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La medicina ancestral

La medicina ancestral
16 de agosto de 2016 - 00:00 - Freddy Ehlers Zurita

Es un error afirmar que los bosques del mundo son las farmacias del futuro. Cada vez con más frecuencia se dice que en las plantas se encuentran los elementos para curar las enfermedades. Las farmacéuticas transnacionales se disputan los supuestos secretos de los sabios de las comunidades en los bosques del mundo entero, tratando de descubrir los componentes que podrían transformarse en medicinas y grandes negocios. Otras van más directo al grano y crean enormes utilidades con las llamadas medicinas naturales.

Lo cierto es que la mejor medicina no cuesta, el mejor remedio es no enfermarse. La prevención de las enfermedades debe ir reemplazando a más hospitales, más médicos, más equipos y laboratorios. El verdadero secreto de la medicina ancestral es fomentar la buena vida, la vida sana.

El renombrado neurocirujano James Doty, de la Universidad de Stanford en California, Estados Unidos, afirma que hay una ‘pastilla’ que cura el 80 por ciento de todas las enfermedades del mundo y que, además, es gratis. Tiene tres componentes: comer moderadamente, hacer ejercicio diariamente y meditar unos pocos minutos todos los días. Lo comprueba científicamente con encefalogramas que demuestran que, si cambiamos el mal comportamiento humano, que es el origen del 80 por ciento de las enfermedades, no necesitaremos ir a hospitales ni centros de salud, sino en ocasiones muy especiales.

La prestigiosa universidad de Harvard, en la ciudad de Boston, acaba de crear el Centro para la Salud y la Felicidad, ya que luego de muchas investigaciones han llegado a la convicción de que el concepto tradicional, que manifiesta que la salud es la ausencia de afecciones o enfermedades, no es suficiente en el mundo de hoy, dado que es indispensable medir la felicidad en el campo de la salud, entenderla como un estado de completo bienestar físico, mental y social.

El problema está en la mente. Según la Organización Mundial de la Salud, vivimos en una situación sumamente grave, ya que la mayoría de enfermedades invalidantes del futuro serán de origen mental. El mundo moderno y posmoderno, que tanto bienestar material ha dado a la mitad de la población mundial, ha creado -además- un sistema político, económico y social en el que el ser humano se convierte poco a poco en un humanoide, fácilmente programado por las mismas máquinas que él ha desarrollado. En este sistema, la publicidad comercial, el marketing en las redes sociales y medios de comunicación, promueven el consumismo al tiempo que genera altos niveles de estrés, que es la causa directa de la mayoría de las enfermedades.

La perversidad de la comercialización de la vida consiste en que las personas nunca se sanen del todo, para poder seguir vendiendo más medicinas, que producen más dinero para pocas personas. La selva, el río y el bosque tienen el secreto del Buen Vivir, pero este no consiste en desarrollar medicinas basadas en los componentes de las plantas y otros seres, sino en aprender de la naturaleza a vivir armónicamente. Los sabios, que conservan los conocimientos de los antepasados desde el comienzo de los tiempos, seguramente nos dirán que primero hay que disfrutar la vida en toda su plenitud, respetando todo lo que nos rodea y solo tomando lo que necesitamos para el vivir bien. El secreto está dentro de nosotros, solo hay que hacer silencio y escuchar. Aprender más de la vida, que de las palabras y los libros. (O)

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