La pobreza “es un problema político provocado por estructuras injustas y sistemas perversos, mas no por escasez de recursos”. Así lo aseguró Andrés Mideros, secretario técnico para la Erradicación de la Pobreza de la Secretaría Nacional de Planificación y Desarrollo (Senplades).

El funcionario indicó que para erradicar la pobreza debe asumirse la corresponsabilidad desde cada nivel de gobierno y del sector privado, de las organizaciones sociales y de la Academia.  

El evento realizado por la Senplades sobre ‘Igualdad y Erradicación de la Pobreza’, en Quito, contó con la participación de la Secretaría Técnica para la Erradicación de la Pobreza (Setep), el Ministerio Coordinador de Desarrollo Social (MCDS), la Fundación Friedrich-Ebert-Stiftung (FES) y el Instituto Latinoamericano de Investigaciones Sociales (Ildis).

La directora de la organización FES-Ildis, Annja Minnaert, destacó como un logro histórico de Ecuador haber sacado de la pobreza a más de un millón de personas entre 2006 y 2014.

Por su parte, la ministra Coordinadora de Desarrollo Social, Cecilia Vaca, agregó que el objetivo del Gobierno no solo se concentra en reducir la pobreza, sino también en redistribuirla.

Aporte de la Economía Popular y Solidaria

Una de las estrategias para erradicar la precariedad económica y consolidar el cambio de la matriz productiva es la promoción de la Economía Popular y Solidaria (EPS).

Bajo este contexto, la titular del Ministerio de Inclusión Económica y Social (MIES), Betty Tola, se refirió al trabajo que se realiza para fortalecer este segmento productivo.

“Cuando hablamos de EPS nos referimos a un conjunto de actividades económicas y prácticas sociales de sectores populares, cuya intención es garantizar, mediante la utilización de su propia fuerza de trabajo, la satisfacción de sus necesidades”, definió la ministra.

Enfatizó que este segmento busca la repartición equitativa de la ganancia por encima del lucro individual.

Tola resaltó que alrededor de 300.000 unidades económicas están dedicadas a actividades de distinto tipo, pero que son, principalmente, emprendimientos de carácter individual.

Se contabilizan cerca de 125.000 usuarios del crédito de desarrollo humano para fortalecer dichas actividades productivas.

Actualmente, dijo la funcionaria, en la Superintendencia de la Economía Popular y Solidaria (SEPS) están registradas 8.300 organizaciones, de las cuales el 88% está vinculada a actividades agropecuarias, de comercio, producción, manufactura y de servicios. Aproximadamente 359.000 personas están involucradas como socias, el 46% trabaja en el sector agropecuario y el 32% en el área de semillas.

Según el catastro de organizaciones de la economía popular y solidaria de 2014, la EPS está conformada por 19.124 organizaciones. La mayor parte es integrada por 12.000 cajas y bancos comunales, seguido por 3.737 asociaciones, 2.441 cooperativas no financieras, y 946 cooperativas de ahorro y crédito.  

La EPS también tiene un importante aporte en la generación de empleo. El 16% de los integrantes de la EPS trabaja con el sector público, el 34% está vinculado con el privado, y el 48% es del segmento informal, empleo doméstico y otros no clasificados. (I)

$ 67.000 millones necesarios para acabar el hambre

Si muchos países han cumplido los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) sobre la reducción de la pobreza, hay otros que se retrasan en el reto posterior a 2015: la erradicación total del hambre.

La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) presentó un informe, en vísperas del Día Mundial de la Alimentación (16 de octubre), centrado este año en el papel de la protección social para romper el ciclo de la pobreza rural.

“Es urgente que actuemos para apoyar a las personas más vulnerables con el fin de liberar al mundo del hambre”, aseguró el director general de la FAO, José Graziano da Silva.

Solo un tercio de las personas más pobres del mundo están cubiertas por algún tipo de protección social. Las tasas de cobertura son más bajas en Asia meridional y África subsahariana, regiones con mayor incidencia de pobreza extrema, según el informe.

Sin esa ayuda, muchas personas pobres y vulnerables no tendrán jamás la oportunidad de salir de la trampa de la pobreza, en la que el hambre, la enfermedad y la falta de educación perpetúan la situación.

La mayoría de los países -incluso los más pobres- puede permitirse algún tipo de programa de protección social. La FAO estima que en el mundo se necesitan $ 67.000 millones para erradicar el hambre hasta 2030. Lo que supone menos del 0,10% del PIB mundial.

Pero la FAO advierte que los programas de protección social deben tener un enfoque productivo, es decir que entreguen créditos a la economía popular y solidaria, a los campesinos y otros grupos vulnerables para que salgan adelante. (I)