Hoy es el día propuesto por la Secretaría General de las Naciones Unidas para poner fin a la violencia contra las mujeres que, en nuestro país, arroja una vergonzosa cifra de 93 feminicidios o muerte violenta de mujeres causadas por el esposo o el conviviente.

Para ser más precisos: un crimen cada tres días. Y la cifra se resiste a decrecer. Pese a las campañas de los últimos años, la cruda estadística dice también que seis de cada 10 mujeres han sido agredidas. Y este fenómeno crece todos los años en nuestro país y en otros donde el machismo está tan arraigado que ni las leyes más severas lo detienen.

A esa sociedad machista cabe recordarle que, aparte de la violencia física a modo de golpes y patadas, hay otro tipo de agresión que también es castigada por la ley; por ejemplo, las relaciones sexuales forzadas. El matrimonio no es sinónimo de impunidad para los hombres que quieren imponer una relación que no es consentida por su pareja. El Consejo de la Judicatura recuerda que debe denunciarse todo acto que cause daño o sufrimiento físico, psicológico o sexual. Los actos de violencia más comunes son los insultos, empujones, bofetadas, quemaduras y estrangulamiento.

Parece de ficción pensar que existen estos casos de violencia, pero ahí están y la ley también exige que se denuncie. En el caso de los servidores públicos, si no denuncian los abusos que conocen, corren el riesgo de ser sancionados. Las víctimas están por todos lados, son blancas, indígenas, mestizas, afrodescendientes, abogadas, policías, estudiantes, amas de casa, deportistas, adolescentes, niñas.

La Ley Orgánica Integral para Prevenir y Erradicar la Violencia de Género contra las Mujeres plantea un sistema de protección, atención y reparación de las víctimas. La ministra de Justicia, Rosana Alvarado, explica que con esta ley se logrará la intervención inmediata para salvar la vida de las mujeres y asegurar el alejamiento del agresor.

Y cuidado con esa aparente calma, que generalmente se produce cuando el agresor contumaz busca la reconciliación. Mujeres, a denunciar a los violentos; la ley está de su lado. (O)