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Las narcoseries crean 'antihéroes' y estereotipos

El brasileño Wagner Moura interpreta al fallecido narcotraficante colombiano Pablo Escobar en la serie Narcos, de Netflix.
El brasileño Wagner Moura interpreta al fallecido narcotraficante colombiano Pablo Escobar en la serie Narcos, de Netflix.
Foto: Internet
02 de octubre de 2016 - 00:00 - Redacción Telemix

Meses antes de que se estrenara la segunda temporada de Narcos, la familia del narcotraficante Pablo Escobar pidió revisar la serie. Algo que no consiguieron. La segunda temporada de este seriado, creado por Chris Brancato, se estrenó el pasado 2 de septiembre.

Juan Pablo Escobar, hijo mayor del narco, quien actualmente tiene 39 años, vive en Buenos Aires y prefiere que lo llamen Sebastián Marroquín. Él mostró su indignación en un video que subió la agencia de noticias Infobae al YouTube.

“Netflix considera que sabe más de Pablo Escobar que su esposa y sus hijos, y ahí está el resultado”, dice en el clip que dura 3 minutos y tiene 104.904 visualizaciones desde el 8 de septiembre pasado en que fue colgado.

“Para empezar: yo no era un niño. En la serie parezco ‘Benjamin Button’, cada vez soy más chiquito. Yo tenía 16 años cuando murió mi padre. Y me enteraba de todo. Él siempre me contó que era un narco. Veíamos la televisión y no le temblaba la voz al decirme: “esa bomba la puse yo”. Y discutíamos”, revela al diario español El País.

Marroquín dice que el personaje que encarna el brasileño Wagner Moura muestran a un Pablo Escobar blando para lograr simpatía con el espectador.

“Mi padre era mucho más cruel de lo que se refleja en la serie. Sometió a un país con el terror. Hay que tratar esta historia con responsabilidad. Hay miles de víctimas y un país detrás que merece respeto. Están inculcando una cultura en la que parece que ser narcotraficante es algo bueno”, refiere en El País, cuya publicación subió  Marroquín a su cuenta de Facebook, el pasado miércoles.

“Me están escribiendo jóvenes de todo el mundo. En sus correos me dicen que quieren ser narcos y me piden ayuda. Me escriben como si yo vendiera tickets para ingresar a ese mundo”, comenta claramente molesto en una reproducción que hizo el diario argetino El Clarín, porque cree que esta generación convierte en héroes a personajes nefastos.

“Lo que más me molesta es que la serie ofrezca una imagen aparentemente realista de algo que no lo es. No se reflejan los momentos de soledad, miedo, zozobra, terror. La violencia era mucho más atroz de lo que se muestra. No estoy orgulloso, pero tenemos que ser serios. Yo me ofrecí a colaborar con Netflix y lo rechazaron”, asegura al diario hispano.

Luego, el hijo del narcotraficante comenta a El País que “no vivíamos con lujos en la fuga. Ojalá el final hubiese sido con esas mansiones con piscina que aparecen en la serie. Tampoco estábamos rodeados de bandidos. Estábamos muy solos, todos le traicionaron, se entregaron o los mataron”.

Asimismo detalla que “en ocasiones compraba una casa y en la misma noche teníamos que abandonarla y se perdía esa plata. Nos movía siempre con los ojos vendados. Decía que así si nos capturaban y nos torturaban no podríamos entregarle. No usaba el teléfono. Mi padre decía que era la muerte, que él siempre había localizado por el teléfono a la gente a la que quería matar. Tampoco mi abuela era esa mujer tierna que aparece ahí. Ojalá. Ella le traicionó con el cártel de Cali. Tuvo que elegir entre su vida y la de su hijo, y escogió salvarse”.

Marroquín desmintió otra de las historias que relata la serie. “Mi padre nunca quemó plata para calentarnos. Yo alguna vez en el documental que hice conté que pasamos hambre mientras estábamos rodeados de millones de dólares. Y es verdad. Una vez estábamos rodeados por la policía y nos quedamos sin víveres durante una semana. Ahí dije que para lo único que servía el dinero era para tirarlo a la chimenea. Pero nunca llegamos a hacerlo”.

Revela: “Es imposible cuidar la imagen de mi padre. Yo soy el más duro con él. Pero no engañemos. Mi padre mató a unas 3.000 personas. No es necesario que unos guionistas creativos la adornen con mentiras”.

