El emprendimiento combate el desempleo

Hoy Ecuador y todos los países del mundo, con excepción de Estados Unidos y Canadá, celebran el Día Internacional del Trabajador.

En esta fecha se recuerda aquel  1 de Mayo de 1886 cuando al menos 80.000 trabajadores protestaron contra las condiciones laborales en las fábricas de Estados Unidos. Su pedido concreto era una reducción de la jornada laboral de 12 o 16 horas a ocho horas.

El mundo recordará este día con manifestaciones acompañadas quizá por nuevos pedidos sobre las condiciones laborales actuales o pidiendo más oportunidades de empleo en sus respectivos contextos.

Ecuador no es la excepción y EL TELÉGRAFO rinde homenaje a aquellos trabajadores que por distintas razones han emprendido sus propios negocios pues ese es el motor que mantiene la dinámica de la economía actual. 

En el primer trimestre del año la tasa de desempleo se ubicó en 4,4% frente a 5,7% registrado en marzo de 2016. Es decir que se produjo una reducción interanual de 1,3%, según la última Encuesta Nacional de Empleo, Desempleo y Subempleo (Enemdu), elaborada por el Instituto Nacional de Estadísticas y Censos (INEC).

La encuesta también indica que la tasa de subempleo pasó de 17,1% en marzo de 2016 a 21,4% en marzo de 2017.

Leonardo Barrezueta, ministro de Trabajo, indicó, en abril durante la presentación de dicho informe, que entre el primer trimestre de 2016 y el mismo periodo de 2017, se crearon 316.297 nuevos puestos de trabajo.

Los tres sectores que generaron mayores fuentes de empleo son construcción, el comercio y la agricultura. El incremento en estas áreas correspondería tanto a personas con empleo pleno como aquellas que trabajan en la informalidad o realizan su propio emprendimiento. Casos de estos se observan en todas las provincias del país con emprendedores de todas las edades y ramas profesionales.

El subempleo se combate con emprendimientos en Ambato

Un ejemplo de esto son Inés López  y Alejandra Gómez. López abrió un taller de artesanías en su casa situada en la ciudadela El Seminario de la parroquia Huachi Chico. “La necesidad de recursos nos motivó a fabricar artesanías con hojas de naranja y mandarina y también con granos de trigo y café”.

Este negocio empezó hace dos años y hoy Inés y su hermana Gladys trabajan en arreglos florales, muñecos, collares, pulseras, aretes, objetos de barro decorados y cuadros muy singulares.

“La competencia es dura. No basta con hacer excelentes manufacturas y ser creativos. Los objetos deben ser útiles y tener raíces de tradición para mantenerse en el mercado. Sus costos van de $ 2,50 a $ 20 y nuestros mercados son la región centro y las ferias. Obtenemos unos $ 500 al mes. Es variable”, añade Inés.

Al otro lado de Ambato, en el centro, se encuentra el café galería La Pájara Pinta en la transitada calle Bolívar y 5 de Junio en el barrio La Merced. Alejandra y su hermana Ana Gómez iniciaron este negocio en 2013 y lo están ampliando.

“Producimos objetos utilitarios y de decoración para el hogar y la oficina. Usamos tableros reciclados, es decir, tenemos principios y valores detrás de este proyecto, como son la protección ambiental y el rescate del patrimonio cultural ecuatoriano. Hacemos lo que nos gusta y obtenemos el pan de cada día”, explica Alejandra.

Su padre, Juan Gómez, impulsa la línea de los muebles hechos con pallets desechados. Hace mesas, sillas, platos, tazas y cucharas que se ocupan en la cafetería. “Consideramos que nuestro negocio es el primer café galería  de Ambato. Servimos cafés y chocolates preparados como se hacía en el Abya Yala que luego de la conquista española se llamó América”.

Estas bebidas se acompañan con empanadas de hojaldre rellenas con queso o carne; espumilla de membrillo, rollitos de manzana de Píllaro y arepas amasadas con diversas variedades de maíz, como el grano morado que proviene de Poaló y sirve también para obtener la chicha cocida con la tusa, especias y panela. Los precios varían entre $ 0,75 y $ 1,50. “El ingreso diario no es fijo, pero nos da para vivir honradamente”.

El terremoto despertó el ingenio para los negocios en Manta

El mantense Stalin Mendoza cumple esta semana un año de haberse quedado sin empleo. La empresa para la cual laboraba rescindió de sus servicios luego de 15 años.

Acogió como suya la frase ‘Dios aprieta pero no ahorca’ y analizando qué hacer para tener ingresos, decidió ponerse un negocio de venta de artículos de plástico, en el sector Santa Martha.

Tiene cinco meses con el local. “No me quejo, sí se vende”, lanza Mendoza, quien además hace fletes en la camioneta de un familiar.

Recuerda que el motivo de quedarse sin trabajo fue porque el terremoto dañó la edificación donde laboraba. “Este tiempo no ha sido fácil, pero aquí estoy, con mi emprendimiento de manera formal, porque tengo RUC y todo está legal”.

