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El Telégrafo

¿Se puede vivir bajo amenaza de la clase del transporte?

04 de octubre de 2019 - 00:00

Pese a que todos los ecuatorianos somos iguales frente a la Constitución y la ley (Artículo 11.2 “Todas las personas son iguales y gozarán de los mismos derechos, deberes y oportunidades”), desde épocas remotas existe un gremio que ha gozado de todos los privilegios que la mayoría de la sociedad no tiene.

Es un lugar común, pero la gente identifica a ese sector de la población como “la clase del volante”, que se siente en capacidad de paralizar el país cuando sus mezquinos intereses pueden verse afectados. Capítulo VI (derechos de libertad) “El derecho a transitar libremente por el territorio nacional y a escoger su residencia, así como a entrar y salir libremente del país”.

Pero estos dos preceptos constitucionales, tan básicos, son ignorados por el poderoso gremio, cuyos dirigentes, mediante el uso de la fuerza, bloquean las vías y carreteras e impiden que los estudiantes lleguen a sus colegios o universidades, los obreros a sus fábricas y los empleados -públicos o privados- puedan arribar a sus lugares de trabajo.

Tras una década de despilfarro, con un petróleo a más de $ 100, los transportistas son los únicos que no están dispuestos a asumir sus responsabilidades en época de crisis y no acatan la disposición oficial de terminar con el subsidio a los combustibles, porque creen que sus abultadas utilidades podrían verse mermadas.

El famoso gremio coqueteó con el régimen anterior y consiguió prebendas que nadie tiene, exoneraciones tributarias para importar vehículos, llantas, motores, repuestos, etc.

En un trabajo infográfico, el canal Teleamazonas mostró el patrimonio de algunos dirigentes que, en algunos casos, asciende a $20 millones, mientras que otros tienen cuentas que rendir ante la justicia, de la cual se burlan cuando conducen a exceso de velocidad, se pasan los semáforos con la luz roja y causan accidentes, luego desaparecen para evadir sus responsabilidades o, como dijo el asambleísta Fabricio Villamar: “Aquí no hay un paro nacional, hay la rabieta de un grupo de dirigentes pillos que tratarán de salir aventajados una vez más”. (O)

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