Albert Einstein manifestó: “Cuando las leyes de las matemáticas se refieren a la realidad, no son exactas, cuando son exactas, no se refieren a la realidad”.

¿Qué es la realidad?, ¿puede la verdad ser explicada y entendida con palabras o trasciende a nuestro limitado razonamiento conceptual?

Un conocido acertijo, que parece un köan japonés, plantea la pregunta: “¿La mitad de dos más dos son tres?” La respuesta confirma la enorme distancia de los números con el significado real de las palabras. Para develar el misterio debemos, primero, dividir la operación en dos partes y hacer la primera parte del acertijo. En este caso, la mitad de dos nos da como resultado uno. Luego, en la segunda parte se suma ese uno —que es la mitad de dos—, más dos, lo que nos da por resultado tres. En definitiva, la mitad de dos es uno, más dos, son tres. Esta es una forma de demostrar que según la forma de entender la pregunta, podemos obtener diversos resultados.

Las estadísticas están compuestas de números, pero no son exactas, en el sentido en que la realidad puede ser entendida o interpretada de diversas maneras.

Muchas veces, dependiendo de qué y cómo se pregunta, la respuesta puede ser distinta. Por ello, por ejemplo, resulta complejo definir matemáticamente el grado de felicidad de las personas o naciones, dado que para hacerlo hay que medir elementos subjetivos.

¿Cómo definir el grado de amor, de solidaridad, de amistad, de armonía, de honestidad  y de tantas otras variables de las que está compuesto el Buen Vivir?

Definir estas dimensiones subjetivas es la gran labor que inició hace varias décadas el pequeño reino de Buthan, en los Himalayas. Luego, se ha hecho cada vez más importante en el estudio sobre el bienestar real de los seres humanos y la naturaleza. Tanto la Organización de las Naciones Unidas, como un creciente número de Estados, organismos internacionales, universidades, centros de pensamiento y de planificación política están incluyendo dimensiones subjetivas en los clásicos estudios sobre el desarrollo.

¿Qué nos permite realmente ser felices o, al menos, aspirar a serlo buena parte de nuestro tiempo? ¿Cómo se mide la paz interior y esa profunda sensación de la alegría de vivir?

Esta es la tarea fundamental de nuestro tiempo y su avance servirá para entender mejor quiénes somos, qué queremos y, a dónde y cómo vamos. Estudiar la satisfacción y felicidad humana es entrar en un maravilloso, misterioso y fascinante espacio de una nueva civilización, que está naciendo precisamente en nuestro tiempo. (O)

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