Las agujas están listas y en orden sobre una pequeña mesa junto a Cristian Cajamarca, un hábil tatuador. A un lado está una camilla esterilizada y envuelta en plástico de embalaje. Renata Oblese, de 21 años, se recuesta plácidamente sobre ella. Estira su brazo y, moviendo su cabeza al ritmo del hip-hop que se escucha de fondo, comenta que se tatuará una matrioska, una muñeca hueca de madera de origen ruso, pero esta vez con toques de indígenas ecuatorianos.

Antes de empezar a colocar el pigmento en el antebrazo de Renata, Cristian desinfecta la piel con un gel usado en quirófanos. Después coloca el diseño, el cual fue hecho primero sobre un papel hectográfico que, con otro gel especial, permite que el dibujo calcado se pegue en la piel. Renata da el visto bueno a la ubicación de la imagen y el artista empieza a tatuar.

No se observan residuos de sangre y la pequeña máquina no hace ningún ruido, pues se trata de la última tecnología en máquinas rotativas de tatuajes las cuales son más precisas. “No duele” dice la joven con una gran sonrisa.

El artista es propietario de Crazy Art Tattoo. Lleva 4 años tatuando principalmente a blanco y negro. La técnica al momento de tatuar es la misma, lo que varía es el estilo del tatuaje. Por ejemplo, el tribal o maori que se hizo popular en los noventa y consiste en formas y símbolos de antiguas tribus que los llevaban por razones ceremoniales o religiosas. Estos diseños se formaban con líneas gruesas que resaltaban partes del cuerpo.

Otro estilo es el Old School utilizado por los marineros de Estados Unidos, aproximadamente en el año 1900. Sus diseños, que buscaban representar la lejanía de sus seres queridos, consistían en líneas gruesas combinadas con colores planos y brillantes. Los tatuajes japoneses también son muy comunes, como los samuráis, los peces koi y la flor del cerezo. Asimismo, el realismo ha alcanzado su fama. Como su nombre lo indica, la imagen se plasma en la piel como si se tratara de una fotografía.

Otros estilos populares son el black and grey, imágenes hechas con negro y sombras, y el fine line, que son dibujos finos y bien detallados. “El tatuaje es una forma de inmortalizar una obra, es plasmar un arte por siempre” comenta Cristian Cajamarca.  

Y es que la costumbre de ‘rayarse la piel’ no es reciente. Sus primeros indicios datan de hace 3 mil años en la cultura egipcia. La momia Amunet, una sacerdotisa de la diosa Hathor, en Tebas, presenta tatuajes de líneas y puntos en su cuerpo. Asimismo, en 1991, en un glaciar ubicado entre Austria e Italia, se encontró a un cazador neolítico congelado, de hace 5.300 años, con la espalda y rodillas tatuadas.

De estas historias se pueden encontrar varias. Lo cierto es que actualmente muchos tatuadores han encontrado en estas técnicas su estilo de vida, no solo como trabajo, sino como un modo de plasmar un recuerdo en su piel.

Por ejemplo, Sakura Camacho, de 22 años, tiene 17 tatuajes y cada uno se relaciona a pasajes de su vida como la infancia. En un brazo, por ejemplo, tiene un bosque de duendes y hadas porque le gustan ese tipo de fantasías; en el otro brazo tiene imágenes de calaveras y flores que representan la vida y la muerte.

“El tatuaje no es una moda, es una forma de expresar tu vida. Cada tatuaje representa una experiencia” dice Cristian Ayala, de 36 años, quien desde hace 15 se dedica a tatuar, tiempo que lleva viviendo en Europa.

Una de las últimas técnicas en tatuado son las escarificaciones o branding —explica Ayala— que significa marcar o quemar la piel, la técnica también es conocida como modificaciones corporales. Se corta la piel con un bisturí o también se la va quemando en forma de la figura que se quiere. Una vez cicatrizada la piel, los queloides forman la imagen deseada.

Los tatuadores coinciden en que las zonas de la piel que no reciben mucho sol y aquellas que tienen contacto directo con el hueso son donde el tatuaje causa más dolor al momento de hacerlo. Por ejemplo, Cristian Ayala recuerda que, de los 24 tatuajes que tiene, el que más le dolió fue el que se hizo en las costillas.

Aunque la técnica más común es calcar la imagen en la piel, existen algunos tatuadores, como Gerardo Reyes, de 36 años, quien también aplica el free hand que consiste en dibujar directo sobre la piel. Es propietario de Gansta Tattoo y se dedica a este oficio hace 17 años.

Asegura que los costos dependen del artista y de los años de experiencia. Lo mínimo que cobra son $ 50 por un tatuaje tipo lunar, y ha llegado a cobrar $ 3 mil que fue un tatuaje multicolor en toda la espalda.

Los cuidados del tatuaje son importantes, sobre todo, durante los 3 primeros días, tiempo en el cual hay que evitar, por ejemplo, la comida infecciosa y las piscinas.

“Para llevarlo en tu piel debes amarlo, no debe tatuarte solo por llevarlo, sino debes quererlo” comenta Sakura Camacho.

Gerardo Reyes recomienda que quienes decidan tatuarse tengan un criterio formado.

Datos

-  Las máquinas rotativas son la última tecnología para tatuar. Cuentan con un regulador de voltaje, de 8 a 12 voltios, y su uso depende del tipo de tatuaje.

-  Las agujas son desechables, al igual que el mango que las sujeta. Varían de acuerdo con el diseño, como las agujas planas, llamadas magnum, que sirven para sombreados y rellenos.    

-   Las pinturas son hechas a base de minerales y de plantas.