En el sector de Eloy Alfaro, Cecilia De la Cruz vende ropa desde abril del año pasado. Ella cambió de negocio porque la venta de zapatos a la intemperie, que tenía antes, no le iba bien, el sol los dañaba. Para potenciar su negocio, depende de créditos, a los que espera acceder luego de inscribirse al programa Toda una Vida, que lleva a cabo el presidente electo Lenín Moreno.

“También me inscribí para tener casa”, acota la mujer con una sonrisa. Afirma que tiene mucha expectativa de los próximos cuatro años de gobierno, lo que también resalta Mendoza, que espera pronto conseguir un trabajo formal, sin dejar su emprendimiento, el que dejaría a cargo de un familiar.

Janet López, que se hizo comerciante luego el terremoto, espera que las cosas marchen bien con Moreno. “Hay que seguir luchando junto con él para mejorar la economía. Me gustaría un microcrédito”.

Asimismo, Carlos Loor es otro de los nuevos emprendedores tras el 16A. Cuenta que invirtió $ 700 para vender comida típica, específicamente el plato conocido como bandera, que lleva cebiche, guatita, tallarín, entre otros. Diariamente vende 50 platos en el sector de La Pradera.

Mery Chong, subdirectora de Desarrollo Económico y Productivo del Municipio de Manta, señala que el subempleo informal en la ciudad aumentó a raíz del terremoto.

“Estamos tratando que todos los nuevos emprendimientos sean formales, que sean microempresarios en regla”, detalló.

La funcionaria no da cifras del subempleo, pero sí destaca que en una feria realizada dos semanas atrás, participaron 65 nuevos emprendedores, a quienes el Gobierno Autónomo Descentralizado respectivo les ayudó a obtener el registro sanitario. 

“El proceso lo hicimos conocer al público”. Ahí participaron emprendedores de productos como Leche de Soya La Manteña de Jessenia Cando, vendedores de rompope, artesanos de bisutería con material reciclado, implementos de limpieza, entre otros. Muchos de estos productos, destaca Chong, ya están en las perchas de los supermercados.

En Quito surgen intenciones por necesidad y por vocación

Todas las mañanas Cristian Zimbaña ofrece jugos frutales en la calle San Salvador, al norte de la capital. Él además es propietario de un restaurante ubicado al sur de la ciudad pero debido a la alta competencia de esa zona, busca maneras de tener un ingreso extra.

De lunes a viernes se instala con una pequeña mesa en la vereda y amablemente ofrece su producto. Diariamente gana $ 15 por la venta de sus jugos embotellados que él mismo prepara cada mañana.

Junto con él trabaja Elizabeth, quien ofrece sánduches a los transeúntes del sector. Ella dejó su trabajo fijo por una decisión personal de dedicarse al cuidado de su hijo pero con la esperanza de encontrar otro trabajo con un horario más flexible. Cuenta que a sus 50 años le ha sido muy difícil hallar un nuevo empleo y ahora realiza varias actividades para mantener a su hogar.

La venta de los sánduches le permite cubrir sus gastos diarios . Adicionalmente vende cosméticos por catálogo y en las noches prepara bolones bajo pedido. De esta forma alcanza una ganancia de $ 800 mensuales. Se mantiene optimista y cubrir los gastos universitarios de su hijo es su motivación. “El que no sale es el que no quiere”, dice contenta.

También hay quienes por decisión propia han decidido trabajar  de forma independiente en nichos innovadores. Estos emprendedores, en su mayoría jóvenes entre 25 y 30 años, además están generando nuevas plazas de empleo.

Uno de ellos es Rolando Vázquez (28) quien entrena, rahabilita emocionalmente y brinda todos los cuidados que una mascota necesita.

Creció cuidando perros y ha estudiado su comportamiento desde varias aristas. Actualmente trabaja de 15 a 16 horas diarias de lunes a domingo. Sus ganancias están alredor de los $ 400 y tiene aspiraciones a crecer. De hecho, ahora desarrolla un proyecto de elaboración de galletas y shampoo orgánicos y ha dado empleo a cinco personas más. Dice que su competencia son unas 25 empresas que prestan servicios similares así como otras personas que trabajan bajo su misma modalidad. “Es difícil emprender pero nos damos el modo de salir”, cuenta mientras camina junto con sus siete canes en el parque La Carolina.

Otros espacios que están surgiendo en la capital y otras ciudades son los denominados sitos  de coworking. Es una forma de trabajo que permite a profesionales independientes y pymes de diferentes sectores, compartir un mismo espacio de trabajo para desarrollar sus proyectos individuales o de forma colaborativa.

Álvaro Freire (30) es uno de los socio fundadores de Working Up, una empresa que ofrece estos espacios y actualmente agrupa a unos 30 profesionales trabajando allí.

Freire inició con esta empresa hace un año luego de haber visto esta experiencia en el extranjero. Él considera que esta modalidad es el ‘futuro’ de los trabajadores pues estimaciones internacionales sostienen que para el 2020, un 50% de la población trabajará bajo la modalidad de freelance.

Nicole Rejola (19) trabaja como asistente administrativa y en las noches estudia Comunicación Coorporativa. Ella está contenta de poder combinar ambas actividades y sostiene que las universidades tanto pública como privadas deben fomentar más el espíritu emprendedor. (I)