El pasado 15 de octubre, Ecuador recibió un premio internacional a la innovación, calidad y tecnología, a través de los Astilleros Navales Ecuatorianos Empresa Pública (Astinave EP) que obtuvo el World Quality Commitment (WQC) 2016, en la categoría ORO.  

Este galardón le fue otorgado por Business Initiative Directions (BID Group One), una consultora internacional que en los últimos 30 años ha reconocido el trabajo de empresas, organizaciones e instituciones mundiales. Esta distinción es considerada como un Óscar en el mundo de los negocios.

Camilo Delgado Montenegro, gerente general de Astinave EP y capitán de navío en servicio pasivo, resalta que el mejor premio que pueden tener es el reconocimiento de sus clientes. “El fruto de ese premio está basado en cosas reales: buques que están navegando”.

En ese sentido, el director de Estrategia de la empresa, Rogelio Maza, enfatiza que este reconocimiento se lo ha ido forjando en dos años. “Hemos estado entregando información que avala a los astilleros como nosotros y de una u otra manera nos califican a través de los temas de innovación, tecnología y sistema de gestión de la calidad”.

El proyecto ‘Esmeraldas’ aumenta la oferta naviera

Entre los últimos trabajos de esta empresa se encuentra la construcción de las embarcaciones ‘Esmeralda’ y ‘Verónica’, que se inició con la firma del contrato entre Flopec y Astinave, el 30 de diciembre del año pasado -denominado proyecto ‘Esmeraldas’- el cual concluye con la entrega de las 2 lanchas el próximo 31 de octubre.

Según Delgado, este tipo de naves se las fabrica en 12 o 16 meses, sin embargo el requerimiento de la contratista fue que sean 10. “Nosotros como Astilleros lo que tratamos de hacer es que la demanda local se quede en el país porque existe la capacidad suficiente para construir las embarcaciones”.

De hecho, el funcionario indica que tuvieron que competir con astilleros de otros países y la oferta ecuatoriana fue la ganadora, “porque normalmente el cliente o armador lo que busca es: calidad, costo y tiempo, y lo hace en el país e internacionalmente”.

El costo de ambas lanchas es de 5 millones de dólares y cerca del 90% de los materiales y equipos empleados fueron importados.

Delgado destaca que “lo que queremos es aumentar nuestra oferta en (construcción de) buques, de tal manera que la industria y el comercio traigan los materiales que se necesitan. En este momento: ¿por qué el mercado local no trae esos materiales? Porque el volumen comercial de construcción no es lo suficientemente grande para que alguien importe esos materiales y equipos al país”.

Al inicio del proyecto, según Carina Agila, jefe de Construcción del proyecto ‘Esmeraldas’, hubo una capacidad operativa de 68 obreros repartidos en las dos lanchas. Sin embargo, el pasado viernes, en que se encontraban en la fase de carpintería, colocación de rejillas, mobiliario, pintura, la cantidad de obreros se redujo a 48.

Agila explica que “iniciamos (el proyecto) con el diseño de todo el circuito y del casco, cuando ya estuvieron listos se empezó con la selección de materiales. Cada uno de los equipos marinos que van a bordo del barco deben tener su certificado de aprobación y de eso se encarga el departamento de logística”.

El gerente de la empresa precisa que el tiempo de vida útil de estas naves es de 20 años y luego debe sometérselas a un proceso de modernización con lo que estarán operativas por 20 años más.

Sin duda, el hecho de haber ganado un premio ORO le abre camino a esta empresa pública ecuatoriana en el mercado internacional y ello lo certifica Delgado, quien resalta que “es probable que en menos de un mes tengamos buenas noticias para el país; podríamos poner nuestros productos en el exterior, estamos trabajando en eso, y ese sería el primer paso que Astinave dé para la internacionalización”.

Según precisa el capitán de navío, durante los 40 años de su existencia, el astillero ha construido más de 100 embarcaciones, el 30% de las cuales se las fabricó en los últimos seis años. “Podemos construir todo lo que flota hasta 1.000 toneladas de desplazamiento”.

Para potenciar el trabajo dice que han hecho alianzas con astilleros de Holanda, Perú, Chile, Estados Unidos y Europa, de los cuales algunos han sido proveedores.

El director de Estrategia resalta que construir las dos lanchas en 10 meses fue un reto exhaustivo. “Hemos tenido alianzas con empresas públicas como CNEL, CELEC, para trabajos puntuales en turbinas y centrales hidroeléctricas, pero con Flopec fueron netamente embarcaciones y estas han sido puestas en manos ecuatorianas; hemos dado un producto de buena calidad”.

Maza precisa que, desde 2012, Astinave comenzó a estructurar un proceso organizacional dirigido a la transformación de su cultura institucional. Gracias a ello, la empresa ha destacado por la calidad de sus productos y, además, se logró que sus 600 trabajadores se empoderen de este compromiso.

‘Esmeralda’ y ‘Verónica’ serán entregadas a Flopec en una ceremonia tradicional. Luego de la bendición de un sacerdote, se romperá una botella de champaña en la proa de ambas naves, deseándoles así buen viento y buena mar.

“Si alguna botella no se rompe, entonces la embarcación se hunde”, comentaron los trabajadores.

Las dos lanchas construidas por Astinave miden 22,5 metros de largo (eslora) y 6 metros de ancho (manga). Su capacidad permite 3 tripulantes y 25 pasajeros. (I)

DATOS

En mayo y junio de 2017, Astinave EP le entregará al Comando de Guardacostas de la Armada del Ecuador 2 lanchas más, cada una con 50 metros de eslora (largo).

La desvarada de las dos embarcaciones se la efectuó el 13 y 14 de octubre, con la presencia de representantes de ambas empresas. Las lanchas fueron conducidas hasta la plataforma de varamiento.

‘Verónica’ y ‘Esmeralda’ servirán de apoyo logístico a los buques tanqueros que operan en los puertos de la provincia de Esmeraldas. Ambas fueron construidas utilizando 100% mano de obra ecuatoriana.

La empresa pública cuenta con más de 100 ingenieros, 20 de los cuales están en el área de proyectos. Hace un año trabajaron con la Senescyt y el Instituto Simón Bolívar.

Un grupo de obreros trabajaba en la instalación del mobiliario y la parte eléctrica. Foto: José Morán / El Telégrafo