Desde pequeño siempre tuvo la visión de conquistar el mundo y convertirse en alguien importante. Sabía que desde la gran hacienda en la que pasaba sus vacaciones veraniegas no podía hacer mucho para cumplir sus sueños.

Gustavo Moscoso tomó la decisión de irse del país para terminar sus estudios secundarios en un internado estadounidense; para ello llevó consigo los buenos momentos familiares que vivió en El Descanso, un pequeño pueblo ubicado en la frontera, entre las provincias de Azuay y Cañar.

La muerte de su padre lo obligó a regresar a Cuenca para tomar las riendas del negocio de la familia, entre ellos, una compañía comercializadora textil.

En ese lugar conoció al gran amor de su vida: la moda, mundo en el que se ha desenvuelto con gran éxito y lo ha convertido en uno de los referentes más importantes del país a la hora de vestir al hombre moderno. “Crecí en esa empresa porque visitaba con frecuencia a mi papá, pero no conocía a fondo el negocio. Por hobby diseñaba trajes y cuando me tocó hacerme cargo de todo vi este mundo desde otro punto de vista”, comenta.

En medio de ese aprendizaje autorizó la importación de un gran número de telas que no tuvieron la demanda esperada porque no encajaba en los productos que la empresa ofrecía en esos momentos. “Las telas se quedaron ahí y no podíamos darnos el lujo de perder dinero. Decidí hacer un desfile de moda para que la gente sepa qué es lo que podía hacer con esas telas. Desde entonces estoy en la moda y con apenas 19 años”.

Mirando el pasado Moscoso revela que no fue una tarea fácil mantener una empresa consolidada con la poca experiencia que poseía, más aún cuando se convenció de que podía administrarla y diseñar al mismo tiempo. “El primer salto no fue firme ni fácil, pero hoy que lo veo me siento orgulloso de todo el esfuerzo que se hizo y de todo lo que hemos logrado por el progreso de la industria textil nacional”.

Moscoso no terminó sus estudios en Administración de Empresas, pero sigue educándose en la “universidad de la vida” en la que ha aprendido “de caídas y he sabido sobreponerme para alcanzar el éxito o la estabilidad que tengo”.

Confía en el producto nacional, pero tiene claro que aún falta mucha tela que cortar para lograr los estándares de otros mercados. “Está bien que se adquiera ropa importada, pero debe haber un balance. Aquí también se hacen cosas muy buenas y la gente debe valorar eso. Además tiene que haber un compromiso de los grandes empresarios para ofrecer buenos productos y servicios que capten la mirada del consumidor local”.

Este admirador del arte de Gianni Versace, Gianfranco Ferré, Coco Chanel y Valentino se siente a gusto diseñando trajes para caballeros y defiende su teoría de que la moda no es exclusiva para las mujeres.

De hecho, está convencido de que el inglés David Beckham cambió el panorama de la industria porque le abrió al hombre un abanico de posibilidades para lucir siempre bien.

Y aunque el estilo del ex  jugador del Paris Saint-Germain de Francia  lo inspira, a la hora de crear se fija en la simpleza de la vida. Ama los colores fuertes y los utiliza para sus atrevimientos en la moda, combinando  formas y texturas que imponen un estilo con sello propio.

Siempre luce y viste sus diseños de forma impecable autoconvirtiéndose en su “percha” más preciada. Lleva siempre saco y le gusta darle un toque de originalidad en sus prendas con algún accesorio.  

Confiesa que su mayor reto es vestir a la persona que no tiene un cuerpo perfecto porque la moda es para todo aquel que quiera lucir bien. “Debemos atrevernos un poco más a la medida que nuestra comodidad nos lo permita. No hay que abusar ni exagerar. Uno puede lucir moderno sin dejar de ser un caballero, inclusive llevando diseños más frescos”.