La mexicana Blanca Soto, personifica a la ‘Señora Acero’, serie homónima, sobre una mujer viuda que lidera una red.

El sociólogo quiteño Christian León sostiene que las narcoseries exponen una espectacularización de la violencia. “Se explota la narcocultura, con sus relatos y mitos, pero los medios, a través de estas producciones, también procesan las preocupaciones sociales, históricas, y políticas de Colombia, a través de un discurso con la violencia y el narcotráfico”.

 León añade, que con la internacionalización de los formatos, también se exportan los imaginarios de Colombia en el exterior y a la vez se generan estereotipos y generalizaciones de una sociedad.

Sin embargo, el también docente de la Universidad Andina no considera que ejerza una influencia en los valores del televidente. “Construye relatos del narcotráfico, muestra algo, pero también oculta mucho, por lo que es una construcción estereotipada”, refiere.

Las últimas producciones también incluyen a mujeres en los roles protagónicos, como Señora Acero, protagonizada por la mexicana Blanca Soto, y La Viuda Negra, que estelariza la también azteca Ana Serradilla.

Según Jenny Pontón, comunicadora y experta en temas de género, la inclusión de mujeres en los protagónicos de las narcoseries no empodera la imagen de la mujer ante los medios. “Simplemente asume los comportamientos de alguien que está dedicado a esa actividad ilícita, y muestra una imagen de la mujer colombiana que no es la real”, explica Pontón.

Añade que estas series reproducen los estereotipos de género al mostrar “al macho violento y la mujer objeto”, por  lo que como producto cultural sí ejerce una influencia negativa.

El dramaturgo, guionista y director quiteño Peky Andino considera que la producción de narcoseries no tiene un límite porque se trata de un fenómeno social. “Aborda temas que se publican diariamente en los medios. Es una realidad que no se puede obviar y a la vez se convierte en una fuente de historias”. Señala que el fenómeno del narcotráfico, además forma parte de la cultura (o más bien contracultura) de masas.

Según Andino, no va a detenerse la producción de narcoseries por un tiempo idenfinido. “Creo que en México tienen el proyecto de filmar la vida del ‘Chapo’ Guzmán. Desde enero él ha sido noticia constante durante este año por su fuga de la cárcel. Eso significa que estas historias tienen para largo, más allá de quienes están en contra de la realización de narconovelas”, refiere Andino.

Sobre los protagonistas que generalmente son asignados a actores y actrices esbeltos, Andino opina que tal vez el público no desea ver una realidad en la telenovela, pero sí quizás una “realidad paralela, en la que la gente es atractiva y con valores, pero eso no es así”.

El cineasta, que dirigió las series Secretos y El más querido, indica que en los países en donde el narcotráfico es una realidad cruda, como en México, “quizás haya presiones sociales, para que se aborden otro tipo de temáticas”.

En México existen reacciones contra las narcoseries. Ahí el colectivo A favor de lo mejor, impulsa desde el 20 de septiembre pasado una campaña para evitar la emisión de las narconovelas en horarios que aún son para los jóvenes.

A favor de lo mejor creó en la red social Twitter, un hashtag #NoaNarcoSeries. En su comunicado aducen que estas series causarán grave daño a la población, al “aumentar la exposición de contenidos violentos”.

Hace 10 años surgió el género en la televisión con la serie novelada Sin tetas no hay paraíso, basada en el libro de Gustavo Bolívar en Colombia. Desde entonces, las productoras y cadenas televisivas volcaron sus ojos en las historias relacionadas al mundo del narcotráfico y la violencia en Colombia y Latinoamérica. La serie, que dirigió Diego Mejía, provocó una serie de protestas en la población de Pereira, donde se desenvuelve la historia. Sus habitantes dijeron que no mostraba la realidad de las mujeres de esa localidad.  

Sin embargo, la producción gozó de buena sintonía en sus casi 3 meses de transmisión en el vecino país de Colombia y a la vez motivó la creación de otras series como El Cartel (2008), Las muñecas de la mafia (2009), Rosario Tijeras, (2010), El capo (2009), Escobar, el patrón del mal (2009-2012) o Narcos (2015-actualidad), la serie que tanto critica Sebastián Marroquín, el hijo de Pablo Escobar. (I)

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